Las avispas y las abejas componen una de esas parejas de insectos que a veces confundimos, a pesar de ser muy diferentes. Ambas pertenecen al orden de los himenópteros, al igual que las hormigas. Sin embargo, a partir de ahí, sus puntos en común son muchos menos de los que podríamos pesar. De hecho, algunas pueden incluso llegar a ser grandes enemigas. Es el caso de las abejas que usan estiércol para defenderse de las avispas.

Las primeras pertenecen a la especie Apis cerana, también conocida como abeja melífera, y las segundas son avispas gigantes (Vespa soro). Su historia, bastante singular en el mundo de los insectos, acaba de describirse en PLOS One, de la mano de un equipo de científicos del Wellesley College de Massachusetts.

La curiosa historia de las abejas que usan estiércol para defenderse

El uso de herramientas es algo que se ha visto a menudo en el mundo animal. Es especialmente frecuente en primates, pero también en delfines, pulpos o cuervos, entre otros.

Sin embargo, no es un procedimiento muy común en insectos. Por eso, los autores de este estudio quedaron tan sorprendidos al observar la existencia de abejas que usan estiércol para defenderse.

Para que un objeto, o en este caso un montón de heces, se considere una herramienta, los animales deben haberlo tomado de la naturaleza y manipularlo para destinarlo a un fin concreto.

Estos científicos, encabezados por la profesora Heather Mattila, llevan siete años estudiando la rivalidad entre las abejas melíferas y las avispas gigantes en Vietnam. Se ha observado a las segundas devorar colonias enteras de las primeras, que se han visto obligadas a buscar estrategias defensivas para sobrevivir.

Por eso, vuelan en busca de excrementos de animales y recogen con sus piezas bucales pequeñas cantidades, que luego depositan alrededor de sus nidos. Como resultado, las avispas no se acercan y las colonias se mantienen a salvo.

¿Fruto de la casualidad?

Para la realización del estudio, sus autores observaron el comportamiento de varias colonias de abejas mantenidas por apicultores locales.

Se partió de colmenas limpias, con el fin de analizar si había una relación entre la amenaza de las avispas y la colocación de las heces. Y así fue, ya que vieron que era cuando sus enemigas comenzaban los primeros ataques cuando las abejas recurrían al uso de estas herramientas. Además, la respuesta era inmediata, ya que las avispas aterrizaban con mucha menos frecuencia en las colmenas rodeadas por este fétido foso.

Claramente, se podía afirmar que se trata de abejas que usan el estiércol para defenderse. ¿Pero por qué? Anteriormente se había visto a estos animales recoger otras sustancias mucho más habituales, como el polen, el néctar o la resina, pero nunca algo así. Debe haber alguna sustancia en los excrementos que repele a las avispas. Pero los científicos aún no saben cuál es. De momento, en un comunicado apuntan a que se trata de una especie de “arma química”, pero que será necesaria más investigación para entender exactamente cuáles son los componentes que le confieren esta cualidad al estiércol.

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