A veces nos frustramos, porque por más que nos apliquemos en el gimnasio no conseguimos los mismos resultados que otros compañeros que hacen exactamente los mismos ejercicios. Esta, de hecho, es la razón por la que muchas personas terminan abandonando su empeño de contar con el ejercicio físico entre sus hábitos saludables. Pueden pensar que no se les da bien o que su cuerpo nunca responderá como el de otros. Y tienen parte de razón, pues un nuevo estudio demuestra que la genética tiene un papel esencial en el modo en el que nuestro cuerpo responde al deporte.

Sin embargo, eso no significa que haya personas mejores ni peores, sino simplemente diferentes. Habrá quién, por sus genes, tenga más facilidad para obtener resultados con unos ejercicios que con otros. Por eso, este es un dato esencial a la hora de diseñar planes de entrenamiento. Al menos esa es la conclusión de un estudio publicado recientemente en PLOS ONE de la mano de científicos de la Universidad Anglia Ruskin.

La genética del ejercicio físico

Este estudio sobre los efectos de la genética en los resultados del ejercicio físico se divide en dos partes.

En el estudio se hizo practicar a 3.012 voluntarios exactamente los mismos ejercicios durante dos semanas

Por un lado, se reclutó a 3.012 voluntarios adultos, con edades comprendidas entre los 18 y los 55 años. Ninguno de ellos tenía problemas de salud conocidos y todos se encontraban en una forma física similar, sin haber realizado entrenamientos previos.

Una vez seleccionados, se les sometió a dos semanas de entrenamiento, basadas exactamente en los mismos ejercicios. Y también con la misma frecuencia. Pasado este tiempo, se analizó en qué forma se encontraban, comprobando que los resultados eran muy heterogéneos. Estaba claro que el ejercicio físico no había sido igual de efectivo para todos, ¿pero por qué?

Esta respuesta llega con la segunda parte del estudio, consistente en una revisión de la literatura científica existente sobre el tema. En total, se analizaron 24 estudios en los que se relacionaba la genética con el ejercicio físico. Así, pudieron calcular cómo influía esta en tres tipos diferentes de ejercicio: el de fuerza muscular, el anaeróbico y el aeróbico.

Hubo diferencias en todos, pero sobre todo la genética parecía tener un papel esencial en el primero, ya que aproximadamente el 72% de las diferencias entre individuos que realizaron ejercicio muscular parecían estar relacionadas con los genes. Para el ejercicio aeróbico, las diferencias basadas en la genéticas estuvieron en un 44%. En cambio, para el anaeróbico, cuyos resultados se midieron a través del consumo máximo de oxígeno, en un 10%. 

Lo que falta en cada uno de ellos hasta completar el 100% parecía estar relacionado con otros factores individuales, como la dieta, la capacidad de recuperación y la presencia de lesiones.

¿Por qué es importante saber esto?

En total, los autores del estudio encontraron 13 genes cuyas variaciones parecían estar relacionadas con las diferencias en los resultados del ejercicio físico a nivel individual. 

Según cuáles sean esas variaciones en cada gen, cada persona tendrá una mayor facilidad para obtener resultados en alguno de los ejercicios mencionados anteriormente. Y eso es importante, pues conocer la genética de cada persona puede ser esencial a la hora de diseñar planes de entrenamiento que no aburran al usuario por la falta de resultados.

Cada vez es más común recurrir a entrenadores personales, quienes antes de comenzar a establecer las rutinas de ejercicio físico encuestan a sus clientes sobre sus objetivos, sus hábitos alimenticios o sus rutinas de trabajo. Pero la genética queda en un segundo plano. Lo ha hecho hasta ahora. Sin embargo, quizás en el futuro nuestros genes también tengan algo que decir cuando decidamos apuntarnos al gimnasio.

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