En la búsqueda de un equipo de primera para jugar, el hardware no puede fallar. Un PC a la última marcará la diferencia cuando la partida sea más intensa. Pero tampoco la pantalla, necesaria para disfrutar de la mejor experiencia a nivel visual, y también puede dar una ventaja competitiva sobre tus oponentes.

Si elegir la combinación adecuada de componentes ya era complicado para ti, los monitores también tienen su truco. No todos serán perfectos para cualquier uso o para todos, aunque sí que hay unas cuantas variables sobre las cuales estarás más cerca de acertar para la inmensa mayoría de situaciones.

Echando un vistazo a cuáles son las principales claves que definen a un buen monitor, podrás elegir uno que equilibre todas ellas y se adapte a ti. Te explicamos cómo la resolución, tecnologías, tiempos de respuesta y mucho más afectan a tu experiencia y posibilidades para ser el MVP de la partida.

Inmersivo y con detalle

El tamaño será la primera ficha por encajar en este puzle. Una experiencia inmersiva no vendrá de la mano de un monitor diminuto. Actualmente, la mayoría de las opciones para los formatos más comunes oscilan entre 20 y 32 pulgadas de diagonal de pantalla. Por supuesto que cuanto mayor sea mejor puede ser la experiencia, pero no se trata simplemente de llevar este dato al máximo.

Una gran pantalla requiere también un escritorio suficientemente amplio, como para que no haya que mover la cabeza en exceso. O, dicho de otra forma: de ser demasiado grande o alargado, algunos detalles de la acción comienzan a pasar desapercibidos hacia las esquinas del monitor.

También hay que tener en cuenta que un monitor de gran tamaño, por sí solo, no será suficiente. Si optas por un gran panel, pero mantienes el mismo número de píxeles de las opciones más básicas, verás como una imagen menos nítida es más y más evidente. Con menos puntos por unidad de superficie, podrás notar artefactos visuales como dientes de sierra o elementos borrosos.

Esto mismo es la resolución, que irá, por tanto, de la mano con el tamaño del panel. Desde un más que superado Full HD a un todavía difícil de explotar a máximos 4K, hay un punto intermedio que permite una versatilidad superior. Se trata del 2K o 1440p, que cuenta con 2.560 x 1.440 puntos, o cerca de un 80% más de información visual respecto al 1080p. Esta resolución es la que presenta el HP OMEN 27i, con sus 27 pulgadas en resolución 2K, que sellan un buen acuerdo entre un detalle excelente en un monitor amplio pero no excesivamente grande e incómodo para jugar.

La mejor calidad de imagen, por su tecnología

Decidido el tamaño y la resolución, toca vérselas con quien realmente nos dará la calidad de imagen que buscamos en la pantalla. Se trata de la tecnología del panel en este, que puede ser de uno de los cuatro tipos principales: TN, VA, IPS u OLED. Los tres primeros son tipos de panel LCD –o cristal líquido–, mientras que el último es radicalmente distinto en su funcionamiento.

Se trata de ajustar los compromisos a lo que vayamos buscando. Cada uno tendrá sus puntos fuertes y ventajas:

  • TN. Son paneles muy rápidos y baratos, pero su calidad de imagen no es la mejor. Quedan habitualmente bastante cortos en su contraste, ángulos de visión y precisión del color.
  • VA. Aunque mejoran el contraste y el color es ya decente aquí, tienen una desventaja que les hace ser peor para los juegos. El ghosting y desenfoque de objetos en movimiento les pone bajo la crítica, especialmente en juegos de acción, por ser los paneles más lentos.
  • IPS. Es el estándar de calidad de imagen. Pantallas brillantes, grandes ángulos de visión, muy buenos contrastes y una representación de color también muy precisa. Su gran desventaja frente a los rápidos TN se soluciona en la última generación de paneles, que encontramos en el nuevo OMEN 27i, que igualan la respuesta en tan solo 1 ms.
  • OLED. Por último, los diodos orgánicos llegan con los mejores contrastes –los negros más profundos– y una excepcional calidad de imagen. Desafortunadamente, esta tecnología cuenta todavía con el deterioro por uso prolongado, su oferta es escasa y su precio es muy elevado: alcanza en algunos casos los varios miles de euros.

