En plena época de búsqueda de regalos de Navidad, puede que más de una persona haya optado por adquirir un difusor de aceites esenciales. La mayoría son bonitos, por lo que pueden usarse a nivel decorativo, y ayudan a dar a cualquier estancia un aroma agradable. Además, hay quien va más allá de la simple ambientación y se empapa en las supuestas propiedades de cada aroma para despertar diferentes sensaciones en nuestro ánimo.

Los efectos de la aromaterapia para el sistema nervioso son más que discutibles; pero, por lo general, no tienen por qué generar ningún daño. No obstante, sí que es importante tener cuidado con el uso de otros formatos de los aceites esenciales. Por ejemplo, se han reportado numerosos casos de perjuicios de su mal uso a nivel tópico, sobre la piel, y, por supuesto, de su consumo oral. Estas sustancias nunca deben ser ingeridas, pues pueden causar envenenamientos graves. Sin embargo, hay curanderos y pseudoterapeutas que recomiendan su administración de este modo, para paliar todo tipo de dolencias. Por todo esto, no son extraños los resultados del estudio publicado recientemente en Medical Journal of Australia por científicos del Centro de Información sobre Venenos de Nueva Gales del Sur (NSWPIC), quienes concluyen que los ingresos por intoxicación con este tipo de sustancias han aumentado notablemente en los últimos años y que las recomendaciones de uso inadecuadas tienen buena parte de culpa.

Peligro en aumento

Según las conclusiones de este estudio, elaborado a partir de datos de los Centros de Información sobre Venenos de toda Australia, entre julio de 2015 y junio de 2018 se registraron un total de 4.412 casos de intoxicación por estos motivos, dos tercios de ellos en niños menores de 15 años.

De todos ellos, 1.011 se dieron de 2014 a 2015 y 1.177 de 2017 a 2018. Esto supone un nada desdeñable incremento del 16%, que podría compararse con los aumentos acaecidos también en Europa y Estados Unidos.

El desglose de los datos analizados muestra que el 80% de estas intoxicaciones se debieron a una ingesta accidental, pero que el 13% se debió a un error terapéutico y el 2’4% a un consumo deliberado. Este puede parecer un porcentaje bajo, pero se corresponde con un total de 105 personas, que pensaron que tomar un aceite esencial resultaría beneficioso para su salud y, además, no entrañaría ningún posible riesgo adverso.

Además de todo esto, es importante remarcar que estas sustancias pueden suponer perjuicios también bajo otras formas de administración, como la tópica. Por ejemplo, en 2007 un grupo de investigadores del Instituto Nacional de Ciencias de Salud Ambiental de los Estados Unidos publicó un estudio en el que se describían tres casos de ginecomastia (crecimiento excesivo de los senos) en niños prepúberes, después de un uso demasiado frecuente de aceite de lavanda y árbol del té frotado sobre la piel. Según las conclusiones de dichos científicos, esto se debió a que ambos aceites tenían actividad estrogénica y antiandrogénica, lo cual quiere decir que refuerzan los efectos de las hormonas mayoritariamente femeninas e inhiben los de las masculinas. Afortunadamente, en los casos reportados en este estudio los efectos se revirtieron una vez que cesó la administración de los aceites, pero sirvieron como aviso de los peligros de excederse en su uso.

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Algo similar ocurre con los aceites presentes en sustancias como el Vaporub. En un estudio publicado en la revista Chest en 2009, se describe cómo su administración en hurones aumenta la secreción de mucosidad y la inflamación de las vías respiratorias. Esto, al tratarse de animales con grandes similitudes con los humanos a nivel respiratorio, indicaría que se debe evitar su uso en niños menores de dos años. Las propias marcas distribuidoras avisan de esto en el etiquetado, por lo que no habría ningún engaño al respecto. No obstante, muchas personas siguen usándolo en bebés y niños muy pequeños, a pesar del riesgo que supone.

Cuidado con los niños

En definitiva, cualquier aceite esencial o producto que lo incluya puede suponer un riesgo si no se usa correctamente. Por eso, los autores de este estudio australiano han advertido que los envases deberían incluir cierres a prueba de niños, para evitar ingestiones accidentales.

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Según han explicado en IFLScience, este tipo de cierres se suelen incluir en recipientes por encima de los 15ml, pero solo 5 ml son suficientes para generar toxicidad severa, por lo que sería recomendable incluirlos desde esa cantidad. De cualquier modo, antes de comenzar a utilizar cualquier producto, más allá de sus usos habituales, lo más recomendable es consultar con un profesional sanitario, por muy natural que sea este. No olvidemos que la cicuta también es natural y aun así todos tenemos claro que no deberíamos tomarla ni mantenerla cerca de los niños. Ante la duda, tratemos todos los productos por igual.

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