La desescalada, o la llamada nueva normalidad, comienza a tomar forma. Mientras a nivel político bregan por los pasos de fase o no, a nivel comercial la situación sigue su curso. Y en el mundo de la movilidad, la vuela a la actividad tiene sus propios retos: entre el regreso y la rentabilidad pasando por las medidas de higiene especialmente en el sector de los coches compartidos.

Desde los primeros, con Movo –la versión de motos eléctricas de Cabify– a la cabeza, y después los patinetes de Lime una vez el Ayuntamiento de Madrid levantaba las restricciones a su actividad aumentando sus medidas de higiene, todos los modelos compartidos han ido ocupando las calles.

Desde hoy, los patinetes de Bird también ocupan las vías cumpliendo las desinfecciones diarias, más las realizadas por los Bird Watchers a lo largo de la jornada. Y a la lista, se suman los que –bajo las nuevas circunstancias– tienen una actividad más compleja: los coches compartidos.

Mientras Emov y Share Now permanecen a la espera, algunos ya van adelantándose en un sector que, por la nueva situación, se está volcando en el uso de coches privados evitando incluso los transportes públicos. Circunstancias que, pese a llevarse por delante buena parte de la actividad de la movilidad compartida, sí que tiene impacto en el alquiler de coches para larga duración –o incluso el interés por la compra–. Según Bipi, dedicados a la suscripción de vehículos, el interés por su actividad se habría disparado un 200% en las últimas semanas.

Entre la rentabilidad y la higiene

Ya lo comentaban desde Wible a Hipertextual: volverían cuando encontrasen una forma de cumplir la normativa, pero encontrando la rentabilidad del negocio. Modelo que ya incluso antes de la pandemia por el coronavirus ya se encontraba con cifras de negocio complicadas. No por los niveles de usuarios, crecientes durante los últimos meses, sino por los costes de mantenimiento del servicio. Se suele decir que "no podemos tener nada bonito, porque lo rompemos"; esto aplica directamente al sector de la movilidad compartida, que partiendo de una concepción naif, se olvidó de que cuando algo no es propiedad de uno el hecho de estropearlo importa menos.

Sea como fuere Wible, perteneciente a Kia y Repsol, ha regresado a las calles con un nuevo modelo de negocio. Antes con la opción de desbloqueo en las zonas en las que permanecían aparcados, Wible ofrece en mismo servicio pero con entrega a domicilio para alquiler entre 3 y 14 días. De esta manera, pueden garantizar la entrega de coches limpios evitando los riesgos de los compartidos.

Zity y unas medidas complicadas de llevar a cabo en los coches compartidos

Hoy miércoles, otra de las enseñas representativas del negocio de la movilidad compartida anunciaba que volvía a operar. Zity, dependiente de Renault y Ferrovial, regresa en Madrid y París de forma conjunta ampliando las medidas de desinfección e higiene. Y, como Wible, adaptando su modelo de negocio, además de a los alquileres temporales, a los de larga duración y una nueva tarifa de 0,17 euros minuto.

Pero su vuelta trae una serie de novedades y condiciones de uso que parten de las recomendaciones mínimas por parte de las autoridades, y que confían en el buen hacer de los clientes. Junto a las ya perennes mascarillas, obligatorias en la vía pública, se pide a los usuarios que se tomen la temperatura antes de usar los coches compartidos. Un máximo de 37 grados explican. Una medida que entra en conflicto con el uso arbitrario y espontáneo que se suele hacer de la movilidad compartida.

Por otro lado, solo podrán usarse los 5 espacios disponibles del coche si las personas viven en la misma casa. Si no fuese así, solo podrían ocuparse dos plazas. Otra medida que, pese a razonable, vuelve a depositar en el usuario el peso de la confianza.