¿Qué producciones lograrán llegar a la pantalla grande? ¿Cuáles son los escenarios que deberán enfrentar los grandes estudios y productoras, en medio de una circunstancia imposible de predecir a mediano plazo?

En marzo, los primeros indicios que la pandemia del coronavirus podrían afectar la vida cotidiana a nivel mundial se hicieron más obvios. A pesar de eso, la industria del espectáculo se mostró incrédula ante la posibilidad de que la emergencia sanitaria pudiera afectar sus planes inmediatos o a corto plazo de manera determinante. Muy pocos estudios detuvieron grabaciones o analizaron la posibilidad de aplazar estrenos de sus proyectos más importantes, en medio de la incertidumbre y la información contradictoria que parecía describir un escenario en el que nada era muy claro.

En especial, no había pautas inmediatas que pudieran permitir medir el efecto de lo que estaba a punto de suceder. Pero a medida que el mes transcurrió y la emergencia se transformó en algo más que un dato estadístico, Norteamérica debió aceptar que se avecinaba una circunstancia por completo inédita que afectaría no sólo la vida común, sino también las diferentes industrias que dependen del público para prosperar.

Hollywood debió soportar un inmediato cierre de cines, en medio de una cuarentena que se extendió a través del país sin una planificación clara. Mientras en el medio oeste, algunos gobernadores tomaban decisiones sobre la marcha, el sur estadounidense se negó a reconocer la amenaza hasta que el número de infectados a través de la nación fue lo suficientemente alarmante como para dejar claro que el estado de emergencia superaba con creces cualquier previsión.

¿Hollywood podrá regresar a la normalidad? Los equipos de producción también se lo preguntan

De inmediato, el mundo del espectáculo se plegó a los requerimientos sanitarios y terminó deteniendo las filmaciones de sus proyectos más esperados, cancelando estrenos en la pantalla grande y al final, deteniéndose por completo. Casi dos meses después, la incertidumbre de lo que ocurrirá durante el resto del año, es una de las disyuntivas más complicadas a la que debe enfrentarse la meca del cine.

Hace una semana, Vulture envió a varios de sus periodistas para investigar sobre los posibles escenarios a los que se deberá enfrentarse la industria, no solo en lo que resta del año en curso, sino con todo probabilidad el primer semestre del siguiente.

Algunas empresas de análisis de mercado ya ponderan la posibilidad que los cines continúan cerrados en una fecha tan lejana como diciembre e incluso, que el regreso a la vida cotidiana sólo sea posible unos veinticuatro meses después de declarada la emergencia del coronavirus. Semejantes fechas sacuden los cimientos del cine tal y como lo conocemos y anuncian, que el panorama futuro será mucho más complicado de lo que podría suponerse apenas unos meses atrás.

“Tenemos que descartar 2020. Ya es el año que no sucedió”, dijo a Vulture un agente de una de las firmas de la ciudad que solicitó el anonimato, debido al esfuerzo conjunto que se lleva a cabo en Hollywood para mantener cierto optimismo. “No vamos a ganar dinero porque no hay ingresos con la televisión y las películas no se harán (…) Todo ha cambiado en lo que hacemos”.

Dinero, dinero y dinero

Sharon McCucheon/ Unsplash

Para la mayoría de las agencias, marzo y abril del 2020 se han convertido en quizás en los meses más duros de afrontar en cuanto a una situación de financiera, que según todos los cálculos anuncia una posible ruptura de la forma de hacer negocios que hasta entonces había imperado en Los Ángeles.

La mayoría de las productoras, agencias de talento, reclutadoras de personal especializado y una larga gama de empresas relacionados de manera indirecta con el mundo del espectáculo han debido cerrar sus puertas por la presión de las pérdidas por la suspensión de grabaciones y aplazamientos de estrenos, en medio de la posibilidad que la situación desborda las previsiones más pesimistas.

Para los estudios y productoras la situación no es distinta: aunque la mayoría ha logrado mantener buena parte de su nómina, hay indicios que si la situación económica provocada por la emergencia del coronavirus no presenta cambios notorios a partir del segundo semestre del año lo probable es que deben prescindir de buena parte de sus trabajadores o, incluso, solo mantener bajo contrato al personal indispensable para una posible reactivación del negocio.

Por ahora, nada es seguro y desde la temprana cancelación de la filmación de la última entrega de Misión Imposible en Venecia, la cada vez más cercana probabilidad que el mundo del espectáculo debe permanecer en silencio durante doce meses o incluso por más tiempo, se convierte en una situación sin precedentes que puede no sólo afectar el cine durante la siguiente década, si no afectar a la industria a un nivel desconocido que le obligue a replantearse sus elementos constitutivos de una forma nueva, sin tener garantías de los resultados.

