Como cada 11 de febrero, hoy se celebra internacionalmente el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Es un buen momento para aprender sobre las mujeres que trabajaron, trabajan y trabajarán por la ciencia, así como para ayudar a generar referentes y fomentar vocaciones entre las niñas. No obstante, cualquier día del año es una buena ocasión para ello.

Por eso, hoy os mostramos una serie de libros que cumplen ambos propósitos, y lo harán tanto si los leemos hoy como si lo hacemos en cualquier otro momento. Además, no es necesario leerlos enteros en un solo día.

Para empezar, biografías: Mujeres de ciencia

Para empezar a introducirse en este mundo, cualquier biografía es buena. No es difícil encontrar libros sobre la vida de grandes científicas, como Marie Curie o Rosalind Franklin. Sin embargo, si no nos apetece elegir solo a una, puede ser una buena opción recurrir a títulos como Mujeres de ciencia, de Loqueleo Santillana, un bonito libro ilustrado en el que se narra la historia de 50 mujeres que cambiaron el mundo a través de la ciencia.
Tanto las ilustraciones como la narración son obra de la estadounidense Rachel Ignotofsky, quien también es autora de otros libros de temática científica, como Los increíbles ecosistemas del planeta Tierra.

La opción de los amantes del cómic: Objetivo, Hedy Lamarr

Para los amantes del cómic y la novela gráfica también hay opciones con las que aprender un poquito más sobre la vida de algunas de las mejores científicas de la historia.

https://hipertextual.com/archivo/2014/06/idolos-computacion-hedy-lamarr/

Buen ejemplo de ello es el de Objetivo: Hedy Lamarr, un cómic de Grafito Editorial en el que se narra la fascinante vida de la mujer a la que debemos la tecnología que dio lugar al WiFi. En él no se cuenta su historia tal cual, sino que se añade un poco de ficción, para convertirla en una trama policíaca que se lee sola. De cualquier modo, como bien explica en el prólogo la matemática y divulgadora científica Clara Grima, la vida de esta científica fue tan interesante que, aun siendo ficción, lo que se lee en el libro podría ser cierto.

Sin duda, es una buena forma de despertar el interés por lo que hizo en realidad y buscar un poco más sobre ella.

Crónicas de una leyenda: ‘Gorilas en la niebla’

En esta obra, la primatóloga estadounidense Dian Fossey plasmó a la perfección sus vivencias en la selva africana, donde no solo se dedicó al estudio de los gorilas, sino que también pasó a formar parte de su familia.

La extraordinaria vida de Dian Fossey, dedicada al estudio de los gorilas en la niebla

Narra cómo poco a poco fue acercándose a ellos, hasta establecer unos vínculos únicos con un grupo de ellos, entre los que destacaron especialmente tres: Digit, Cantsbee y Poppy. Fue tal su trabajo por conocer y, sobre todo, proteger a estos animales que llegó incluso a costarle la vida; pues, si bien a día de hoy las causas de su asesinato no están del todo claras, parece ser que tuvo que ver con sus intentos por detener la caza furtiva en la zona. Fue en 1985. Terminó así su historia de lucha y amor por la ciencia y la naturaleza. Por suerte, todos podemos recordarla de nuevo al sumergirnos en las páginas de este libro, que también fue llevado al cine.

Para cambiar el mundo no hace falta carrera: Visionarias

Mercedes Palacios

Este libro de la editorial Bridge, publicado hace apenas unos días, es el resultado de los dibujos realizados por la ilustradora Mercedes Palacios para el Inktober, una iniciativa a través de la cual muchos artistas publican una ilustración diaria durante el mes de octubre.

Por eso no es casual que sean treinta y una las mujeres protagonistas del libro, en el que no solo se muestran sus dibujos, con un estilo muy particular, sino que también se narra la razón por la que, a pesar de que la mayoría de sus nombres no nos suenen, pasaron a la historia. Podemos conocer las contribuciones de mujeres algo más famosas, como Marie Curie, Ada Lovelace o la propia Hedy Lamarr. Sin embargo, también se habla de otros nombres, como el de Sybilla Masters, la primera inventora de la que se tiene testimonio en los registros, o Martha Jones, la primera mujer negra en obtener una patente.

Con prólogo de la doctora en matemáticas y divulgadora científica Marta Macho Stadler y una breve introducción con el contexto histórico de las protagonistas, es un buen libro para conocer la vida de grandes mujeres que, de un modo u otro, nos hicieron la vida mucho más fácil. Aunque muchas de ellas no eran científicas, o al menos no tenían estudios científicos, merecen ser recordadas en un día como hoy.

Valentía y tragedia: Las chicas del radio

En los años posteriores a su descubrimiento, el radio se convirtió en un elemento casi milagroso, que se utilizaba con todo tipo de fines, desde la elaboración de cremas y pastas de dientes, hasta maquillajes, medicamentos e incluso chocolate.

Se le atribuían todo tipo de propiedades medicinales, pero también era muy codiciado por su aspecto, de color verde y brillante. Precisamente por eso fue muy habitual su uso para la elaboración de esferas de reloj que brillaran en la oscuridad.

Las chicas del radio: su coraje cambió las leyes de seguridad industrial

La demanda de estos artilugios creció a gran velocidad durante la primera mitad del siglo XX, por lo que las dos empresas dedicadas a su fabricación en Estados Unidos no paraban de contratar personal, especialmente mujeres, que se dedicaban a pintar los números brillantes, con un pincel que afinaban mojándolo en sus labios. No utilizaban ningún tipo de protección y, como es lógico, no tardaron en enfermar. Así empieza la historia real de Las chicas del radio, un libro escrito por Kate Moore y editado en España por Capitán Swing, en el que se narra cómo algunas de aquellas mujeres, a pesar de no tener apenas fuerzas para luchar por la enfermedad que les corroía, lucharon hasta el final para conseguir unos derechos que todos los trabajadores disfrutamos a día de hoy. Y también para dar a conocer los claros peligros del que hoy se sabe que es un elemento muy peligroso. No eran científicas. La mayoría ni siquiera tenían estudios de ningún tipo. Eran jóvenes que solo querían comerse el mundo, pero se toparon con el peligro del desconocimiento científico. Un peligro al que supieron hacer cara hasta su último aliento. Por eso, ellas también merecen ser recordadas hoy.

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