El pasado mes de diciembre, Japón anunciaba su decisión de abandonar la Comisión Ballenera Internacional (CBI), una organización intergubernamental establecida en 1946 con el objetivo de conservar a las ballenas, así como de controlar su caza. Con esta noticia se entendía que el país nipón había tomado la determinación de continuar con la captura de estos cetáceos, que se había mantenido en “standby” desde 1986, a causa de una moratoria establecida cuatro años antes.

A pesar de la moratoria, según contaba El País en un artículo publicado en enero, Japón ha seguido cazando ballenas desde entonces, aunque siempre escudándose en que lo hacían con fines científicos. Sin embargo, la carne de la mayoría de los animales capturados en este tiempo terminó comercializándose para su consumo. Ahora bien, sí que es cierto que la moratoria sirvió para poner trabas a los balleneros, propiciando grandes noticias, como la recuperación de ciertas especies próximas a su desaparición en aguas japonesas, especialmente las ballenas jorobadas, que han experimentado un clarísimo aumento en su población. Por eso, el anuncio del pasado mes de diciembre sembró un temor que ahora termina de confirmarse, pues ya es oficial que los pescadores de ballenas podrán comenzar a faenar hoy mismo.

Japón decidió que retomará la caza comercial de ballenas en 2019

Caza controlada

Ante el temor de una nueva caza descontrolada que termine con la buena evolución que seguían las poblaciones de ballenas, la Agencia Pesquera nipona ha anunciado que desde hoy y hasta finales de año se cazará un número determinado de ballenas: 52 de la especie Minke, 150 de rorcual Bryde y 25 de rorcual común. Recuerda también que aproximadamente la población de cada una de estas especies responde a 20.513 ejemplares para las Minke, 34.473 para el rorcual Bryde y 34.718 para el común, con lo cual solo supondría un porcentaje muy bajo del total. En cuanto a su posición en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, las dos primeras se encuentran en estado de menor preocupación, mientras que la tercera sí que está catalogada como vulnerable, con un incremento reciente en su población. ¿Pero qué pasaría si ese incremento se detiene?

Estos serán los animales que podrán cazarse con fines comerciales, pero aún podrían seguir realizándose capturas por motivos científicos, en cuyo caso las cifras serían desconocidas por el momento.

Disconformidad en la CBI

La Comisión Ballenera Internacional nació tras la firma del Convenio Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, que tuvo lugar en Washington DC, el 2 de diciembre de 1946.

Con ello se establecían una serie de medidas que los países adheridos a la misma deberían cumplir con el fin de conservar las especies de ballenas que habitan en océanos de todo el mundo. Además, se coordinan y financian algunas actividades destinadas a la protección de los cetáceos, más allá de la mera restricción de su caza.
Tras el nacimiento de esta organización se unieron a ella países en los que la caza de ballenas sigue siendo tradicional, pero también otros con ningún interés comercial en la misma.

Se buscan propiedades privadas en las que depositar ballenas en descomposición

Y precisamente esa es una de las razones por las que se han dado tantas disconformidades y salidas del grupo desde entonces. Países como Japón optaron por abandonar al no lograr que las medidas establecidas respondieran a sus intereses económicos. En cambio, otros, como Canadá, también lo han hecho, pero en su caso por disconformidad en los métodos establecidos para definir la moratoria y falta de interés en la industria ballenera.

El debate está servido. Cientos de seres humanos discuten sobre el bienestar de las ballenas, mientras que la población de estos animales, bastante escasa en algunas especies, sigue mermándose con cada país que decide abandonar las moratorias establecidas. Por desgracia, está claro quiénes son las claras perdedoras en esta discusión.

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