Llegado cierto punto en el cine de ciencia ficción parece que lo hubiéramos visto todo. Las mismas tramas, los mismos problemas genéricos y personajes arquetípicos que no sorprenden. La nueva serie de Netflix, Otra vida, no es la excepción. La historia parte de la premisa de que un artefacto alienígena cae sobre la Tierra y un grupo de astronautas debe partir en una arriesgada misión de varios meses para tomar contacto con el planeta del que procede y descubrir sus intenciones. Durante su camino, se encuentran con multitud de obstáculos que alargarán el viaje y pondrán en peligro sus vidas. Todo ello protagonizado por la estrella de Battlestar Galactica, Katee Sackhoff, de vuelta a las space operas.

La parte buena de todo esto es que darnos un producto que ya conocemos no siempre es un error, aunque hay que saber hacerlo. Muchos han criticado la tercera temporada de Stranger Things, por ejemplo, por “ser más de lo mismo”. Y, sin embargo, sigue siendo una de las más exitosas de la plataforma. ¿Por qué? La explicación es sencilla: quien ve Stranger Things no quiere que le descubran el sentido de la vida en cada temporada, quiere seguir viendo a un grupo de niños en bicicleta que se enfrentan a monstruos gigantes —y a Winona Ryder desquiciada—.

Con las series y películas de ciencia ficción ocurre un fenómeno parecido. Aunque no sea para nada innovadora, Otra vida le ofrece al espectador lo que quiere ver: naves espaciales, personajes carismáticos que generen tensión, inteligencia artificial y misteriosos alienígenas. Si la fórmula es correcta y los elementos funcionan, como lo hacen en esta serie, el resultado final es una buena space opera. Además, se nota bastante la firma Netflix, que tiende a impregnar sus originales de una pátina de modernidad y coherencia social.

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Así, la tripulación de la Salvare está liderada por una mujer, Nyko (Katee Sackhoff), a la que se unen un reparto de expertos entre los que hay más mujeres y una buena representación racial. Entre ellos nos encontramos algunas caras conocidas, como Elizabeth Ludlow (The Walking Dead), Tyler Hoechlin (Teen Wolf) y Selma Blair (Hellboy). Con personalidades dispares y alejadas de los típicos roles de género, este grupo deberá enfrentarse a las adversidades del viaje mientras aprenden a lidiar unos con otros. No es fácil con una capitana que sufre estrés postraumático por culpa de una misión anterior en la que muchas personas a su cargo murieron. Nyko tiene que lidiar con la culpa de esas muertes y de haber dejado a su hija y su marido en la Tierra, sabiendo que, tal vez, no vuelva a verlos.

En nuestro planeta también transcurre una buena parte de la acción. El artefacto alienígena cayó en algún punto de Estados Unidos seis meses atrás, pero aún no han descubierto qué es. Precisamente el marido de Nyko, interpretado por Justin Chatwin (Shameless), es el encargado de la investigación científica para descifrar El Artefacto. Las escenas que pasamos en la Tierra suponen un alivio de tensión con respecto al espacio exterior, pero no por ello son más aburridas, al contrario. El marido de Nyko se enfrenta a la presión de sus superiores para que haga nuevos avances y a la presencia de una periodista entrometida que está loca por sacar nueva información sobre el caso.

Una space opera para disfrutar

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Todo ello construye un relato que es entretenido, divertido y lleno de acción y juegos mentales. Ahonda en algunos debates típicos del género, como la identidad y los derechos de una Inteligencia Artificial, e incluye varias referencias a clásicos de la ciencia ficción —como Alien: el octavo pasajero— que funcionan a la perfección con los aficionados al género. Además, no está exenta de una buena dosis de dramas y amoríos intergalácticos que redondean el perfil de la serie para que pueda encajar con todo tipo de público. Sin llegar a lograr la expectación que genera Aniquilación, ni la construcción de mundo de 3% o I Am Mother, la serie se suma con firmeza a la lista de títulos de ciencia ficción de Netflix y no tiene nada que envidiarles a sus compañeras de categoría.

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Otra vida es un compendio de todo lo que funciona en la ciencia ficción decorado con el sello de Netflix y envuelto en un cómodo pack de diez capítulos para devorar en pocos días. A pesar de lo predecible de sus aventuras, no deja de ser una serie entretenida y muy disfrutable. A los fans de la space opera les gustará porque aúna todo lo bueno del género, y a los que no se atreven con la ciencia ficción les puede servir como punto de entrada, ya que es muy accesible y no requiere un gran esfuerzo por parte del espectador. En cualquier caso, una buena opción a la que engancharse en verano, cuando queremos más acción sencilla y menos tramas complicadas.

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