Desde su lanzamiento en abril de 2018, el satélite de estudio de tránsito de exoplanetas de la NASA (TESS por sus siglas en inglés) ha cumplido a rajatabla su labor, identificando un gran número de estos planetas ubicados en sistemas estelares ajenos al nuestro. Sin embargo, ninguno de ellos reunía las dos cualidades más buscadas en este tipo de objetos: tener un tamaño similar al de la Tierra y encontrarse en la zona habitable de su estrella. No lo había conseguido hasta ahora, pues por fin se ha localizado un candidato perfecto.

Curiosamente, hacía tiempo que habían dado con él, pero un pequeño fallo en los cálculos había llevado a los astrónomos a pensar que en realidad era mucho más grande de lo que realmente es. Ahora, ya con estos nuevos resultados, el siguiente paso será comprobar si las características en su superficie serían realmente aptas para albergar vida. Para ello se están llevando a cabo varios modelos computacionales, algunos con resultados muy interesantes.

En busca del exoplaneta perfecto

El trabajo de TESS se basa en monitorear grandes franjas de cielo, llamadas sectores, durante periodos de 27 días, en busca de cambios en el brillo de ciertas estrellas. Estas variaciones indican la presencia de algún cuerpo girando en torno a ellas, que interrumpiría la llegada continua de la luz hasta nosotros, por lo que significaría que podría haber un planeta a su alrededor.

Así fue como dieron con TOI 700, una estrella enana M, pequeña y fría, con una masa aproximadamente igual al 40% de la de nuestro Sol y una temperatura cercana a la mitad de la del astro rey.

Fue identificada durante los primeros meses de la misión, durante los cuales los investigadores apuntaron a la presencia de tres exoplanetas interrumpiendo su brillo. Este tipo de instrumentos no solo sirven para detectar planetas fuera del sistema solar, sino que también ayudan a calcular el tamaño de estos, ya que las perturbaciones en el brillo de su estrella también están relacionadas con este factor. Pero para eso es necesario tener inicialmente claras las dimensiones de la estrella. En el caso de TOI 700, se pensaba que era muy parecida al Sol. Sin embargo, un nuevo análisis de los datos, llevado a cabo por varios miembros del equipo de TESS, entre los que se encontraba un estudiante de instituto que colaboraba con ellos, mostró que esa cifra estaba equivocada. Como resultado, los cálculos que se habían realizado sobre los planetas también. En realidad, eran más pequeños y fríos de lo establecido en el momento y eso situaba a uno de ellos en el punto más deseado. Se trata del más extremo de ellos: TOI 700 d, un planeta rocoso, con un tamaño un 20% superior al de la Tierra, situado en la zona habitable de la estrella. Esto significa que está a la distancia justa para que pudiera albergar vida, ni demasiado lejos, ni demasiado cerca.

¿Qué son los exoplanetas y cómo se descubren?

Pero eso no significa que sea automáticamente idóneo para la vida. En base a los datos de los que disponen, los científicos de la NASA están desarrollando una serie de modelos que permiten establecer posibles situaciones para la superficie del recién encontrado planeta. En total han sido 20 los escenarios, entre los que se encuentra un planeta cubierto por un océano y una densa atmósfera con una composición mayoritaria de dióxido de carbono o una versión de la Tierra moderna, sin nubes.

También están prestando especial atención a los espectros que se forman cuando la luz atraviesa la atmósfera, interactuando de un modo diferente según las moléculas con las que se encuentra. Todo esto permitirá saber cómo de apto para la vida es este nuevo planeta. Por el momento, al menos se puede concluir que TESS ha empezado a superarse en sus objetivos. No está nada mal.

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