La serie de Netflix Sweet Tooth: el niño ciervo es quizás uno de los experimentos más arriesgados de la plataforma durante los últimos meses. Lo es porque, a diferencia de otras tantas series que meditan, reflexionan y muestran el Apocalipsis, su intención no es aterrorizar. 

De hecho, la serie está construida para profundizar en una especie de milagro accidental, que ocurre y se desarrolla en mitad de un escenario dramático. Con un registro tan amplio y con tanta versiones de un hecho único, la serie podría haberse desplomado en la incoherencia. Pero en realidad funciona con una estructura brillante que abarca desde la inocencia, el miedo e incluso, una mirada atípica sobre la crueldad.

Basada en el cómic del mismo nombre de Jeff Lemire, la historia sigue a Gus, un niño sobreviviente a una pandemia apocalíptica. Por supuesto, las comparaciones con la realidad podrían resultar inevitables — y poco favorecedoras para el argumento — a no ser por un detalle. Gus, interpretado por un adorable Christian Convery, es parte de lo que parece ser la consecuencia inmediata del desastre. 

Se trata de un híbrido entre un ser humano y un ciervo, que además, es un sobreviviente a toda regla aunque no sepa que lo es. ¿Parece una combinación extraña? Se hace aún más curiosa a medida que la serie de Netflix avanza y deja claro que la colosal devastación sanitaria dejó atrás enfermos y criaturas depredadoras. El resultado es que las criaturas como Gus, niños nacidos de padres humanos pero con características de animales, todavía son temidas. Y de hecho, para la mayoría de los sobrevivientes, son una amenaza. 

Pero Gus, con sus enormes astas de ciervo que le brotan directamente de la cabeza, es en realidad un personaje optimista. Y lo es a un extremo en ocasiones desconcertante, en contraste con el hecho que habita un mundo que le teme y que podría resultar potencialmente peligroso. 

Sweet Tooth y el apocalipsis inexplicable

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El argumento Sweet Tooth: el niño ciervo se desarrolla diez años después del llamado “Great Crumble”. Un virus de consecuencias imprevisibles que además llevó al mundo de la debacle. Sin duda, habrá inevitables comparaciones con lo que ocurre en la actualidad, pero la serie evita todo paralelismo con cuidado. 

En realidad, está más interesada en plantear el escenario del día después. Pero en lugar de plantear la idea de un mundo peligroso, mira lo que acaece desde lo desconocido. Y es ese pequeño matiz lo que otorga a la serie su considerable sentido de la originalidad. 

Sweet Tooth: el niño ciervo presta especial atención a cada símbolo que utiliza, hasta profundizar en una idea más antigua, más poderosa, más inocente. Pura esperanza. La serie insiste en mostrarla con ternura, sin caer jamás en el cliché.

El programa juega con audacia con el hecho de la ingenuidad, pero a la vez sin dejar de mostrar que al otro lado de la línea también hay cierta oscuridad. Todo en medio de una percepción poderosa y consistente sobre la búsqueda del bien. Una novedad sorprendente en medio de la gran colección de series sobre un futuro aterrador en la que la oscuridad lo es todo. 

Sweet Tooth y la búsqueda de la belleza en las pequeñas historias

Sweet Tooth el niño ciervo netflix

Sweet Tooth: el niño ciervo tiene cuidado de que esa dulzura subyacente en su historia no llegue a desvirtuarse. La historia no es una versión romantizada de una situación violenta, sino una dimensión nueva sobre la tragedia. 

Y aunque jamás deja de mostrar una y otra vez que hay un mundo peligroso más allá de Gus, el centro del argumento es el personaje. De modo que su padre trata de enseñarle cómo puede a sobrevivir en medio de una serie de reglas.

Además, el límite es claro: para Gus, todo lo que se encuentra fuera de la valla de la propiedad está quemado e inhabitable. Pero por supuesto no es así y, de inmediato, la serie traza la frontera entre lo idílico y la cruda realidad que habita más afuera. 

El guion toma entonces varias decisiones inteligentes para sostener la noción de la utopía en mitad de la desesperanza. Gus comienza a descubrir el mundo, pero sin dejar atrás su radiante ternura o el sentido del bien que sostiene el programa entero. 

Sweet Tooth: el niño ciervo es un recorrido intuitivo a través del motivo por el cual el bien es necesario incluso en los momentos más trágicos. El mensaje se construye a través de una alegoría cuidadosa, sin llegar a ridiculizar el sentido de la bondad omnipresente o del mal inevitable. 

'Sweet Tooth: el niño ciervo', un mundo amable

Sweet Tooth el niño ciervo netflix

Quizás para sostener ese sentido de la fantasía, Sweet Tooth: el niño ciervo comienza desde la introspección. Durante los primeros capítulos no hay explicaciones sobre la pandemia, sus consecuencias o el mero hecho de que Gus es híbrido. Solo hay una mirada al hecho de que puede existir un lugar seguro en medio de una situación violenta y peligrosa. 

Se trata de una percepción por completo nueva para un programa en el que se ahonda en el tema del apocalipsis. En especial, a medida que la historia se adentra a través de las verdaderas explicaciones de la reclusión de Gus o su aspecto. Pero incluso cuando la realidad impacta contra el cálido mundo del personaje, la serie se las arregla para sostener su sólido núcleo de ternura. 

Por supuesto, el principal atractivo del programa es Gus, con su cornamenta y su cualidad para expresar fe en la humanidad en mitad del desastre. Además, es un personaje creado para sostener la sensación ambivalente entre un mundo destruido y lo bueno que aún subsiste. Con sus reacciones casi instintivas y su inocencia, el personaje es la confluencia de varias líneas narrativas. 

Sweet Tooth: el niño ciervo es sin duda una distopía — una con sus momentos oscuros que no tardan en llegar — pero también es una celebración al bien. Y quizás la combinación de ambas cosas sea lo que permita al programa sostener una identidad curiosa que sorprende por su solidez. 

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