Tres puertas abiertas

Según investigaciones llevadas a cabo por separado por Variety, Vulture y EW, hay tres escenarios probables con los que deberá lidiar la industria a partir de lo que pueda o no ocurrir en la semana inmediatas y según la curva de contagio del coronavirus en Norteamérica.

Se trata de tres perspectivas distintas que intentan abarcar desde los puntos más optimistas —una reactivación a corto plazo antes de final de año— hasta una mucho más peligrosa para la estabilidad de la industria y que supondría, que toda actividad relacionada con el mundo del cine continúe suspendida en una fecha tan distante como la primavera del 2021.

El primer escenario contempla la posibilidad que todas las actividades relacionadas con el mundo del cine, vuelvan a la normalidad antes de septiembre del 2020, lo que permitiría algunos estrenos de temporada e incluso que algunos calendarios optimistas lograrán cumplirse al menos en parte.

La perspectiva contempla un aumento exponencial del gasto de seguridad debido a las medidas sanitarias que tendrían que tomarse para llevar a cabo grabaciones que impliquen espacios abiertos y una considerable cantidad de trabajadores detrás de cámara. Aun así, las cifras de seguros y posible inversión en equipos e implementos médicos que garantizarán la salud tanto de los elencos como del resto del equipo de producción, continúa siendo mucho menor que la que Hollywood tendría que afrontar al tener que admitir que 2020 será un año sin cines, estrenos, festivales o la posibilidad de las primeras selecciones para para la futura temporada de premios.

La rápida restauración de la normalidad también implicaría que los estudios no tendrían que prescindir de los puestos de trabajo de personal técnico y artesano, lo que evitaría el cierre técnico de buena parte de de las pequeñas compañías asociadas a la meca del cine.

Una reapertura y reactivación de filmaciones de alto calibre durante el otoño del 2020 determinaría la capacidad de recuperación de buena parte de los proyectos que tuvieron que ser aplazados o suspendido sin fecha definida debido a la emergencia sanitaria. Desde Fast & Furious 9, Misión Imposible 7 hasta la muy publicitada reinvencion de Batman de la mano de Matt Reeves tendrían la posibilidad de continuar su trayecto a la pantalla grande sin demasiados tropiezos.

Según Vulture, la mayoría de las pólizas de seguro cubre hasta la primera semana de diciembre de 2020, lo que evitaría que una debacle financiera provocada por pagos adelantados pudiera afectar aún más la golpeada economía de la industria del cine. Proyectos distantes en el calendario como la próxima entrega sin título de Indiana Jones o Thor: Love and Thunder podrían trasladarse sin problemas 2021 a 2022, mientras que los estrenos más esperados como lo son Tenet de Christopher Nolan y The French Dispatch de Wes Anderson, entre otros, aún podrían tener su oportunidad de llegar a la pantalla grande y optar a formar parte de las listas de nominaciones entre los premios más prestigiosos de la temporada.

El segundo escenario, podría catalogarse como de mixto: implicaría que la reapertura de las salas se llevaría a cabo en algún punto entre las últimas semanas de octubre y primeras de diciembre del 2020. Sería de un escenario en que, aunque los principales estrenos deberían ser reprogramados para los primeros meses de 2021, unos pocos todavía llegarían a la pantalla grande y lograr quizás, algunos necesarios éxitos de taquilla, lo que equilibraría las considerables pérdidas que se reportaran durante el año en curso.

Pero una fecha tan distante en las estimaciones, implicaría que un buen número de pequeñas empresas deberían cerrar por la presión financiera y que algunas distribuidoras se verían en la imperiosa necesidad de trasladar alguno de sus estrenos directamente a las plataformas streaming o a cines virtuales. También habría la necesidad de reprogramar por completo calendario de sagas y franquicias, cuya continuación se retrasaría debido a los estrenos tardíos. Los principales afectados serían la dupla Marvel/Disney, que deberán reprogramar el inicio de la cuarta fase del Universo Cinematográfico de Marvel y también, todas las producciones que dependen de las primeras películas en llegar a cartelera.

También sufriría inevitables retrasos, la serie de live action de la factoría del Ratón Mickey, que esperaban continuar su racha de éxitos de taquilla con Mulán, una producción pensada especialmente para el mercado chino.

Por último, un peligroso tercer escenario, implicaría que el retorno a la normalidad de cine y las proyecciones de los estrenos de temporada, ocurriría a mediados del 2021, lo que terminaría por convertir todas las inversiones del año en curso en una sucesión de pérdida que tendrían un efecto de castillo de naipes sobre la industria en general. Se trataría de un drástico desgaste, que implicaría que varias de las grandes producciones de los estudios llegarían con años de retraso a la pantalla grande, mientras que sus grandes filmaciones siete u ocho meses después de vencidos los seguros que protegían la inversión y a los elencos frente a cámara.