Por tanto, si queremos tanto la mejor calidad de imagen como unos buenos tiempos de respuesta pero manteniendo un precio razonable, IPS es, a día de hoy, la opción más sólida y realista.

Rápido y sin lag

Pero no todo es resolución y calidad de imagen. Hoy en día, incluso los móviles –y especialmente aquellos que van enfocados a jugar– aterrizan con una tasa de refresco superior al estándar de 60 Hz. Esto es especialmente importante en juegos de acción, donde una mayor frecuencia habilita una experiencia más fluida, pero también con una mayor ventaja competitiva.

Si tu panel se refresca 60 veces por segundo, quiere decir que entre un fotograma y el siguiente tus ojos tienen que "esperar" 17 ms para la siguiente tanda de información. En monitores más recientes, como el OMEN 27i, el refresco a 165 Hz reduce esta cifra hasta tan solo 6 ms de latencia.

Como avanzaba más arriba, un panel IPS moderno es capaz de refrescarse de forma mucho más rápida que los tradicionales. De hecho, llegan al nivel de los TN más rápidos y que presentan, también, una menor calidad visual. Es el caso del OMEN 27i, que consigue actualizar su imagen en tan solo 1 ms, por lo que los borrones en movimiento quedan totalmente descartados.

A esto tenemos que sumar las tecnologías que permiten que se aprovechen todos los recursos del ordenador visualmente y sin producir artefactos. Es el caso G-Sync, la tecnología de Nvidia que permite, gracias a un pequeño chip en el monitor, sincronizar la tasa de refresco de la pantalla a la que esté proporcionando la tarjeta gráfica en cada momento. De esta forma se evita el stuttering que produce las molestas bandas horizontales en escenas con movimiento.

Los extras

Por supuesto hay otros detalles a tener en cuenta, y un ejemplo son los puertos disponibles. Habitualmente tendremos en el monitor al menos un DisplayPort y un HDMI para conectarlo a la salida de gráficos del ordenador. En algunos casos, contaremos también con varios USB a los que será posible conectar directamente los periféricos. Ratón, teclado, webcam y hasta el headset con micrófono puede ir directamente a la pantalla.

No queda atrás el diseño, que en esta ocasión a veces queda relegado a un segundo plano. Aquí entra tanto la importante parte estética, como verificar que efectivamente el monitor nos encaje en el espacio que vamos a dedicarle. En ocasiones, algunas peanas pueden ser muy grandes e inestables. En este sentido, quizá también nos interese comprobar el tipo de soporte que incluye, y si permite elevaciones o inclinaciones respecto a la posición de referencia, lo cual será útil para que se adapte a nosotros. Y no al revés.

OMEN 27i: sube de nivel

El nuevo OMEN 27i aterriza en una gran propuesta a lo largo de toda su ficha técnica. 27 pulgadas de diagonal, resolución 2K 1440p y panel IPS lo convierten en una gran propuesta que evita los excesos manteniendo una enorme versatilidad. Esto incluye a todo tipo de juegos, desde los más rápidos tipo FPS a los Triple A repletos de detalle. Y lo consigue siendo una propuesta más que respetable si también editamos video o imagen en ella, ya que soporta el 98% del espacio de color DCI P3.

Su pantalla cuenta con un generoso brillo de 350 nits, tasa de refresco a 165 Hz y tan solo 1 ms de tiempo de respuesta. Además, incluye Nvidia G-Sync para la sincronización de la imagen con la tarjeta gráfica. Cuenta con un puerto DisplayPort y otro HDMI 2.0, además de tres puertos USB 3.0 y salida directa para los auriculares.

Este monitor recibe además un gran trabajo en el apartado de diseño. Un estilo moderno pero elegante que se completa con iluminación RGB que puedes ajustar al acento de color de tu setup favorito. Esta tiene un uso doble, ya que bien puede servir a modo de Ambilight en el PC, pero puede también ser muy práctico a la hora de acceder a sus puertos. Este es también adaptable, con un rango vertical de movimiento de hasta 13 centímetros y es capaz de inclinarse y rotar.

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