Autor: Alberto R Aguiar

Las cámaras térmicas han llegado y, posiblemente, para quedarse. Esta tecnología, capaz de registrar la temperatura corporal, ayudará en la desescalada de la cuarentena, al permitir restringir el acceso a recintos cerrados a aquellas personas que presenten cuadros de fiebre. Sin embargo, su implantación podría ser prematura por diversas razones. Una es que estos escáneres son fácilmente hackeables.

"Nuestra ropa y complementos esconden nuestra temperatura corporal. Es por eso que el uso de mascarillas, gafas, gorra o incluso esa barba que te dejaste crecer durante el confinamiento pueden enmascarar la medida de temperatura", explica Juan Manuel Bermúdez, doctor en Química e investigador posdoctoral en la Universidad de A Coruña y en la Universidad de Cambridge. Bermúdez es especialista en dispositivos termográficos, ya que los utiliza en su grupo de investigación. Gestiona una cuenta divulgativa en Twitter e Instagram sobre este ámbito: @thermogramer.

Pero no solo puedes enmascarar tu temperatura con prendas. "Es posible utilizar agua helada para pasar desapercibido en este tipo de controles. Las cámaras térmicas detectan la temperatura superficial de nuestra piel, como una aproximación a la temperatura corporal", detalla Bermúdez. Así, si alguien tiene fiebre pero pretende acceder a un establecimiento controlado por termografía, podrá echarse agua muy fría en la cabeza.

Eso sí, Bermúdez recuerda que en ese caso "la temperatura observada por la cámara térmica puede ser muy inferior a la temperatura corporal esperada". En otras palabras, la temperatura será "anómala" y "no pasarás desapercibido".

Pero este no es el único problema que tiene que abordar esta tecnología a la hora de detectar posibles casos de coronavirus.

Otro es que este tipo de cámaras requieren una exactitud esencial para detectar cuadros de fiebre. Hay varias compañías en España que ya están distribuyendo este tipo de soluciones tecnológicas. Una es una startup española llamada Sensia y la otra es una multinacional china llamada Dahua, que de hecho fue la que cedió la famosa cámara termográfica al hospital de campaña que se instaló en el recinto ferial de Ifema, en Madrid.

Business Insider España se ha puesto en contacto con ambas marcas para que detallasen su tecnología en este artículo, pero por el momento ninguna de las dos ha respondido.

Las quemaduras o reflejos de luz o calor pueden alterar la temperatura que registre el escáner
Otro desafío al que tiene que hacer frente esta tecnología es no detectar falsos positivos. Bermúdez asume que existe "el riesgo de una interpretación o de una medida errónea de la temperatura, dando lugar a falsos positivos. El uso de cremas faciales, sesiones de bronceado recientes, quemaduras solares, reflejos de luz o calor procedentes de aparatos de aire climatizado o calefactores pueden afectar en cierto grado a la medida de temperatura superficial de nuestro cuerpo".

La propia Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) ha recogido en un informe algunas consideraciones sobre las afecciones que este tipo de tecnología puede tener en la privacidad de las personas. Pero lo que más le preocupa al organismo de control es que se estén instalando este tipo de cámaras sin consideraciones de las autoridades sanitarias: "El porcentaje de infectados sin síntomas es elevado y la temperatura alta puede estar asociada a otras patologías". No todas las personas que presenten fiebre tienen por qué estar infectados de COVID-19.

Además, la propia AEPD incide en que este tipo de dispositivos, manipulados sin la suficiente "precisión" por parte de personal no cualificado, pueden arrojar también casos de falsos positivos. Pero, en concreto, lo que más le preocupa al organismo es que "la utilización de estos sistemas podría crear una falsa sensación de seguridad que facilite el contacto con personas realmente infectadas".

El 46% de los pasajeros podría viajar sin ser detectado en las cámaras térmicas de los aeropuertos, según un estudio preliminar

De hecho, un estudio preliminar de la London School of Hygiene and Tropical Medicine ya estimaba en febrero que, a pesar de los escáneres térmicos instalados en los aeropuertos, hasta un 46% de los pasajeros contagiados de coronavirus podría viajar sin ser detectado.

Bermúdez tiene claro que las cámaras termográficas "pueden ser herramientas muy útiles en la lucha contra la propagación del virus. Son instrumentos no invasivos que pueden medir, a distancia y sin contacto, la temperatura corporal de las personas, evitando así el contagio asociado por proximidad. Es una técnica rápida y que puede escanear a un elevado número de personas al mismo tiempo, lo que interesa a la hora de agilizar colas en supermercados e instalaciones de uso común".

El químico confirma que se espera "un crecimiento en el volumen de ventas" de esta tecnología debido a la crisis sanitaria provocada por el actual coronavirus. De hecho, una importante compañía de seguridad española ha confirmado a Business Insider España que ha registrado un significativo incremento de la demanda de este tipo de instalaciones. "Ya en 2003, un brote de un virus similar, el SARS, provocó que cámaras termográficas fueran instaladas en aeropuertos y estaciones de tren", recuerda Bermúdez.

Esta tecnología es útil, pero debe utilizarse con cautela y garantías

No obstante, el investigador es muy claro: "Tenemos que utilizar estas cámaras termográficas con precaución, conociendo sus limitaciones y siempre complementadas con otras medidas mucho más efectivas, como el uso de mascarillas, medidas de higiene y de distanciamiento social".

Y advierte de que "un tema importantísimo a tener en cuenta sería tener una adecuada regulación de estos instrumentos para preservar nuestra privacidad y la adecuada protección de nuestros datos personales y sanitarios".

La AEPD, de hecho, además de en el informe anteriormente citado, ya había manifestado su preocupación "por el uso de estos dispositivos y la necesidad de contar con el criterio previo de las autoridades sanitarias". El organismo de control lo advierte la misma semana en la que se ha conocido que grandes superficies como El Corte Inglés planean su reapertura instalando este tipo de tecnología en sus accesos, cuando no hay ni una recomendación expresa por parte del Gobierno ni una regulación explícita en materia de tratamiento de datos.

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