Autor: Sergio Guinaldo.

Saber cuándo y dónde se fraguó la amistad entre humanos y lobos, dando lugar a los perros, es una de las preguntas que, aún hoy, sigue cuestionando la genética evolutiva. Aunque por el momento la respuesta continúa siendo un enigma, poco a poco se va comprendiendo cómo se ha ido produciendo esta evolución a lo largo del tiempo.

“Los perros han seguido a los humanos de tal manera que su historia está en gran medida interrelacionada con la nuestra. Sin embargo, no hay un reflejo perfecto, y en algunos casos, los perros muestran una historia que difiere de la de los humanos”, explica a SINC Anders Bergstrom, del instituto de investigación biomédica Francis Crick (Londres) y autor principal de un estudio publicado esta semana en la revista Science.

En el trabajo, científicos de varios países han secuenciado 27 genomas de antiguos perros (de hasta 10.900 años de antigüedad) para conocer los detalles de su ascendencia y su vinculación tanto con lobos como con humanos. Del mismo modo, también se compilaron 17 conjuntos de datos de genoma humano que coincidían con la edad, la ubicación geográfica y los contextos culturales de los cánidos.

“Los perros probablemente evolucionaron de una población de lobos que se autodomesticaron, buscando restos de cazadores-recolectores del Paleolítico en Eurasia”, narra el estudio. “Sin embargo, el momento exacto y la ubicación geográfica donde comenzó el linaje de los perros permanecen desconocidos, debido a la escasez de perros del Paleolítico en las zonas arqueológicas registradas”, argumentan los autores.

Una de las principales revelaciones aportadas por esta secuenciación muestra que ya hace 11.000 años existían al menos cinco linajes de perros diversificados, “demostrando una profunda historia genética de los perros durante el Paleolítico”, describe la investigación.

Dos de las muestras analizadas./ E.E. Antipina

“Antes de que cualquier otro animal fuera domesticado [como los cerdos, las ovejas u otras especies empleadas para el ganado], los perros ya se habían diversificado en al menos cinco linajes o ramas, y se extendieron por gran parte del hemisferio norte. La mayoría de estas primeras ramas todavía están representadas hoy en día en los perros en diferentes partes del mundo”, expone Bergstrom.

Este hallazgo se asimilaría a las hipótesis más aceptadas sobre el origen del perro, según las cuales se estima que la divergencia entre perro y lobo tuvo lugar hace entre unos 25.000 y 40.000 años. Para los responsables de este último estudio, este acontecimiento habría tenido origen “hace 20.000 años, alrededor del último máximo glacial”.

Además, los resultados genéticos evidencian que el perro procede de una sola raza antigua; o bien una única población de lobos ahora extinta, o bien de múltiples poblaciones de lobos estrechamente relacionadas. Es decir, tendrían un origen monofilético, dependiente exclusivamente de una única raza.

Esta nueva hipótesis contradice a las existentes hasta la fecha, las cuales señalan que el origen del perro procedería de varias poblaciones distintas de lobos en Oriente Medio, en Asia Central, en Asia oriental o en Siberia. “Se han propuesto muchas teorías diferentes, pero creemos que aún es muy pronto para decir de dónde proceden los perros. Lo más probable es que se necesite ADN aún más antiguo para resolver este rompecabezas”, aclara el investigador.

Caminos (des)iguales con humanos

Otro de los aspectos que los expertos han analizado ha sido entender hasta qué punto este proceso de evolución del perro fue moldeado por eventos de la historia humana. “Los resultados de estos análisis demuestran que las relaciones ancestrales entre los perros y los humanos comparten características generales, probablemente reflejando cómo los perros emigraron junto con los grupos humanos”, expone el estudio.

Por ejemplo, Bergstrom y sus compañeros muestran que los primeros perros ya incorporaban copias extra de amilasa –una enzima que ayuda a digerir glucógeno y almidón– en comparación con los lobos. Sin embargo, el número de copias de amilasa aumentó aún más tras la creciente dependencia de las dietas agrícolas humanas, ricas en almidón, en la Eurasia prehistórica en los últimos 7.000 años.

“Fue un proceso bastante lento y variable, donde algunos de los primeros perros que vivían de la agricultura de los humanos todavía tenían un número bajo de este gen, más parecido al de los lobos. En cambio, pasaron varios miles de años antes de que este rasgo se extendiera entre la mayoría de los perros”, explica el investigador.

“Sabemos que después de que se adoptara la agricultura en Oriente Medio hubo un movimiento de personas hacia Europa. En nuestro estudio, sabemos que se produjeron cambios similares en las poblaciones de perros, lo que sugiere que estos primeros agricultores trajeron sus perros con ellos cuando migraron a Europa”, declara Bergstrom.

“Otro ejemplo es que los perros en África parecen derivar de los primeros perros del Oriente Próximo, y estos perros probablemente siguieron a los pastores que se desplazaron al norte y este de África en los últimos miles de años”, añade.

No obstante, la secuenciación genética también ha mostrado disparidades entre las líneas temporales de perros y humanos. “En varios casos las historias no se alinean, sugiriendo que los humanos también se dispersaron sin perros, que los perros se movieron entre grupos humanos diferentes, o que los perros eran bienes culturales y/o productos comerciales económicos”, señala el estudio.

En este sentido, una pregunta “clave” es saber cómo se propagaron los perros a través de Eurasia y América durante el Holoceno, “ya que no hay grandes movimientos de población humana se han identificado después de la expansión inicial fuera de África”, cuestiona el estudio.

“Hasta hace 4.000 o 5.000 años, había una diversidad mucho mayor de perros en Europa, con algunos parecidos a los de Oriente Medio y otros a los de Siberia. Pero los perros europeos actuales, a pesar de su enorme variación en términos de tamaño y apariencia, son todos muy similares entre sí y parecen derivar solo de un pequeño subconjunto de esta diversidad pasada. No sabemos cuál fue este proceso, pero es probable que haya habido un solo tipo de perro que se expandió por toda Europa en algún momento y reemplazó a otras poblaciones”, concluye el investigador.

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