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Detrás de créditos, la situación es incluso más caótica: las pequeñas compañías tendrían que cerrar puertas y buena parte de los artistas de diseño, técnicos, artesanos, compañías de post producción y edición digital entre muchas otras, tendrían que cerrar al menos mientras la situación en Hollywood lograr equilibrarse lo suficiente como para abrir la puerta a nuevos empleos. La situación podría incluso afectar el área inmobiliaria, de mercado bursátil y de servicios en un estado que depende de la Industria del cine para su subsistencia.

¿Qué ocurre en la actualidad?

En medio de una situación que incluso superó los duros momentos vividos por Hollywood durante la Segunda Guerra Mundial, es evidente que el mundo cinematográfico no se encontraba preparado para afrontar una inesperada suspensión de actividades totales que pudieran destruir las bases financieras que sostiene a la forma de hacer cine en la actualidad, sino que obligará a Hollywood a reinventarse de la forma más rápida posible, sin tener todas las herramientas para hacerlo.

No obstante, los primeros indicios estaban allí y para cuándo Misión Imposible 7 detuvo sus grabaciones en Italia debido a la emergencia del coronavirus, ya en Norteamérica la curva de contagio comenzaba a ser preocupante para buena parte de los ejecutivos, que comprendieron debían tomar decisiones sobre lo que ocurriría a continuación.

El 20 de marzo, la agencia de talento Paradigm anunció el despido “temporal” de más de 100 de sus 700 empleados de planta, debido a su incapacidad para asegurar las medidas mínimas de seguridad en medio de un ambiente de trabajo que implica grandes concentraciones de trabajadores. Aunque todavía la emergencia no había sido declarada a un nivel total y nacional, las estadísticas sobre posibles consecuencias sobre el mercado de trabajo hollywoodense, preocupó a la red de agencias alrededor de los estudios, y a numerosos gremios que comenzaron a preguntarse en voz alta si Hollywood sería capaz de absorber las pérdidas de al menos doce meses de suspensión de toda actividad relacionada con el mundo del entretenimiento.

A medida que el mes avanzó y fue evidente que el riesgo de contagio era cada vez mayor y que las posibilidades de un retorno la vida cotidiana muy pocas, la agencia de Jay Sures, Jeremy Zimmer y David Kramer también cerró puertas y sus ejecutivos se comprometieron a renunciar a su salario para mantener a flote la compañía. El 2 de abril, la Agencia Gersh tomó una decisión semejante y para finales de mes de abril, buena parte de todas las empresas relacionadas o vinculadas directamente con filmaciones de estudios y canales televisivos, anunciaron suspensiones temporales de sus actividades.

Se prevé que al menos diez de las más importantes agencias termine por cerrar sus puertas definitivamente o deben prescindir de más de la mitad de su nómina.

Emergencia detrás de cámara

Y mientras las filmaciones continúan suspendidas sin fechas probables de retornar a los sets de grabación, algunas grandes figuras del espectáculo comienza a mirar con interés el lucrativo campo de las plataformas streaming.

Martin Scorsese, uno de los pioneros en la asociación entre los grandes talentos de Hollywood y los canales online, al parecer se encuentra en negociaciones con Netflix y Apple TV Plus para financiar su nuevo proyecto protagonizado por Leonardo DiCaprio.

También hay rumores que Olivia Wilde, estaría a punto de firmar para dirigir una película diagrama para otra plataforma todavía no identificada. Todo parece indicar que quizás las distribuidoras y también las casas productoras de menor tamaño, están considerando con seriedad, la posibilidad de trasladar estrenos a las plataformas de mayor arraigo popular para asegurar, al menos tratos lo suficientemente convenientes como para recuperar parte de la inversión. Sin embargo, se trata de un recorrido incierto que sigue provocando desconfianza en la mayoría del mundo del cine.

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Por ahora, todo parece indicar que al menos varios de los grandes proyectos conservan la esperanza de ser proyectados. La esperada Dune de Denis Villeneuve todavía está programada para estrenarse el 18 de diciembre de este año, una decisión que parece sugerir que algunos importantes ejecutivos todavía en confían en que el viento pueda cambiar a su favor en algún punto entre el verano del 2020 y las primeras semanas de otoño. Aun así, el riesgo que la vida cotidiana y sobre todo la que implica la reestructuración de industrias que dependen de la existencia de grandes audiencias, se encuentra en medio de un terreno incierto, del que nadie se atreve a teorizar.

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