Si examináramos la galería de imágenes del móvil de cualquier padre o madre de un bebé, lo más probable es que su retoño sea el protagonista de un alto porcentaje de las fotos guardadas en ella. Cosas de la era de las nuevas tecnologías. Los adultos del futuro tendrán dispositivos electrónicos repletos de imágenes de sus primeros años, realizadas por unos progenitores henchidos de orgullo, mientras que los de ahora apenas tenemos unos cuantos álbumes repletos de polvo que solo miramos cuando una nueva pareja viene por primera vez a casa de nuestros padres.

Sin duda, poder capturar fotos de una forma tan rápida y sencilla es útil de cara a la generación de muchos recuerdos bonitos, ¿pero qué pasaría si también pudiera tener aplicaciones necesarias para la salud de los niños que salen en ellas? Es precisamente lo que ha conseguido un grupo de científicos de varios centros estadounidenses, con el desarrollo de una aplicación que rastrea las imágenes guardadas en la galería del móvil, en busca de signos de trastornos oculares.

Lo bueno de los ojos rojos

Todos nos hemos quejado alguna vez de la apariencia demoníaca que nos confieren los ojos rojos resultantes de algunas fotografías con flash, especialmente si se han realizado en un ambiente oscuro.

Es cierto que el resultado no es visiblemente atractivo, pero al menos denota una buena salud ocular. Este efecto se debe a que al dispararse el flash la luz pasa a través de las pupilas, previamente dilatadas por la presencia de una iluminación tenue, y se refleja en los vasos sanguíneos, que se encuentran detrás de la retina. De este modo, vuelve de nuevo hacia la cámara, que lo capta en forma de ese punto rojo tan odiado.

El mismo fenómeno tiene lugar también cuando la pupila se examina con un oftalmoscopio. Esta es una prueba empleada habitualmente en chequeos a recién nacidos y niños pequeños, ya que sirve para detectar algo conocido como leucocoria, que se da cuando el reflejo no se manifiesta con la pupila coloreada de rojo, sino de blanco. Esto puede ser señal de varios trastornos oftalmológicos, como el retinoblastoma, la retinopatía del prematuro, las cataratas pediátricas, el estrabismo o la enfermedad de Coats. Algunos suponen una pérdida progresiva de la visión; mientras que otros, como el retinoblastoma, pueden acabar con la muerte del niño. Por eso, el diagnóstico precoz es de vital importancia para comenzar el tratamiento lo antes posible.

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Todos estos trastornos se dan por motivos diferentes, pero coinciden en que la luz se refleja en superficies oculares anormales, como los tumores en el retinoblastoma o el colesterol en la enfermedad de Coats. El resultado es la leucocoria, pero no siempre puede detectarse de forma precoz con el oftalmoscopio. De hecho, según un estudio llevado a cabo en 2003, los pediatras encuentran estos signos en solo el 8% de los casos.

Curiosamente, ese mismo trabajo señalaba que en un 80% de los niños tratados fue un familiar o un amigo el que detectó la leucocoria, mucho antes que el médico. Las causas por las que el chequeo resulta tan ineficaz no están claras. Los expertos creen que puede deberse a la falta de dilatación en los ojos, la insensibilidad a las anomalías y lesiones periféricas posteriores, la distancia a la cara a la que se realiza el examen o la dificultad para examinar a los bebés muy pequeños, que oponen resistencia.

Al contrario de lo que ocurre en una consulta, los bebés se muestran más relajados en las fotografías de los familiares. Además, suelen realizarse tantas que es posible que en una de ellas, casualmente, la distancia sea la adecuada y la luz propicie una dilatación adecuada de la pupila.

Fotos para un diagnóstico precoz

Estos inconvenientes de los chequeos convencionales llevaron a un equipo de científicos estadounidenses a desarrollar la aplicación White Eye Detector / CRADLE, que utiliza algoritmos de inteligencia artificial para analizar las fotos de un teléfono móvil en busca de signos de leucocoria. No es necesario cargar imágenes, pues el detector rastrea todas las que se encuentran en el dispositivo.

Para la realización de un estudio inicial, publicado ahora en Science, sus autores utilizaron tres teléfonos inteligentes (iPhone 7, iPhone X y Google Pixel 2XL), en los que se cargaron 52.982 imágenes, procedentes de 20 niños con trastornos oculares y otros 20 niños sanos. Paralelamente, un equipo de profesionales especializados analizó visualmente cada una de las imágenes, en busca de signos de leucocoria. De este modo, se pudo comprobar que la sensibilidad de la aplicación para detectar este fenómeno era de un 75% en niños de hasta seis meses y de un 90% en menores de dos años.

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De cualquier modo, los científicos detrás de CRADLE advierten que para un correcto funcionamiento se deben utilizar muchas fotografías, ya que la probabilidad de que el algoritmo haga un diagnóstico adecuado en una sola fotografía es de aproximadamente el 30%. Esto significa que se deben analizar de media tres imágenes con leucocoria para que la app la capte. Esto tampoco es un gran problema, si se tiene en cuenta la cantidad de instantáneas que los padres suelen hacer de sus hijos.

Si todo se hace correctamente, los primeros signos de estas enfermedades podrían detectarse hasta 1’3 años antes que en consulta médica.

El prototipo de la aplicación puede descargarse ya de forma totalmente gratuita, tanto en la App Store de Apple, como en Google Play. Obviamente, esto no sustituye a los chequeos habituales de los niños. Además, ante cualquier duda la solución sigue siendo acudir a un profesional. No obstante, nuestro teléfono móvil puede ayudar a detectar en sus ojos signos que pudiesen haber pasado desapercibidos. Al menos, ahora, las cantidades ingentes de fotos a los niños tienen una aplicación mucho más útil que avergonzarlos frente a sus parejas y amigos cuando sean mayores.

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