Cuando Joker ganó el reconocimiento del festival de Venecia, hubo la inmediata percepción que la película era una más que probable candidata a encabezar las futuras listas de nominaciones en la venidera temporada de premios. No obstante, a medida que la polémica alrededor de su argumento y sobre todo, el peso de las críticas acerca de la forma en que analiza la naturaleza de la violencia, la posibilidad ya no parece tan clara. Después de todo, el Oscar y otros tantos galardones dependen de la opinión —y la percepción— de los votantes, que deben manejar no solo argumentos cinematográficos y técnicos, sino también y casi de manera inevitable, el impacto cultural de la película a escoger.

‘Joker’: ¿obra maestra o alegato incel?

¿Podría afectar la controversia al Joker como producto de cine en estado puro? Para comprender el tema, quizás es necesario analizar todos los puntos de vista que tendrán una considerable relevancia, al momento de sacar conclusiones de su importancia como fenómeno cultural.

Una mirada al peso del lenguaje

Warner Bros. Pictures

Al film de Phillips se le ha llamado “provocador”, “irresponsable” y “extraordinario”. Términos que rara vez confluyen para describir un mismo producto cinematográfico. El director Michael Moore insistió que se trataba de una película necesaria, mientras la crítica de Time Magazine de Stephanie Zacharek condenaba la forma en que se sustentaba el discurso violento Incel y de varios de los tiradores protagonistas de sucesos armados durante la última década.

De hecho, y aunque la película intenta no pontificar ni tampoco podría calificarse como “política”, plantea sin duda el tema sobre la violencia social y urbana norteamericana mientras muestra a una ciudad a punto de explotar, y elabora un discurso muy directo sobre los dolores culturales que alimenta la percepción sobre los monstruos que crea la desigualdad social, el desarraigo y la indiferencia del sistema político. ¿Se trata de temas por si mismos peligrosos? No tanto, ni tampoco es la primera vez que el cine elabora un recorrido sobre personajes heridos y rotos de considerable realismo y además, vincula su comportamiento a la sociedad de consumo y otros temas levemente ideológicos.

¿Por qué Joker produce tanta incomodidad? Sin duda, podría atribuirse a la época: durante la última década, los tiroteos y eventos armados en Norteamérica se han multiplicado hasta convertirse en un fenómeno específico. También, los relacionados con un tipo de odio muy concreto relacionado con el rechazo y la figura de la mujer. El 26 de marzo de 2014, Elliot Rodger de veintiún años y autodenominado Incel asesinó a seis personas (tres con un cuchillo, tres con una pistola) y luego se suicidó. En un video publicado en su canal personal de YouTube, Elliot explicó que el motivo por el cual cometería el crimen fue “el rechazo que durante toda su vida sufrió por parte de las mujeres”. En el video, Elliot deja claro que se vio obligado a tomar la decisión debido “Durante los últimos ocho años de mi vida, desde que llegué a la pubertad, me he visto obligado a soportar una vida de soledad, rechazo y deseos insatisfechos”.

La mayoría de las afirmaciones de Elliot parecen provenir de su incapacidad para relacionarse con el sexo femenino, pero también, hay un considerable peso de responsabilidad expeditiva que el asesino atribuyó a la cultura en la que creció, el peso de la desigualdad y los miedos sociales que le rodeaban. Lo mismo podría decirse de Patrick Crusius, que el 3 de agosto de 2019 disparó contra una multitud en El Paso, Texas.

Veinte minutos antes de ocurrir la tragedia, un texto de características racistas fue incluido en la plataforma 8chan, en la que el Crusius no solo justificaba los atentados de Nueva Zelanda el mes anterior (y en el que murieron 51 personas), sino que también insistía en que los inmigrantes era un peso social que el país apenas podía sostener. Tanto Elliot como Crusius justificaron sus acciones violentas, amparados sobre situaciones sociales que según su punto de vista, provocaron, alentaron y finalmente, fueron el detonante de su conducta asesina.

