Joker ya es un éxito a todo nivel: no solo es la película más taquillera de la historia estrenada en el mes de octubre (un extraño récord que hace pensar qué habría ocurrido de haber llegado a la pantalla en cualquier otro mes), sino también la más exitosa de Warner Bros.

Como si eso no fuera suficiente, su argumento retorcido, oscuro y sórdido se debate en redes sociales e incluso las grandes figuras de Hollywood han dedicado atención a su ambiguo mensaje: desde la ferviente defensa de su historia a la que Michael Moore dedicó unos cuantos párrafos en su Facebook oficial, hasta el sentido post que Josh Brolin escribió para celebrar la película en Instagram es evidente que la alargada sombra de la película de Phillips se extiende más allá de un mero suceso mediático.

Pero, sobre todo, Joker es un homenaje al cine: uno concentrado en el discurso sobre la naturaleza humana, la violencia y el cine con acento en la complejidad del discurso visual que, por años, se había echado de menos en la pantalla grande. Hagamos un repaso a las películas a las que sin duda Phillips rinde homenaje (de forma involuntaria y yo) a través de la icónica imagen del villano más temible de Gotham:

The Man Who Laughs, de Paul Leni (1928)

La referencia obligatoria e inmediata a todas las versiones del Joker modernas. El director alemán creó una adaptación de asombrosa dureza del clásico de Victor Hugo del mismo nombre y profundizó en el personaje de Gwynplaine, gracias a la siniestra obsesión del actor Conrad Veidt por crear un tipo de villano a mitad de camino entre el horror y el sufrimiento moral. El resultado es una figura macabra, dolorosamente escindida entre el trauma y la derrota, que fue de hecho, el referente inmediato para Jerry Robinson, Bill Finger y Bob Kane, a la hora de crear al archivillano de Gotham.

Psycho, de Alfred Hitchcock (1960)

Arthur Fleck tiene una relación ambigua, incómoda y singular con su madre y aunque no lo es tanto como la que sostiene el Norman Bates de Anthony Perkins con la suya, entre ambos hay un indudable paralelismo al momento de comprender la figura materna como el eslabón que les mantiene unidos a cierta normalidad. Para Arthur, su madre es el símbolo del pasado, del terror y del miedo escindido en dos personalidades que confluyen en la oscuridad.

Para Bates, el origen de todo mal. Tanto como el uno el otro, mantienen un vínculo enfermizo, inquietante y venenoso. Un personaje que para Norman es el génesis de todos los horrores, mientras que, para Arthur, el enigma que marcará la caída definitiva hacia la oscuridad. El paralelismo es inevitable y Phillips lo acentúa con diálogos cortos, duros y una relación inquietante difícil de definir entre la madre enferma y el hijo, a quien le une el odio y una forma retorcida de codicia.

A Clockwork Orange, de Stanley Kubrick (1971)

Por supuesto, se trata de otras de las referencias obvias para Phillips, que convirtió al cínico y violento Alex DeLarge de Malcom McDowell, en una criatura herida, peligrosa y tétrica con el rostro de Arthur Fleck, también muy cerca de la marginación y en busca de la reivindicación a través de la agresión y el asesinato. Y aunque Alex y Arthur son extremos opuestos de la misma idea — ambos personajes representan ideas contradictorias del absurdo existencial — tanto uno como el otro, simbolizan la ruptura del orden cultural y el poder del miedo, temas que tanto Kubrick como Phillips tocan en sus respectivas películas.

Death Wish, de Michael Winner (1974)

El drama criminal, que dio origen a la figura del vengador urbano en busca de justicia al margen de la ley, es uno de los referentes obvios de Phillips al momento de analizar la influencia de Arthur Fleck como símbolo de la inconformidad social y la violencia normalizada en las calles de Norteamérica. Y aunque Winner lo hizo desde la óptica del ciudadano común destrozado y reconvertido en un asesino luego de enfrentarse a un sistema burocrático y anónimo, el Arthur Fleck de Phillips tiene la misma angustia interior y necesidad de reivindicación, que hicieron del personaje interpretado por el actor Charles Bronson, en todo un símbolo de la búsqueda de justicia en un entorno cultural indiferente.

