Las alucinaciones visuales y auditivas son las más conocidas. Sin embargo, prácticamente cualquier sentido puede experimentar el efecto de estímulos que realmente no existen. Hay quien puede sentir el tacto de una mano sobre la suya, o notar que el móvil vibra en su bolsillo cuando en realidad se encuentra sobre la mesa. Ahí estaríamos hablando del tacto. E incluso hay algunas más raras, y estrechamente relacionadas, como las gustativas y las olfativas. Estas últimas, conocidas técnicamente como fantosmia, son bastante raras, pero están muy bien documentadas, por estar relacionadas con un amplio abanico de afecciones.

Se pueden dar de formas diferentes. A veces se trata de un olor que viene y va, pero siempre el mismo y sin nada en la cercanía que huela de ese modo. Otras veces el aroma se queda a vivir en la nariz de quién padece las alucinaciones. En una fosa nasal, o en ambas. Puede ser un olor agradable o desagradable. De hecho, cuando es desagradable la alucinación tiene un segundo nombre: cacosmia. En este caso, se puede percibir un hedor similar al de la carne podrida, la suciedad o el humo. Hay quien lo describe como olor a quemado.

Por ejemplo, en Gizmodo se describió el caso de una mujer que vivió durante un año con un olor permanente a suciedad en la nariz. Continuó así hasta que una noche su marido quemó un chili cocinando. La suciedad se fue, pero la sustituyó este potente y desagradable olor, que se quedó con ella hasta que un día, sin ella proponérselo, dejó paso a un aroma a lavanda que no se iba por muy lejos que se mantuviera de cualquier estímulo de este efluvio floral.

¿Pero a qué se debe esto exactamente? A día de hoy se conocen varias causas. Desde tumores cerebrales hasta migrañas, pasando por infecciones respiratorias, pólipos nasales, epilepsia o enfermedades neurodegenerativas. También se han dado casos en pacientes con enfermedades mentales, como la depresión o la esquizofrenia. Incluso se ha documentado un caso como efecto secundario de las vacunas del coronavirus. Un caso. Es importante tener esto en cuenta, sobre todo porque se han detectado bastantes más casos asociados a la infección por coronavirus a la que esas vacunas reducen su gravedad. Y, ojo, algunos tampoco eran agradables. En un estudio que analiza nueve casos diferentes, uno describió un olor permanente a jabón, tres a comida, uno a moho y los cuatro restantes a suciedad.

El origen de las alucinaciones olfativas

Al parecer hay varios orígenes posibles para la fantosmia. Por un lado, podría ser que las alucinaciones se den porque algunas neuronas sensoriales hacen un envío incorrecto de señales al cerebro. También se cree que pueden darse como consecuencia de experimentar convulsiones por alguno de los motivos citados anteriormente. O por cualquier otro. Muchos de estos casos pueden estar asociados con infecciones respiratorias o nasales.

La otra opción es que la causa sea meramente cerebral, cuando por algún motivo se presentan lesiones en el lóbulo temporal, que está involucrado precisamente en el procesamiento sensorial. Aunque también puede asociarse a regiones órbitofrontales, la amígdala o el bulbo olfatorio. 

El problema puede estar en la entrada o el procesamiento de señales

En definitiva, el fallo puede estar en la recepción de las señales o en su procesamiento. Es importante saber a qué otra patología puede estar asociado, pues muchas veces remite al tratarla. Por ejemplo, se ha visto que con tratamientos contra la migraña o la depresión las alucinaciones desaparecen. Lo mismo para las infecciones respiratorias.

En otros casos, si no hay algo grave afectado, puede remitir por sí solo pasado un tiempo. Incluso se han documentado casos en los que parece que las alucinaciones olfativas van a comenzar, pero no llegan a darse. Pasa, por ejemplo, después de una intervención quirúrgica. Y no es sugestión, pues se ha visto mediante tomografía de emisión de positrones (PET) que esos pacientes tienen una gran actividad cerebral en zonas asociadas al procesamiento olfativo. 

El compositor cuya fantosmia fue el presagio de algo peor

Unsplash

En su blog sobre neurología, el científico José Ramón Alonso contó la historia del pianista y compositor George Gershwin, conocido por obras tan importantes como Rhapsody in Blue. 

Su caso es un claro ejemplo de la importancia de revisar las causas de la fantosmia; ya que, si bien pueden deberse a algo leve y reversible, es común que se relacione con lesiones cerebrales más serias. 

Aunque puede deberse a problemas leves, la fantosmia puede ser signo de lesiones cerebrales graves o incluso de tumores, por lo que es importante revisarla

Concretamente, Gershwin comenzó a sentir un penetrante y frecuente olor a goma quemada. Los médicos le hicieron algunas pruebas, pero no le dieron demasiada importancia. Especialmente porque las pruebas que le hicieron en un principio no mostraron ninguna otra enfermedad. Sin embargo, junto a las alucinaciones olfativas comenzaron a aparecer otros síntomas. Mareos, migrañas, problemas de equilibrio, cambios de humor… Incluso su cuñada llegó a referir en él comportamientos tan extraños como, al regalarle alguien una caja de chocolate, machacarlo todo y frotárselo por el cuerpo.

A falta de un diagnóstico, siguió con su vida normal, aunque los conciertos de piano eran cada vez más complicados, dada su situación. Fue necesario que la enfermedad empeorara mucho para que finalmente se viera lo que le ocurría. Una noche de julio de 1937 se desmayó en la casa de un amigo a la que se había desplazado temporalmente. Los médicos que se acercaron a atenderle comprobaron que tenía un tumor cerebral en un estado muy avanzado. Se le operó de urgencia, pero no lograron salvarle la vida. Murió con solo 38 años.

Si le hubiesen prestado más atención a su caso de fantosmia, quizás podría haber tenido una oportunidad de sobrevivir. Lamentablemente no fue así. Por eso a estas alucinaciones, como al resto, también hay que mostrarles la atención que merecen. 

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