Cualquier amputación, accidental o provocada, requiere una intervención quirúrgica rápida si se quiere intentar reinsertar el miembro en cuestión. El tiempo es extremadamente valioso, ya que por cada minuto que pasa las posibilidades de una operación exitosa se hacen cada vez más bajas. Buen ejemplo de ello es el de la reimplantación de pene. Hasta ahora, el caso más tardío conocido que finalizó con éxito fue el de un niño de 4 años, al que se le reinsertó 18 horas después de la lesión.

Sin embargo, este caso clínico ha pasado a un segundo puesto, después de la intervención realizada a un hombre de 34 años, que se ha descrito recientemente en BMJ Case Reports.

Éxito en la reimplantación de pene

El paciente al que se le realizó esta reimplantación de pene es un hombre de 34 años, con antecedentes de esquizofrenia paranoide.

Él mismo se había realizado la amputación durante un intento de suicidio realizado en el curso de un brote psicótico. Fue encontrado quince horas después de las lesiones y llevado de inmediato al hospital de la Universidad de Birmingham.

Una vez reanimado, se llevó al quirófano, donde comenzó la intervención quirúrgica. En ella participaron tanto urólogos como cirujanos plásticos, cuyo primer paso fue localizar los vasos sanguíneos de la parte superior del pene. Afortunadamente, todavía funcionaban. Las noticias no fueron tan buenas con los nervios, pues uno de ellos se había seccionado demasiado atrás como para volver a unirse.

Decidieron unir solo lo que podían, con la esperanza de recuperar el flujo sanguíneo perdido por la amputación. Lo lograron, pero para ello fueron necesarias 8 horas, por lo que se finalizó la reimplantación de pene 23 horas después de la lesión.

Aprendizaje posterior

Apenas hay 100 casos de reimplantación de pene descritos en la literatura médica. En todos ellos el éxito disminuye a medida que pasa el tiempo desde la amputación, salvo en lo ocurrido con el niño de 4 años, hace ya alrededor de dos décadas.

Por eso, se albergaban pocas esperanzas con respecto a esta intervención finalizada 23 horas después de la amputación.

Pero en contra de lo que se temía, fue todo un éxito. Seis semanas después, la uretra del paciente tenía toda su funcionalidad. Además, había recuperado la sensibilidad del miembro, e incluso podía tener una erección.

Su caso se convierte en un nuevo récord, pero también en un impulso para el aprendizaje. En el informe publicado por los médicos que le atendieron, estos inciden en la necesidad de realizar un seguimiento a pacientes susceptibles de provocarse estas lesiones. Las mutilaciones genitales, concretamente de pene, son muy comunes entre personas con esquizofrenia. Por eso, consideran importante que haya centros con equipos multidisciplinares, compuestos por urólogos, cirujanos plásticos, endocrinos y psiquiatras.

Uno de los principales hándicaps que se encuentran las personas que llegan al hospital con una lesión de este tipo es que difícilmente puede haber en todo momento especialistas familiarizados con este tipo de intervención. Y cuando el tiempo es oro, esperar a que lleguen puede ser un problema. Para este hombre todo terminó saliendo bien. Sus heridas físicas ya están curadas, aunque hay otras que son más difíciles de sanar. Afortunadamente, gracias a la presencia de especialistas en psiquiatría en los equipos médicos, ya está recibiendo la ayuda necesaria para lograrlo.

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