Como ocurrió en las anteriores, la nueva temporada de Stranger Things viene cargada de referencias científicas que invitan al espectador a ir un poco más allá y buscar a qué se refieren. Buen ejemplo de ello es el de la constante de Planck, mencionada en el último episodio. Pero no hay que esperar hasta el final para escuchar algunos de estos términos. Ya en el segundo, el profesor Clarke da una clase acelerada de magnetismo a Joyce, después de que esta le pida ayuda al comprobar un comportamiento extraño en los imanes de varias neveras.

El pequeño error de la constante de Planck en ‘Stranger Things’

Durante la lección, ante la insistencia de las preguntas de la madre de Will, el mentor de su hijo le indica que puede estar sufriendo un episodio de apofenia. Se trata de un concepto poco habitual que ha llamado la atención de muchos espectadores, ¿pero qué es exactamente?

Patrones por todas partes

A todos nos ha pasado alguna vez eso de estar pensando en una persona y que de repente suene el teléfono, con ella al otro lado de la línea. No es más que una casualidad, pero resulta inevitable pensar por un momento que ambos hechos podrían estar relacionados. Este es un suceso breve de apofenia, pues se encuentra relación entre dos fenómenos que realmente no la tienen.

Es común que ocurra en casos como este, pero también puede tener lugar con más frecuencia, llegando a convertirse en una obsesión, como le ocurre al protagonista de la película El número 23.

Según el neuropsiquiatra Peter Brugger, la razón detrás de esta condición puede ser una actividad desmesurada del sistema dopaminérgico. La dopamina es un neurotransmisor que en condiciones normales regula funciones como el sueño, el aprendizaje o el placer. Sin embargo, si se da una secreción anormal puede estar implicada en procesos perjudiciales, como las adicciones. En el caso de las personas tendentes a la apofenia se ha comprobado una gran actividad en esta vía. Además, es frecuente que sea síntoma de ciertos trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia, en la que los niveles de dopamina también están elevados.

Así eran los dentistas de hace 14.000 años

De cualquier modo, estos son solo los casos extremos, pues suele darse esporádicamente y por una simple razón: solo prestamos atención a la coincidencia, pero no al resto del contexto. Por ejemplo, en el caso del teléfono, probablemente nos llamará la atención que suene cuando estamos pensando en esa persona, pero no le daremos importancia al resto de ocasiones en los que estemos pensando en una persona y no ocurra nada. El problema viene cuando, casualmente, ocurre repetidas veces, pues puede parecer que sí aparece un patrón, cuando realmente no lo hay. De hecho, existe todo un blog dedicado a mostrar estadísticas absurdas, en las que se encuentra correlación entre fenómenos que nada tienen que ver, como las cifras de ahogamientos en Estados Unidos y el número de películas rodadas por Nicolas Cage ese mismo año. Parece haber un patrón que relaciona ambos casos, pero en realidad es una simple coincidencia. Por eso, a la hora de realizar e interpretar estudios científicos siempre debemos recordar una máxima de gran importancia: no confundir jamás casualidad con causalidad.

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