Cada vez son más los estudios que sacan a la luz nuevos peligros de la acumulación de microplásticos en los ecosistemas marinos. Lógicamente, afectan a las especies que viven en ellos, pero indirectamente llegan de nuevo hasta nosotros, a través de productos como el marisco o la sal de mesa. ¿Pero qué pasa en la tierra?

Sal de mesa: el camino de vuelta de los microplásticos a nuestros hogares

Los microplásticos son desechados en vertederos, cuyo contenido muchas veces acaba arrastrándose hasta el agua, pero buena parte de ellos se pueden quedar en el suelo, donde también viven multitud de seres vivos, a los que no se presta tanta atención. Por eso, un equipo de científicos de la Universidad Anglia Ruskin (ARU), de Reino Unido, ha llevado a cabo recientemente un estudio en el que se analiza cómo afectan estos materiales a la salud de uno de los inquilinos subterráneos más abundantes: las lombrices.

Lombrices que adelgazan

En el estudio, publicado este mes en Environmental Science & Technology, se describen los resultados de un experimento de un mes, durante el cual varios grupos de lombrices de tierra de punta rosa se mantuvieron en tanques de simulación del suelo.

El primer de ellos era un grupo control, en cuyo recipiente solo había tierra, mientras que en el resto también había plástico en distintos formatos: ácido poliláctico biodegradable (PLA), fibras de ropa microplásticas y polietileno de alta densidad.

Pasados los 30 días, se comprobó que las lombrices del grupo control habían aumentado su peso en un 5’1%, pero que las demás no solo no habían engordado, sino que su masa había disminuido en un 3’1%.

Un océano de plástico creciente y letal

Aunque había una clara diferencia, los autores del estudio se mostraron sorprendidos, pues no saben cuál puede ser la causa del adelgazamiento de los anélidos en presencia de plástico. Como orientación, podría tenerse en cuenta lo que se sabe de sus homólogas marinas, que al parecer también pierden peso, por motivos como la obstrucción e irritación del intestino, que limita la absorción de nutrientes y dificulta su crecimiento.

Pequeñas, pero necesarias

Aunque los problemas de las lombrices a bote pronto puedan parecer irrelevantes para el resto de especies, hay que recordar que son animales esenciales en el buen funcionamiento de los ecosistemas terrestres.

Para empezar, junto a bacterias y hongos, se encargan de descomponer la materia orgánica, haciendo más accesibles nutrientes como el nitrógeno o el fósforo.

Además, al desplazarse crean agujeros y conductos que ayudan a airear el suelo y facilitan la infiltración del agua, beneficiando con ello al crecimiento de las plantas.

Será necesaria más investigación para saber qué ocurre en su interior al entrar en contacto con los microplásticos. Para lo que no hace falta estudiar es para saber que son un eslabón clave de la cadena alimentaria y que sin él buena parte de ella se desmoronaría. Sin duda es un motivo importante para reducir el consumo de estos materiales.

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