A lo largo de las últimas décadas nos encontramos con varias historias sobre niños prodigios. Son casos extraordinarios de personas que a muy corta edad han sido capaces de superar objetivos académicos avanzados, generando admiración (y algo de envidia) en el resto del mundo. Y el 2021 también nos ha otorgado una historia de este tipo para conocer y valorar; es la de Laurent Simons, quien con tan solo 11 años se graduó como licenciado en Física.

Los medios periodísticos comenzaron a hablar de Laurent Simons en 2018, cuando con apenas 8 años completó el colegio secundario en un año y medio, y dio el salto a la educación universitaria. Sin embargo, el primer paso no fue positivo. En 2019 comenzó a estudiar en la Universidad de Eindhoven, en los Países Bajos, pero la abandonó porque no le permitirían graduarse antes de cumplir 10 años.

Según le comentó Laurent Simons a Newsweek en julio pasado, en 2020 comenzó su periplo en la Universidad de Amberes, en Bélgica. Allí emprendió la licenciatura en Física, y realizó la mayor parte del estudio en su casa debido a la pandemia. Solamente asistió a la institución para los exámenes y los trabajos de laboratorio, explicó. De esta forma, en solamente un año completó una carrera que habitualmente requiere de tres para ser finalizada. Y con honores.

Pero Laurent Simons no se conforma. El joven prodigio ya comenzó la maestría en Física en la misma casa de estudios, y en el futuro le apuntará al doctorado. Y todo detrás del ambicioso objetivo de encontrar la clave para algo tan utópico como anhelado por la humanidad: la inmortalidad.

Los órganos artificiales pueden ser la clave de la inmortalidad, según Laurent Simons

Laurent Simons | Niño prodigio
Imagen: Instagram

Si bien puede existir una pizca de la ingenuidad propia de un niño en sus declaraciones, Laurent Simons parece tener bien claro cuál es el camino que desea recorrer. Y sus declaraciones sobre la búsqueda de la inmortalidad no parecen buscar un efecto mediático, sino exponer un enfoque que podría cambiar para siempre la expectativa de vida de las personas. Allí entra una variable clave: ser capaces de estudiar y desarrollar órganos artificiales. Así lo manifestó el niño prodigio:

Me interesa la inmortalidad porque mis abuelos padecen enfermedades del corazón. Quiero ayudarlos y quiero ayudar a otros niños para que no pierdan a sus abuelos. Podrías ver la inmortalidad como un gran rompecabezas. Tenemos muchas piezas del rompecabezas, que son diferentes estudios e investigaciones, y es posible que la combinación del conocimiento de esos estudios desarrolle nuevos conocimientos e ideas. Algo que me interesa son los órganos artificiales; me gustaría poder reemplazar tantas partes del cuerpo como sea posible con ellos. Planeo estudiar mucho, reunir muchos conocimientos y luego, con suerte, todas las piezas encajarán juntas y el rompecabezas de la inmortalidad se resolverá.

Laurent Simons, a Newsweek

A pesar de su ambicioso objetivo, y más allá de sus apariciones en algunos artículos periodísticos, Laurent Simons cultiva un perfil bajo. El joven tiene una cuenta en Instagram —que su familia administra— con poco más de 78 mil seguidores. Con algunas esporádicas publicaciones, parece que intenta llevar una vida lo más apacible y alejada de las presiones que se pueda. Y está bien que así sea; al fin y al cabo, el niño prodigio sigue siendo, justamente, un niño.

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