Después de ocho años de Juego de Tronos monopolizando el sector fantástico en la televisión, va a ser difícil que todo lo que venga nuevo no sea comparado una y otra vez con la serie de Weiss y Benioff. Ha ocurrido también con el último lanzamiento de Amazon Prime, Carnival Row, aunque lo cierto es que poco tienen que ver ambos programas. La serie protagonizada por Orlando Bloom y Cara Delevingne es un batiburrillo de ideas, conceptos y géneros que resulta bastante abrumador al principio. De hecho, la serie emplea al menos dos capítulos en introducirnos en las dinámicas de este mundo antes de arrancar propiamente la trama.

En Carnival Row conviven la fantasía tradicional con seres mitológicos clásicos, el thriller policiaco, las intrigas políticas y la sociedad de una Inglaterra de estilo victoriano. Por encima de todo ello, encontramos también una capa de actualidad que es imposible no ver. Como consecuencia de una larga guerra entre las naciones humanas, el territorio de los Fae ha sido ocupado por el Pacto y se ha generado una crisis de refugiados.

Hadas, faunos, brujas y todo tipo de criaturas increíbles se ven obligados a huir de la brutalidad del Pacto y buscar cobijo en el Burgo, donde no los asesinan, pero tampoco gozan de plenos derechos. Allí, sus vidas se ven relegadas a la servidumbre o a trabajos mal pagados. La serie claramente pretendía hacer una crítica contra la xenofobia mediante una alegoría de la situación internacional actual. En parte, consiguen reflejar con éxito la crueldad humana de la colonización, pero no deja de resultar chocante que el grupo oprimido por esta suerte de “racismo” sea en su mayoría blanco.

El cuento pasa de oscuro a macabro cuando un misterioso asesino empieza a cobrarse vidas Fae. Aquí entra en acción Rycroft Philostrate, Philo (Orlando Bloom), un detective empeñado en encontrar al culpable. Es uno de los pocos que trata a los Fae como iguales, pero guarda más de un secreto temible. Entre ellos, su romántico affair con un hada llamada Vignette (Cara Delevingne) en los tiempos de la guerra. Ella acaba de llegar al Burgo después de años trabajando para sacar clandestinamente a los Fae de su país y, durante todo ese tiempo, ha creído que Philo estaba muerto, por lo que su reencuentro no es especialmente cálido. También tiene algo que ver el hecho de que el joven soñador del que se enamoró es ahora el cliché con patas de un policía malhumorado que reprime sus sentimientos.

Si bien los personajes no son muy atrayentes de por sí, el de Bloom se lleva la palma. Movido por repentinos ataques de rabia y demostraciones de lo macho que es, Philo carece de casi cualquier interés. No hay mucho que el actor pudiera haber hecho para salvar el personaje de su propia simplicidad. Por su parte, *Vignette es el estereotipo de mujer fuerte e independiente al estilo de Katniss Everdeen en Los juegos del hambre***. Es dura para esconder su corazón roto, pero más allá de esa fachada, no hay mucho donde rascar. Con una materia prima así es difícil construir una relación romántica entre ellos, y sus escenas juntos resultan bastante forzadas. Sin embargo, cuando nos muestran flashbacks de cuando se conocieron todo es mucho más natural. Es como si los años de separación se hubieran llevado toda la chispa que tenían los personajes.

Los personajes más interesantes son los secundarios. Entre Indira Varma (Juego de Tronos) como una enigmática heredera y Jared Harris (Chernobyl) como su marido, un un político afín a los Fae; Simon McBurney como un dramaturgo callejero y Karla Crome como un hada prostituta, levantan el peso de la serie en sus puntos flacos. De hecho, esta última ofrece uno de los personajes más entrañables; de esos que aparecen poco, pero dejan un buen sabor en la boca y la sensación de que todo es mejor de lo que es en realidad.

Destacan también Tamzin Merchant y Andrew Gower en sus papeles de aristócratas que reflejan la mentalidad de la sociedad humana de este mundo, ya que *el lado más Orgullo y prejuicio de la serie es lo único que la salva de ser mortalmente seria*. Porque Carnival Row se toma muy en serio lo que está contando. Tal vez sea el calor de este mes de agosto, pero una serie de fantasía densa y oscura sobre asesinatos y xenofobia se hace más que pesada si no tiene ningún alivio de tensión. De no ser por estos dos hermanos y sus refinados modales del siglo XIX, no habría ninguno.

La historia no está a la altura del universo que construye

Al tener tantas aspiraciones, la serie no cumple sus propias expectativas. El guion (Travis Beacham y Rene Echevarria) simplemente lleva la historia de aquí para allá, pero no ayuda a impulsarla en ningún momento. Es más, en algunos casos hace todo lo contrario, ya que hace uso de clichés y frases hechas a la primera de cambio. A pesar de todos los fallos, es una serie disfrutable. No hay duda de que la idea inicial es buena, pero podría haber tenido mucho más tirón del que consigue.

¿Qué es lo que falla? ¿Los actores, el mensaje, la falta de humor? ¿Tal vez un poco de todo? Enlatar una historia tan amplia en solo ocho capítulos y que salga bien es casi imposible, y Carnival Row desde luego no lo consigue. Parece que la tendencia actual es hacer películas de tres horas y temporadas de menos de diez episodios. Sin embargo, esta serie, como muchas otras, habrían salido beneficiadas con algo más de metraje. Y si no, que se lo digan a la última temporada de Juego de tronos.

La serie no es lo más original en el panorama de lo fantástico, pero nos trae una curiosa mezcla de géneros que, como poco, llaman la atención. Hay que darle varios capítulos para que la historia coja ritmo, pero la paciencia se ve recompensada. Es tierna, misteriosa y tiene un poco de todo para atraer a diferentes clases de público. No hace falta que seas fan del género fantástico para adentrarte en ella, solo que no te molesten la ambientación oscura y algo violenta. Para todo lo demás, habrá que esperar a que la segunda temporada despeje las incógnitas y profundice mejor en este nuevo universo.

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