Ayer y hoy, la compañía espacial de Elon Musk, SpaceX, ha llenado titulares de todo el mundo por lograr un nuevo lanzamiento con éxito a través de Falcon 9. Ha sido el tercer lanzamiento de este cohete, que de nuevo ha logrado aterrizar correctamente para su reutilización, aunque en el proceso se ha perdido una de las dos mitades de su carenado. Los responsables del proyecto han anunciado que intentarán recuperarla del agua para poder seguir usándola. No obstante, incluso si no lo lograran, SpaceX seguirá dando mucho de lo que hablar este 2020, pues ya tiene previstos un gran número de lanzamientos, algunos de lo más curiosos.

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Es el caso del que se ha programado para el próximo mes de marzo, cuando la compañía planea llevar hasta la Estación Espacial Internacional 480 cultivos de células de plantas de cáñamo y café, con el fin de comprobar qué efectos tiene su crecimiento en microgravedad y si se modifican sus propiedades, de cara a su uso posterior, tanto en el espacio como de vuelta en la Tierra. Se encargará de hacerlo el vuelo de carga CRS-20, respaldado por las empresas SpaceCells EE.UU. Inc, Front Range Biosciences y la Universidad de Colorado, según explicaban recientemente en un comunicado de prensa.

Experimentos con la vista en el futuro

Las evidencias científicas de las que se dispone hasta el momento apuntan a que las plantas en el espacio pueden experimentar numerosas mutaciones. Esto ha llevado a los investigadores de las instituciones participantes a poner en marcha este proyecto, cuyo objetivo es comprobar en qué medida se producen, cómo les afectan y si se mantienen una vez de vuelta en la Tierra.

La estancia de estas células vegetales en el espacio durará un mes, tras el cual los científicos de Front Range Biosciences analizarán si se han producido cambios en el ARN. El objetivo de esta prueba es comprobar si ha cambiado la expresión génica que tenían antes de someterse a estas condiciones extremas. ¿Pero qué quiere decir esto exactamente?

Recordemos que el ADN es como el libro de instrucciones de un organismo. Todas las células tienen el mismo código, pero este no se lee en todas del mismo modo. Según la función de cada una, se seguirán unas instrucciones u otras o, dicho de un modo más técnico, se expresarán unos genes u otros. Esto se hace a través de la conversión del ADN a otra molécula, llamada ARN, que posteriormente servirá para sintetizar las proteínas necesarias en cada momento. En definitiva, lo que estos expertos buscan es comprobar si el espacio cambia el modo en que las células vegetales leen las instrucciones de la planta.

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Estos experimentos tienen el objetivo de comprobar cómo se comportarían las plantas en el espacio, de cara a futuras colonizaciones, tanto con fines científicos como, ¿por qué no?, también turísticos. Serían necesarias como ornamentación, pero sobre todo para ayudar a los viajeros espaciales a mantenerse saludables durante su estancia.

Pero eso no es todo, pues también se pretende comprobar si el estrés que supone este nuevo ambiente puede servir para que las plantas sinteticen compuestos químicos que no producirían normalmente. Sin duda se abrirá un campo de investigación muy interesante a raíz de este viaje. Pinta bien la ciencia que se presenta para este 2020.

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