El terror por contagiarnos de algo infeccioso y mortal es, sin duda, un tema que siempre ha fascinado a la ficción. En tiempos como los actuales, en los que estamos en medio de una pandemia, dicho tema adquiere nuevos significados. Es quizá por esto y por muy poco más que Sea Fever logra ser atractiva por un tiempo, aunque al final, la cinta de Neasa Hardiman programada en el Festival de Sitges 2020, es un cúmulo de clichés que no dan para más. Acá repasamos esta cinta sin spoilers.

Sea Fever tiene bastante potencial, pero no se capitaliza. Y es que los misterios del mar, su profundidad, sus criaturas y su calidad de inexplorado —recordemos que solo se ha explorado un pequeño porcentaje de los océanos— lo hacen atrayente sin mayor esfuerzo. Por otro lado, la vida de los marinos también cuenta con un gran halo de misterio fascinante, con su argot propio, su tradición, sus supersticiones y muchos más elementos que siguen causando atracción, tanto en la vida real como en la ficción.

En Sea Fever la historia se desarrolla en un barco pesquero comercial irlandés. En donde su capitán y capitana es un matrimonio que pasa por una crisis económica y necesita como nunca un milagro o una buena pesca para salir a delante, retener a su tripulación y conservar su nave. Al viaje se le une Siobhán, interpretada de forma muy plana por Hermione Corfield. Se trata de una estudiante de ciencias marinas que investiga los parásitos del mar y sus comportamientos a fin de realizar un algoritmo capaz de predecir su comportamiento.

A la mar con una pelirroja

Tal como decíamos líneas arriba, la vida marinera tiene sus propias formas, tradiciones y supersticiones. Una de ellas es que llevar a bordo a una pelirroja es de mala suerte. Siobhán lo es y desde el principio toda la tripulación se incomoda por esta situación. Por otro lado, la científica protagonista evita las relaciones personales y al principio se integra muy poco a la difícil vida a bordo del barco pesquero.

El resto de la tripulación cumple casi como de manual todos los clichés en una cinta de horror marino o las que están relacionadas con un contagio de cualquier tipo. Es decir, tenemos una protagonista extraña pero inteligente y el matrimonio atribulado que por la presión económica toma decisiones equivocadas. También tenemos al experto en maquinaria y su ayudante amigable pero un poco tonto, a la anciana sabia y, por supuesto, al galán de la historia.

Con este panorama ya podemos darnos cuenta de que estamos ante una película sin mayor oferta que un modesto suspenso y, vale decirse aquí, con una resolución simplista.

El contagio en 'Sea Fever'

Sea Fever

En Sea Fever se cuenta la historia de un barco que cae en desgracia porque encuentra a una criatura marina nunca antes vista. La criatura apresa el barco con sus larguísimos tentáculos y arroja una sustancia que, más tarde descubre la científica, son parásitos que se alojan en los cuerpos y los consumen. Por supuesto este ciclo de los parásitos es mortal para los huéspedes y, por tanto, para los humanos.

A este horror por el contagio se enfrenta la tripulación que, poco a poco y pese a sus gran resistencia, se da cuenta que está ante una situación mortal. No hay mucho más que decir, pues la cinta de Hardiman tiene muy poco por ofrecer. Vale la pena decir que, si hay algo bien logrado en Sea Fever, es su producción, el barco comercial, sus recovecos, sus encantos herrumbrados y sus fealdades atrayentes están muy bien representadas. Las tomas marinas son muy destacadas también, así como la fotografía y la edición. Es una lástima que todo no esté respaldado por una historia más compleja y arriesgada. Lo mismo sucede con las actuaciones, el reparto es muy acertado, aunque los papeles no da para mucho más.

De cualquier forma Sea Fever está presente en el Festival Sitges 2020 que estamos cubriendo en Hipertextual. Un festival muy querido para todos los fans del cine fantástico.

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