Autor: José Manuel Blanco
El círculo cromático que estudiaste en el colegio. O la distribución de porcentajes en un gráfico de tarta. No estamos hablando de infografías de un periódico en papel ni de gráficos realizados con Infogram. La historia de la representación gráfica de los datos no se inventó con los ordenadores ni es terreno exclusivo del Big Data. Nos podemos remontar incluso a la Edad Media para encontrar ejemplos.

400 de esas imágenes forman parte del libro de Taschen History of Information Graphics, dirigido por la historiadora Sandra Rendgen y editado por Julius Wiedemann. En un tiempo en el que no existían ordenadores, científicos o teólogos representaban la información con imágenes de lo más curiosas. Algunas de ellas, indescifrables. ¿Quieres saber cómo lo hacían? Solo tienes que seguir leyendo.

No todas las representaciones de datos son inteligibles. El libro recoge ejemplos como el manuscrito Voynich, un libro ilustrado medieval con un sistema de escritura que no ha sido descifrado hasta la fecha. De hecho, hay quien cree que sus dibujos y diagramas pueden ser una burla para los lectores que se encuentren ante él e intenten descifrarlos.

El árbol genealógico tiene siglos de antigüedad

De antes de la Edad Media, nos han llegado pocos ejemplos de visualización de datos, como mapas grabados en la piedra. Sin embargo, es a partir de esta época cuando empieza a aflorar la visualización de datos, que hoy disfrutamos gracias a la digitalización. Hay diagramas (que ayudaban a acercar y aclarar un tema científico) y mapas, pero, incluso cuando hay una gran cantidad de texto, existe tambien un “universo visual exuberante”, en palabras de History of Information Graphics.

Uno de los planos arquitectónicos más antiguos es la Planta de Sankt Gallen; data de alrededor del 819 después de Cristo. Es el plano de una abadía, con su iglesia y sus talleres para monjes, dibujado con lineas muy esquemáticas. Sin embargo, no corresponde a la abadía de San Galo, donde se guardan estas hojas de pergamino cosidas, por lo que algunos lo interpretan como una representación de la abadía ideal.

De esta época viene la idea de usar un árbol para representar los lazos de consanguinidad con otras personas. Lo que en un principio eran tablas con formas geométricas se transformó en tronco y ramas ya alrededor de 1170, con el manuscrito de la BIblia de Floreffe, conservado en Bélgica.

En esta biblia, además, la genealogía de Jesucristo se representaba con medallones; cada persona ocupaba un círculo y estaba unida a sus familiares más cercanos. El beato de Liébana (una región de la actual Cantabria), uno de los teólogos más importanes de la Edad Media, también usó esos medallones genealógicos para la misma persona. Pero no se quedarían el ámbito religioso: alrededor de 1300, servirían además para recorrer la historia los reyes ingleses.

La complejidad de los atlas (y de la quiromancia)

Las colonizaciones europeas sirvieron para que la cartografía evolucionara en su labor de visualización de datos. El Theatrum Orbis Terrarum (1571), del flamenco Abraham Ortelius, es denominado el primer atlas moderno, y fue ampliado durante varias décadas. Solo la primera edición recogió el trabajo de 68 cartógrafos, cuenta el libro de Taschen.

También fue la época en la que evolucionaron la anatomía y la historia natural, y su representación en forma visual. Quizá la persona más conocida en este ámbito es Alberto Durero y sus Cuatro libros de la proporción humana, un “intento de entender la belleza humana científicamente”, explica History of Information Graphics. Mientras tanto, el alemán Magnus Hundt hizo dibujos aproximados de dónde estaban los órganos, pero también es conocido por dibujar una mano en la que se describen las claves de la quiromancia (la adivinación del futuro mediante las rayas de la palma).

Más adelante en el tiempo, otro ejemplo de que una imagen vale más que mil palabras lo encontramos en 1769. Entonces, el investigador y grabador británico Moses Harris sintentizó su teoría de los colores en un círculo cromático que todavía hoy conocemos. Seguro que te suena: los tres colores primarios, al mezclarse, generan otros muchos tonos.

Unos años después, en 1786, el también británico William Playfair inventó los gráficos de líneas y barras, que han llegado hasta nuestros días en la prensa o las presentaciones corporativas. Playfair también es el responsable de las tartas para mostrar una realidad en porcentajes.

Siglo XIX

En el siglo XIX, la historia del mundo también se representó mediante ríos que simbolizaban los estados o los reinos y que confluían o se separaban conforme a su devenir. Y las plantas de la isla de Tenerife se describían dentro del volcán del Teide. Una de las ‘infografías’ más increíbles es la llamada Templo del Tiempo (1846), de la pedagoga estadounidense Emma Willard. Las columnas más cercanas llevaban los nombres de Napoleón o Bolívar, y conforme se alejaba la perspectiva llegábamos a “La creación” del mundo. En el techo, el espacio se repartía entre poetas, teólogos o guerreros.

La popularidad de la visualización de datos y de los métodos para ello llegó a finales de ese siglo XIX. Entonces se dieron “numerosos proyectos de creatividad exuberante en ocasiones”, dice el libro. Fue el caso en 1897 de un cuadro donde se resumió “la compleja historia de la Guerra Civil estadounidense”.

De esa misma época (1890) es una completa inforgrafía del Ejército de Salvación en Reino Unido, un movimiento cristiano social. Un arco con datos estadísticos en las columnas que lo soportan (número de criminales, tráfico de bebidas alcohólicas, pobreza…) encuadra la imagen de un mar embravecido del que salen las palabras ‘Miseria’, ‘Sin hogar’ o ‘Desempleo’. Los miembros de este ejército se encargan de rescatar a las personas que están sobre estas palabras. Después de hacerlo, las llevan a hospicios, fábricas…

Una pausa para sumirse en esta información

El libro termina en siglo XXI, cuando el ordenador es la herramienta predominante. Incluso, recoge ejemplos que se burlan de la visualización de datos. En 2010, una viñeta de Gahan Wilson para The New Yorker criticaba los gráficos con muchos colores y estridencias, en los que no se entendía la información. Para ello, Wilson dibujó un diagrama con curvas y rectas que se unían sin explicación; a su lado, un conferenciante decía: “Haré una pausa por un instante para que puedan sumirse en esta información”. Lo tendrían difícil.

La lista de imágenes de History of Information Graphics es extensa y con algunos conocidos por el gran público: el famoso Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, un mapa del metro de Nueva York… Incluso, la galería de los Mapas, en el Vaticano y de 1583, es un ejemplo de visualización de datos que nos obliga a caminar para ver las ciudades y regiones de Italia. Los amantes de las infografías, los gráficos y los atlas tendrán difícil quedarse solo con una de ellas.

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