Todos los personajes en la serie de ciencia ficción de HBO Max Station Eleven se encuentran en la búsqueda de la belleza. También se cuestionan con frecuencia qué nos hace humanos, incluso en las peores circunstancias. En el argumento, todas las respuestas convergen en un único punto. La humanidad proviene del arte. O en todo caso, sobrevivirá a una tragedia que amenaza con diezmar su existencia a través de la convicción de que lo artístico es valioso. Se trata de una premisa por completo distinta a la de cualquier distopía. Mucho más, cuando analiza la percepción de lo estético y lo artístico como el único rasante moral en una época devastada. 

Podría pensarse que Station Eleven del showrunner Patrick Somerville, adaptación del libro del mismo nombre Emily St. John Mandel, es tramposa. Después de todo, apela al consuelo artístico en medio una época en que la audiencia intenta analizar su confinamiento. A dos años ya de pandemia, y con la sensación que la emergencia sanitaria no acaba del todo, Station Eleven tiene algo de urgente. Pero la actualidad de su argumento no se basa en que la ficción analiza un futuro desde un presente incierto. En realidad, se trata de un argumento brillante que se hace las preguntas correctas.

¿Qué nos hace insistir en persistir en medio de la muerte y la desolación? Para Station Eleven no se trata solo de un recorrido a través de lo sublime del ser humano en la búsqueda de identidad. Es en realidad, una mirada a lo poderoso del espíritu artístico y cómo se analiza. Y ese es quizás el punto más llamativo de una serie en la que el paisaje filosófico se hace más potente a medida que descubre sus secretos. El mundo puede haber acabado, pero el rastro de lo humano, de las infinitas posibilidades del consuelo, siguen en medio del tiempo. Sin duda, el punto más extraordinario de una historia inolvidable.

El apocalipsis y la época del asombro de Station Eleven

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Station Eleven, al igual que el libro, analiza los eventos de una gran tragedia global desde “el antes y el “después”. Pero en lugar de concentrarse en la manera práctica de la supervivencia, la serie tiene mucho más interés en el motivo de ese impulso. Todos los personajes batallan como pueden contra el desorden complejo y peligroso de un mundo en escombros. Pero se unen, desde diferentes caminos y perspectivas, a través de la necesidad de trascender. Y es ese recorrido a través de todos los hilos que empujan hacia la necesidad de vivir, el punto alto de una premisa insólita.

El elemento que propicia la caída de la civilización nace y se muestra, es un sufrimiento perpetuo. Pero lo más hermoso, insistente y ambicioso es razón para sostenerse de la raza humana. El viaje a través de un mundo colapsado, lleva lo artístico como sostén, la condición humana con estandarte y al final el poder de la sensibilidad de la razón — esa cualidad misteriosa que nos hace sostener la identidad y el horror — como punta de lanza hacia el futuro, imprevisible y voraz en medio de la desazón.

La adaptación de diez capítulos del libro a HBO Max explora la necesidad de conservar lo esencial de la conciencia. Lo hace, además, al repensar la idea del individuo en medio de una catástrofe colectiva que se vincula con algo mayor y más elaborado. El resultado es una revisión de los conceptos esenciales del libro, pero llevados a un nuevo y asombroso nivel. Station Eleven pondera y se rebela acerca de la idea del fin del mundo tal y como lo hemos imaginado. 

La osadía de persistir a pesar de la desolación

Station Eleven no se aprovecha del trauma que la pandemia provocó en la vida cotidiana. Sorprende que la serie, a pesar de los obvios paralelismos con la actualidad, se sostiene sobre una hipótesis peculiar y novedosa. ¿Por qué deseamos vivir? ¿Cuáles son los elemento que hacen que la urgencia de continuar sea real? El grupo de personajes, aferrados a lo artístico recorriendo un mundo que agoniza, está decidido a prevalecer. 

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La serie de HBO Max tiene el atractivo de lo ideal, de las grandes batallas humanistas y de un sentido del absurdo brillante. A través de sus diez capítulos lucha como puede contra el pesimismo inherente a la pérdida de los paisajes conocidos. Y es entonces cuando su epifanía del arte que concede un motivo para vivir se convierte en un concepto poderoso. El fin del mundo ha llegado, pero el poder para vencer el mero impulso de supervivencia es más poderoso. Una idea que Station Eleven compone con una inteligencia sorprendente. 

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