En noviembre de 2019, Google anunció que compraba Fitbit por 1200 millones de dólares. Pero, como suele ser habitual, este tipo de adquisiciones de grandes compañías están sujetas a la aprobación de los diferentes reguladores. Por un lado, en Estados Unidos, y por otro, en Europa; dos de sus principales mercados.
Desde entonces, la autorización por parte de la Comisión Europea a la compra de Fitbit estaba pendiente. Pero, ahora, los reguladores europeos han dado luz verde a la adquisición, de forma que la compañía de pulseras de fitness podrá integrarse definitivamente en Google.
No obstante, la Unión Europea ha puesto ciertas restricciones a Google con la autorización de la compra. Estas tienen que ver con la privacidad de los usuarios y están limitadas a las operaciones de la compañía dentro del espacio comunitario.
La Unión Europea limita el uso de datos de Fitbit por parte de Google
Lo más importante es que Google se ha comprometido a no utilizar los datos de Fitbit, incluyendo todos los relativos a cuestiones de privacidad, para ofrecer publicidad dirigida. Es decir, no podrán usarse los datos recopilados de los usuario dentro del Espacio Económico Europeo (EEE), incluyendo los datos de GPS y salud.
Google ha aceptado dichas condiciones y, por tanto, la adquisición ya puede efectuarse de cara a operar en la Unión Europea como una sola compañía. Es un movimiento, el de la Unión Europea, interesante, teniendo en cuenta que afecta directamente al núcleo del negocio de Google.
Además, dichas limitaciones y restricciones están en consonancia con el nuevo borrador de la Ley de Servicios Digitales recientemente presentadas. Y es que, aunque no esté en vigor, sí que tiene mucho que ver con este tipo de transacciones y cómo el uso de datos que puede afectar a la privacidad de los usuarios europeos.
Fitbit, por lo tanto, ahora forma parte de Google dentro del Espacio Económico Europeo. Y siempre que se cumplan las restricciones, Google podrá hacer y deshacer a su antojo cualquier otra cuestión que no tenga que ver con la privacidad de los ciudadanos europeos que usen Fitbit o los servicios de salud de Google resultantes tras la compra.