El 16 de noviembre de 1974, se enviaba el famoso mensaje de Arecibo. Con el fin de conmemorar la remodelación del radiotelescopio del mismo nombre, se utilizó para mandar un mensaje de radio dirigido a posibles poblaciones alienígenas. En él, se incluía información básica sobre el ser humano, la Tierra y el sistema solar. Para que nos fueran conociendo. El destino de esta comunicación fue el cúmulo globular M13, formado por unas 400.000 estrellas. Enviar toda esa información hasta allí fue casi como gritar al aire y esperar que el viento lleve nuestras palabras a alguien conocido. Para comunicarse con posibles civilizaciones extraterrestres lo ideal sería disponer de un catálogo de planetas susceptibles de albergarlas. Y por extraño que parezca, ese catálogo ya existe.
Lo acaban de elaborar dos investigadores, procedentes de la Universidades de Cornell y Lehigh, con ayuda del Telescopio Espacial TESS. Básicamente, lo que han hecho ha sido indagar en la lista de estrellas anfitrionas de exoplanetas similares a la Tierra, hasta dar con aquellos que cuentan con “buenas vistas” de nuestro planeta.
En busca de civilizaciones extraterrestres
Para empezar este estudio, publicado recientemente en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society: Letters, analizaron los datos albergados en el catálogo de estrellas del Satélite de Estudio de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la NASA y el mapa de estrellas de Gaia.
Una vez que dispusieron de esta información, comprobaron cuáles eran los sistemas estelares que albergan planetas similares a la Tierra desde los que podrían detectarse rastros químicos de nuestro propio planeta. De este modo, se garantizaría que, en caso de haber civilizaciones extraterrestres en alguno de ellos, sus miembros pudieran ver signos de una biosfera en la atmósfera terrestre.
En total, seleccionaron 1.004 estrellas, aunque este es un número que irá creciendo a medida que se vayan descubriendo más.
Pero para estudiar nuestra atmósfera primero tendrían que ser capaces de detectar la existencia de la Tierra. Para ello, tendrían que usar los mismos métodos que nuestros astrónomos han usado para dar con ellos. Estos consisten en analizar cómo cambia el brillo de una estrella en respuesta al tránsito de un objeto a su alrededor. Si hay un planeta que la orbita, dicho brillo fluctuará periódicamente, cada vez que este pase entre la estrella y el observador.
Un catálogo muy especial
Para que los astrónomos de esas hipotéticas civilizaciones extraterrestres pudieran encontrarnos, tendrían que detectar un planeta en tránsito alrededor de nuestro Sol, al que posiblemente habrían dado algún nombre diferente, según su forma de catalogar estrellas. Si además dispusieran de tiempo suficiente para hacerlo, mejor que mejor.
En este punto, las 1.004 estrellas se reducirían a 508, cuyos planetas circundantes dispondrían al menos de una ventana de observación de la Tierra de 10 horas con cada órbita. En definitiva, según ha explicado en un comunicado uno de los dos autores, Joshua Pepper, “solo una fracción muy pequeña de exoplanetas se alineará aleatoriamente con nuestra línea de visión para que podamos verlos transitar”. No obstante, las 1.004 estrellas identificadas originalmente podrían ver la Tierra orbitar al Sol. Esto llamaría su atención lo suficiente como para centrar sus observaciones en ella. Quizás así, algún día, llegaría el momento en el que nosotros recibiríamos nuestro propio mensaje de Arecibo. O quizás en un futuro podamos enviar otro, pero con un destinatario mucho menos aleatorio.
Todo son hipótesis, desde luego. No hay ningún indicio de que esos planetas alberguen civilizaciones alienígenas. Sin embargo, puestos a indagar, mejor reducir la búsqueda a aquellos lugares en los que también podrían estar buscándonos a nosotros.