La película Joker, con su meditado estudio sobre la caída en la locura de Arthur Fleck (interpretado por Joaquin Phoenix), podría analizarse como una mirada humanizada y empática sobre los motivos de asesinos y agresores en potencia, que insisten ser productos de la sociedad y sus rigores. Una idea que ya preocupó los suficiente a los sobrevivientes del tiroteo en Aurora (Colorado), como para escribir una carta a Warner Bros. y a Todd Phillips, en la que exigían al estudio y también al director, una “posición firme” sobre la forma en que el film reflexiona sobre el fenómeno de la violencia.

En respuesta, el estudio emitió un comunicado en el que apoyaba de manera tácita a su película, al recordar que se trataba de una historia ficticia sobre un personaje de cómic y que el estudio no consideraba al Joker un héroe. A pesar de eso, la percepción sobre la condición de Arthur Fleck como víctima continúo siendo evidente y de hecho, es la percepción más directa —y preocupante— sobre la manera en que la película debate la violencia armada. Arthur mata luego de ser abusado, humillado y golpeado. ¿Se trata de un mensaje que la Academia de Artes Cinematográficas quiera enaltecer? ¿Se trata de una versión sobre la cultura norteamericana que desee vender desde el fenómeno mundial del cine?

La gran pregunta inevitable, es la que se conecta de inmediato con el hecho que Joker se ha convertido en un fenómeno social. Tanto como para provocar discusiones y debates públicos sobre su contenido. ¿Querrá el Oscar, los periodistas y críticos detrás del Globo de Oro llevar el mensaje de una película incómoda y ambigua a las diferentes noches de premiación?

La violencia y el Oscar, una relación complicada

Warner Bros. Pictures

Por supuesto, Joker no sería la primera película violenta en recibir un premio de la Academia: A Clockwork Orange, de Stanley Kubrick, obtuvo una nominación a mejor película en 1972, al igual que la ultraviolenta, ambigua e incómoda Deliverance de John Boorman. Taxi Driver, que convirtió a Travis Bickle (Robert De Niro) en el símbolo de las masas desposeídas en busca de reivindicación fue nominada 4 premios en el 1977. En 1992, El silencio de los Corderos, de Jonathan Demme, que mostraba a un asesino que se concebía a sí mismo como transgénero y mataba a mujeres para quedarse con su piel, obtuvo cinco Oscar en 1992 a la mejor película, director, actor (Anthony Hopkins), actriz (Jodie Foster) y guion adaptado (Ted Tally).

Pero quizás, lo que podría empañar las aspiraciones de Warner Bros. por convertir a su película en un clásico moderno encumbrado por los votantes de la Academia sea justamente la historia reciente que pesa sobre argumentos semejantes. Según un análisis de The Hollywood Reporter, una encuesta anónima entre los miembros de la Academia deja muy claro que las opiniones están divididas en tres grupos concretos: los que odian la película, los que la aman y los que creen que, a pesar de su calidad, no debería ser premiada.

Siempre según The Hollywood Reporter, en el primer grupo varias voces alaban la película y la califican como “brillante”, a la que vez que insisten que “Joaquin Phoenix nunca ha estado mejor”. Incluso, uno de anónimos encuestados, relacionados con la rama técnica, asegura que es prácticamente imposible que la película no reciba al menos varios reconocimientos “Aún es temprano, pero puedo imaginarme a mí misma nominándola a Mejor Película. Y Phoenix tiene que estar nominado, o la rama de actores no sabe lo que está haciendo”.

En el grupo de detractores, hay quienes creen que se trata de un ejercicio “cínico” de narcisismo y que, además, hay mucho de un pesimismo doloroso que podría “agotar a la audiencia”. Por último, hay una pequeña porción de votantes que no saben si verán la película o no, en específico por considerar que tanto estudio como director, hacen un hincapié irresponsable en la violencia. No obstante, la posibilidad “cómo un ente corporativo como AT&T Warner vende violencia y oscuridad” les despierta curiosidad.

¿Qué ocurrirá a partir de enero cuando las temporadas de nominaciones comiencen a analizar lo mejor del año cinematográfico? ¿Se impondrá el inevitable condicionante del clima de violencia actual en EEUU sobre las posibilidades de analizar el Joker como película independiente? Solo resta esperar para comprender el alcance del film nivel cultural y las consecuencias que eso pueda tener sobre sus posibilidades para encumbrarse entre los galardones más importantes de la industria.

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