Faltaba media hora para el aterrizaje en la Luna de Chang’e 5 cuando la transmisión en directo se detuvo repentinamente. Eran las 15:45 del martes y nadie sabía si la nave había logrado su objetivo. Sin embargo, más tarde, la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA) anunció que todo había ido bien y que ya estaba posada sobre la superficie lunar.

Pero la misión no ha hecho más que empezar. Por delante queda un largo día de duro trabajo, extrayendo muestras que serán enviadas a la Tierra. Y cuando hablamos de un largo día es en el sentido más literal de la palabra, pues se trata de un día lunar, equivalente a 14 de los nuestros.

¿Qué pasará tras el aterrizaje en la Luna de Chang’e 5?

El aterrizaje en la Luna de Chang’e 5 no ha sido en un lugar cualquiera. Al contrario que su antecesora, Chang’e 4, lo ha hecho en la cara visible del satélite. Pero en un punto muy concreto, una llanura volcánica llamada Mons Rümker, de la que podría obtenerse información muy importante sobre el pasado volcánico selenita.

El brazo robótico del módulo de aterrizaje se encargará de obtener muestras de roca de esta zona, tanto subterráneas como de la superficie. Una vez recogidas, se transferirán al módulo de ascenso, que se dirigirá en busca del orbitador lunar de la misión. Este se encuentra actualmente dando vueltas alrededor del satélite, remolcando el módulo de reentrada que llevará las muestras a la Tierra.

Esta vuelta a casa ocurrirá mediante un proceso similar al que se da cuando tiramos una piedra a un estanque. Primero rozará la atmósfera y luego se dirigirá hacia la superficie, para aterrizar en Mongolia, entre el 16 y el 17 de diciembre si todo va bien.

Un suceso histórico

Si todo lo planteado tras el aterrizaje en la Luna de Chang’e 5 va bien, China se convertirá en el primer país en llevar muestras lunares a la tierra en más de 40 años. La última en hacerlo fue la misión rusa Luna 24, en 1976.

Este será solo un paso más hacia la preparación escalonada del primer viaje tripulado de este país a nuestro satélite. Las misiones Chang’e han probado poco a poco cada uno de los puntos vitales para que todo salga bien. Las dos primeras se limitaron solo a entrar en la órbita lunar. La tercera y la cuarta se centraron en el aterrizaje y la itinerancia. La Chang’e 4, de hecho, no solo aterrizó y se mantuvo en la Luna, sino que se convirtió en la primera misión que se posaba en su cara oculta. E incluso logró que una semilla de algodón germinara en el inhóspito ambiente selenita.

La actual misión y la que vendrá después se encargarán de recoger muestras, abriendo ya camino a una nueva fase, en la que se espera construir una estación de investigación robótica. Así, si todo va bien, en la década de 2030 los primeros astronautas chinos podrían caminar por fin sobre la Luna.

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