One Flew Over the Cuckoo’s Nest, de Milos Forman (1975)

Phillips ha tratado de reflejar la sordidez de la alienación y la marginación social de los enfermos psiquiátricos, de la misma forma en que lo hizo Forman en su ya clásica película. En ambas películas, la locura es un recorrido lento y tenebroso hacia las entrañas de un sistema indiferente y corrosivo, que destroza al enfermo antes de brindarle ayuda. Para Forman, la versión del horror de las instituciones y de la burocracia se transforma en una tensión argumental insoportable. Para Phillips, el recorrido de Arthur desde sus terrores hasta su caída final, a mitad de camino entre la indiferencia social y los espacios en blanco de una cultura indiferente, es imprescindible para comprender el destino final de su personaje.

Taxi Driver, de Martin Scorsese (1976)

La influencia más obvia y sobre todo, la que sin duda marca el tono y la forma en que Phillips manejó la violencia y el tópico sobre la crueldad cultural en el argumento de su película. El Travis Bickle de Scorsese (que en su oportunidad encarnó Robert De Niro recibe un considerable homenaje en la furia contenida de Arthur Fleck de Joaquin Phoenix), pero, sobre todo, en la noción sobre la opresión cultural y el alineamiento social que convierte a ambos personajes en marginados y por último en asesinos. ¿Una anécdota? Arthur hace el clásico gesto de la pistola imaginaria que apunta a la cabeza en una de las primeras escenas del Joker, un homenaje directo a la forma en que Martin Scorsese imaginó la gestualidad contenida y tenebrosa de Travis.

The King of The Comedy, de Martin Scorsese (1982)

Una de las películas más infravaloradas del director y que Phillips reedita desde la perspectiva del humor siniestro y angustioso que se enlaza con algo más inquietante. Para la ocasión, Joker convierte a su Arthur Fleck en un Rupert Pupkin (interpretado originalmente por Robert De Niro), en una versión tenebrosa del comediante obsesionado con la fama y el reconocimiento. Pero mientras el personaje de la película del ’82 era una clara alegoría a la presión de la sociedad por el éxito, en la película de Phillips el escenario se convierte en el último eslabón de una cadena de derrotas morales que finalmente, arrojan a Fleck a la oscuridad y a la locura.

The Dark Knight, de Christopher Nolan (2008)

the dark knight star wars mashup
Warner Bros.

No se trata de una referencia obvia, pero la película de Phillips rinde homenaje a la de Nolan —y en especial, a la figura de Heath Ledger— en momentos especialmente duros de su argumento. Desde la máscara de payaso que los asesinatos de Arthur convierten en símbolo de rebelión urbana —que es la misma que lleva el personaje de Ledger en la primera escena del film de Nola — hasta el icónico viaje en la patrulla de Arthur, tan parecido a ese otro del Joker del Ledger, la película crea un discurso metareferencial que no solo homenajea, sino que sostiene la versión de la desconstrucción del héroe, imaginada por Nolan.

You Were Never Really Here, de Lynne Ramsay (2017)

Hay algo del traumado asesino de pasado misterioso interpretado por Joaquin Phoenix en la película de Lynne Ramsay en el tenebroso y muy cerca de una explosiva oscuridad interior Arthur Fleck. Tanto uno como el otro viven una existencia al borde de la sociedad y reflejan el dolor a través de un tipo de violencia que se manifiesta en forma progresiva, hasta un gran recorrido final por los orígenes de los lugares más tenebrosos de la mente humana. Para Phoenix, la película de la directora escocesa, debió ser el referente inmediato en la búsqueda de la humanidad ambigua y escindida, de hombres destrozados por un tipo siniestro de presión interior.

Logan, de James Mangold (2017)

De la misma forma que la trilogía de Nolan sobre Batman, Logan de Mangold creó una versión del mundo superheróica alejada de la percepción habitual entre lo ideal y lo simple, para elaborar un detallado recorrido por la desesperanza, el sufrimiento emocional y la violencia como una mirada insistente sobre una lúgubre pérdida de la identidad. De la misma forma que Joker, Logan logra elaborar un recorrido convincente hacia la humanidad de la figura del superhéroe y el villano, para brindar una versión emocionalmente novedosa sobre el poder y el dolor humano en personajes singulares de enorme peso en la cultura pop. Una perspectiva que Phillips no solo acentuó, sino que llevó a una nueva y desconocida dimensión.

Sin duda, Joker se ha convertido en uno de los sucesos cinematográficos del año, pero también, en un recorrido interesante por el cine de las últimas décadas, que sin duda es su principal fuente de referencia y de quien hereda, un poderoso discurso visual. ¿Será la película de Phillips un regreso a la antigua osadía cinematográfica hollywoodense?

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