Aunque las consolas mini retro ya son una constante en las casas de los jugadores, los nostálgicos y las estanterías de las tiendas son un mercado nuevo. Con la NES mini como punto de arranque, poco a poco están llegando la mayoría de las consolas de los '80 y '90, con sus títulos más icónicos y con mayor o menor acierto en el catálogo. Aunque ha habido una evolución en este nicho, sigue siendo incipiente, y por tanto, tiene mucho margen de mejora.

NES Mini, nostalgia concentrada y el problema del cable

Nintendo dio el pistoletazo, pero sin duda podemos decir que su eterno competidor del pasado ha hecho mejor los deberes. Si bien es cierto que ha tenido más tiempo, la SEGA Mega Drive Mini es, sin ninguna duda, la mini retro más completa del mercado, tanto en posibilidades jugables gracias a su enorme catálogo, como lo interesante de los pequeños detalles que esconde su emulador.

La consola en sí no difiere mucho del resto. Tamaño tremendamente reducido (más pequeña incluso que los mandos y 55% de reducción frente a la original), cables lo suficientemente largos para jugar con mucha comodidad, controles de tamaño natural, y un paquete que incluye todo lo necesario para usar la consola nada más sacarla de la caja: cable HDMI, cable USB para dar alimentación a la consola, dos controles USB. Desempaquetar, conectar y listo.

SEGA ha reproducido todos los detalles de la consola a la miniatura: el control de volumen, los bonotes de encendido y reinicio y hasta la bahía de expansión (simulada, eso sí). El resto hace gala del mismo sistema que las otras retro mini. Los mandos se conectan vía USB simulando el conecto original de SEGA-ATARI, y no tiene posibilidades de expansión más allá del catálogo tremendamente abultado, que incluye la consola con 42 títulos.

Como vemos, abultado, con grandes títulos y con un montón de opciones para todo tipo de jugador. La magia de su catálogo, aunque como dijimos en nuestras primeras impresiones dependerá de los gustos del jugador, sí que hace gala de todo tipo de juegos y SEGA ha tenido a bien incluir varias opciones para todas las edades y tipos de perfil, aunque por preferencia y nostalgia siempre se tire por el Street Fighter, Alex Kidd, el genial Streets of Rage, Castlevania o el omnipresente Sonic, seña de identidad de la casa.

Aunque vamos una décadas con retraso si nuestra intención es comentar la calidad sobradamente probada de estos títulos. Podemos decir que todos y cada uno de ellos funcionan a la perfección en la consola. Mención especial, eso sí, la requiere el sistema de guardado de la SEGA Mega Drive Mini. Lo cierto es que está estandarizado para todos los juegos, con un menú propio, y permite dejar el punto de guardado en el momento que nosotros queramos, independientemente de la fase del juego.

El sistema es tremendamente sencillo de usar: se invoca el botón reset de la consola, se selecciona el punto de guardado y listo. El juego recordará esa posición, aunque podremos guardar más, no está limitado a un solo punto puesto ya que existen cuatro ranuras de guardado. Este es el mismo proceso para cambiar de juego y es implícito al resto de consolas minis: tendremos que reiniciar sí o sí el sistema para volver a la pantalla de selección. Aunque no supone ningún impedimento, si queremos probar varios juegos en un período corto de tiempo, implica desplazarnos hasta la consola cada una de las veces, por lo que hubiera sido interesante poder invocar el menú guardado o selección de juego con una combinación de botones.

De nuevo, lo interesante de la SEGA Mega Drive Mini está en los detalles: es la consola mini con más sorpresas. El menú de selección de título no solo permite ordenar los juegos alfabéticamente o por fecha de lanzamiento, también nos permite cambiar la vista. Podemos seleccionar la opción de ver el lomo de las cajas como si los juegos estuvieran colocados en una estantería, y si cambiamos el idioma de la consola a japonés... sorpresa, la pantalla de título cambia automáticamente las portadas de los juegos por su versión asiática, dando un toque mucho más original.

Sobre su calidad, poco podemos decir: los juegos se ven de maravilla pese a jugarlo en un TV moderna, y el único pero es que la consola añade un decorado posterior al juego en los laterales de las pantallas 16:9 -también permite el 4:3- que no gustará a muchos nostálgicos, aunque la consola dentro del menú ofrece diferentes opciones para elegir fondo, incluyendo las bandas negras que la mejor opción para una pantalla, por ejemplo, OLED. A cambio, la consola permite cambiar el filtro de visualización para simular los clásicos CRT, que dan mucha más personalidad al juego. La peor opción sin duda es la vista expandida, que rompe estira la imagen y en nuestra opinión hace que se vea peor.

Nuestro veredicto, sin ningún género de dudas, es que todos los aspectos de la SEGA Mega Drive Mini merecen la pena. El catálogo de juegos es lo suficientemente amplio como para que guste a cualquier tipo de jugador, tanto lo que compren la consola para traer de vuelta la nostalgia del pasado como para aquellos que quieran descubrir los juegos clásicos por primera vez. La inclusión de licencias de Disney o de juegos clásicos de los arcade son el mayor punto de bondad de su catálogo, y la opción de guardado hará que los menos habituados a este tipo de juegos títulos puedan hacerlo a su ritmo sin la presión de perder sus progresos.

Es, en pocas palabras, la retro mini más solvente en todos los aspectos que hemos probado. Al menos hasta la fecha.

La SEGA Mega Drive Mini se pone a la venta el 4 de octubre de 2019 por 79,99 euros, ya se puede reservar en sitios como Amazon o GAME.

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