El cine tuvo que enfrentar durante el 2020 una de las crisis más profundas y complicadas de su historia. El efecto se hizo aún más notorio en el ámbito de las películas independiente, que siempre ha debido sufrir los avatares del mercado y la sombra del cine comercial.

Aun así, diez títulos destacaron por su calidad y lograron traspasar la barrera de la circunstancia de un año impredecible.

Te dejamos la lista de las diez películas independientes que brillaron en el 2020.

'A Sun', de Chung Mong-hong

Se trata de una de las películas más emocionales y profundas del año, de la que sin duda es la primera vez que escuchas.

Nombrada como una de las grandes obras del año, es también una mirada dolorosa y precisa sobre la culpa, el peso de la consciencia colectiva y los terrores individuales acerca de la violencia. Se trata de una travesía moral de asombrosa efectividad, que además evade explicaciones sencillas.

'Miss Juneteenth', Channing Godfrey Peoples

Este drama doméstico con tintes emotivos se sustenta sobre las impecables actuaciones de Nicole Beharie y Alexis Chikaeze. La relación entre ambos personajes es un diálogo contínuo que abarca desde las relaciones espirituales, hasta duros cuestionamientos sobre la ambición moderna. Todo en medio de una profunda concepción sobre la identidad contemporánea.

La película que seguramente habría hecho un gran recorrido por festivales específicos, habría tenido mayor cobertura en cualquier otro año.

'The True Adventures of Wolfboy', de Martin Krejcí

El primer largometraje del director checo es una extraña reivención de Eduardo Manostijeras de Tim Burton, con la que podría compararse en sensibilidad y dureza. ¿Qué mejor para nuestra lista de películas independientes?

También es un recorrido existencialista hacia la búsqueda de la individualidad, todo en medio de un escenario rural, que de vez en cuando puede tomar la potencia singular de un thriller de suspenso gótico. Pero lo que hace maravilloso ese film inclasificable es su cualidad para crear un personaje — un chico aquejado por un rarísimo trastorno genético que le hace tener la apariencia de un hombre lobo — que trasciende lo obvio de su condición como marginado, para convertirse en símbolo de algo más complejo sobre la identidad.

Todo en medio de una puesta en escena cuidadosa y un pulcro guion sin fisuras.

'And Then We Danced', de Levan Akin

Con su aire intenso y potente, esa versión sobre la pérdida de la inocencia y el descubrimiento de la sexualidad es también un recorrido íntimo acerca del tiempo y la forma en que condiciona nuestras experiencias íntimas.

La mirada del director se enfoca en el mundo interior, personajes en su capacidad para analizar el tiempo y los dolores silenciosos. Para al final englobar todas las ideas en un punto esencial: el amor y el talento.

Quizás, en sus momentos más bajos, la película tenga algo de sermoneadora y con un excesivo peso emocional, pero el director sabe remontar cada uno de ellos hasta crear una épica mínima sobre el coraje privado.

'Come to Daddy', de Ant Timpson

Cuando una película mezcla a Shakespeare y Beyoncé en el mismo plano y bajo la misma importancia, sin duda tiene la osadía suficiente para crear algo nuevo.

Eso a pesar de narrar una historia de amor y odio que termina en caos desde cierto punto de vista tradicional. Come to Daddy trae a la pantalla el personaje más entrañable de un maduro Elijah Wood, que logra un registro sensible sobre un hombre solitario que vive al extrarradio, entre mentiras, dolores y aspiraciones frágiles.

'Olympic Dreams', de Jeremy Teicher

Esta comedia romántica –porque en las películas independientes también hay– termina por ser un agrio recorrido por las aspiraciones, las ambiciones y la codicia. Es un recorrido extravagante por el espíritu humano en todos sus matices.

Lo hace bajo la excusa insistente de la competencia y la rivalidad, lo que convierte a toda la propuesta en un escenario en la que cierta violencia invisible aparece y desaparece en un lento parpadeo por momentos sofocantes.

'Relic', de Natalie Erika James

terror relic

De la presunción del mal como un hilo hereditario, hasta la transformación de la habitual casa embrujada en una conciencia poderosa del extravío espiritual, la película es una mirada al horror tan novedosa que por momentos, resulta incómoda.

Hay algo definitivamente duro en aceptar el mal como parte de lo intrínseco del amor filial, de los temores que se sostienen en partes iguales en medio del tiempo y en algo más duro de interpretar.

La opera prima de su directora — que también escribe el guion — es una vuelta de tuerca hacia los horrores y los pesares de los lazos que unen y separan, pero también de la oscuridad inevitable en lo que somos y cómo nos concebimos.

'Ordinary Love', de Lisa Barros D’Sa

La pareja de personajes que encarnan Lesley Manville y Liam Neeson son quizás los más entrañables del año.

Este drama con tintes de romance agrio es también un recorrido hacia las tierras tenebrosas de la amargura. Todo a través de una concepción de lo emocional como una frontera entre la identidad, lo que compartimos y lo que nos hace comprender las relaciones humanas en toda su dura profundidad.

'The Other Lamb', de Malgorzata Szumowska

Quizás la única película de horror folk con tintes alegóricos del año y también, un triunfo de discurso y ritmo sobre el miedo llevado a una atmósfera enrarecida y temible.

Como todas las historias de corte parecido, el film comienza con la insinuación de un culto, pero a partir de ahí, la puesta en escena y la forma en que el guion desarrolla sus tres actos a través de una visión onírica sobre el sentido del Mal, sorprende por su efectividad. En otro momento más propicio, sería la película del terror del año.

'Premature', de Rashaad Ernesto Green

Las historias familiares suelen tener una visión parecida sobre el amor, los temores y la búsqueda de la identidad, pero en este argumento extraño y por momento claustrofóbico, lo poético prima sobre lo emocional.

La gran alegoría del año sobre la individualidad en preeminencia sobre lo que tememos y deseamos, también es un tapiz cuidadoso de personajes que intentan encontrar su rostro espiritual en mitad de debates, discusiones y terrores íntimos complejos.

Una pequeña joya dramática del grupo de las películas independientes de enorme calidad argumental.

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