Echemos el reloj atrás nueve años y hablemos de series. En junio de 2010 los foros de internet seguían coleando sobre teorías del final de *LOST, emitido unas semanas antes. La serie de ABC se había convertido en la primera serie de masas comentada en paralelo a través de la web, con una emisión al unísono de su final en múltiples países que, los que la vivieran en España de madrugada, la recordarán bastante accidentada.

Para entonces Anatomía de Grey transcurría por su sexta temporada, y sus espectadores debían esperar semana tras semana entre episodio y episodio. Heisenberg debía ser para la mayoría de la gente algún tipo de cerveza alemana. The Big Bang Theory no llevaba ni tres años en antena. Pensábamos que Robin tenía todas las papeletas para ser la madre de los hijos de Ted Mosby. Aún faltaba un año para la emisión del primer capítulo de Juego de Tronos. Tres para el primer de True Detective. Unos meses para que Rick Grimes se despertara en Atlanta en un hospital para darse cuenta de que el mundo había sufrido un apocalipsis zombie... y, por supuesto, habían pasado ya tres años desde que conociéramos el final de Los Soprano y hasta seis de la despedida de Friends*.

Netflix era en aquel momento más una empresa que aún se dedicaba a enviar DVDs a domicilio que una plataforma de streaming global. Pero menos de una década después, y con muchas de las series que abrieron el fenómeno que ahora vivimos ya finalizadas, no cabe duda de que los sistemas de vídeo online por suscripción han cambiado cómo consumimos nuestras historias favoritas para siempre. Y seguramente no solo cómo las consumimos, sino cuánto tiempo y en qué cantidad.

El reciente fichaje de Friends por HBO España -aunque finalmente también seguirá en Netflix- ha demostrado hasta qué punto una serie que tiene más de dos décadas sigue siendo un producto de un valor incalculable en la guerra por los contenidos que ya se está produciendo. Netflix llegó a pagar el año pasado una suma estimada de 100 millones de dólares por seguir manteniendo los derechos de emisión de los clientes más pródigos de Central Perk.

Aunque la plataforma acostumbra a ser algo opaca a la hora de dar las estadísticas de qué series son las más vistas, el pasado mes de diciembre la firma de analítica Jumpshot intentó extrapolar qué series eran las más vistas de Netflix. Y la respuesta era contundente, la mayoría eran series adquiridas. Este era su top-5 en Estados Unidos por el porcentaje de usuarios que veían cada serie.

- The Office (NBC) 7,19%
- Friends (NBC) 4,13%
- Parks and Recreation (NBC) 2,34%
- Anatomía de Grey (ABC) 2,11%
- New Girl (FOX) 1,65%

En resumen, todo series de canales y producciones ajenas y en su mayoría comedias. Para encontrar la primera serie original de Netflix (los llamados 'originals' que son 100% propios o cuyos derechos están en exclusiva) había que bajar hasta el top-15 para encontrar a *Orange is The New Black, BoJack Horseman o Black Mirror.

Por supuesto, en cada país y según el periodo concreto estos datos varían. Netflix sí que lanzó un reporte oficial a comienzos de años que señalaba que las series más vistas del momento eran You, Sex Education y la española Élite, todas ellas propias de Netflix a excepción de You* en Estados Unidos. Sin embargo, este paisaje sí que demuestra el enorme peso que siguen teniendo las series clásicas, las que la gente ve como costumbre de forma repetida, y la importancia que la actual atomización de plataformas que está por llegar (Apple TV+, Disney Plus o Movistar Lite en España) va a dar a las producciones propias como objeto de reclamo para retener a sus suscriptores.

¿La burbuja de las series?: de 200 a casi 500 con la irrupción del streaming

Un comentario recurrente que solemos tener con nuestros amigos al hablar de series es la cantidad de opciones que hay, y la inversión de tiempo que supone entregarse a una producción en concreto en función de su calidad. Queremos ver las series de las que todo el mundo habla -algo avivado por el peligro de spoilers-, y también queremos encontrar 'nuestras series', esas con una trama larga desarrollado a lo largo de temporadas que por cuestiones de empatía o trama hagamos nuestras. El problema, y es lo que señalan cada vez más voces en al industria, es que el panorama se está volviendo excesivamente amplio.

El término Peak TV fue acuñado por John Landgraf, presidente de los canales asociados a FX (FOX), allá por 2015, cuando creía que la industria estaba generando demasiadas series como para que todas tuvieran su cuota de atención, en gran parte debido a la irrupción de las plataformas digitales. Se estaba creando, según su análisis, una “burbuja del entretenimiento”. Landgraf quizá no sabía entonces que dos años más tarde Disney iba a comprar al rama de entretenimiento de FOX, y se vería inmerso como un subproducto más de un conglomerado todavía más grande que prepararía Disney Plus, pero su visión se resumía de una forma muy clara.

https://www.datawrapper.de/_/KjWrw/

El gráfico anterior está extraído de un informe que FX lanza todos los años donde se resume el número de series de producción propia que hay en exhibición y sus formas de distribución. En términos globales de 182 series en 2002 a 495 en la actualidad, pero el gran cambio se ha vivido de 2014 hasta ahora, gracias a la irrupción de los Netflix, HBO y compañía, que por primera vez en 2018 tenían más series propias que las emitidas en abierto y las servidas por cable en Estados Unidos. Un total de 160.

El crecimiento de las series de producción propia por parte de las plataformas es una pieza más del dominó de la competencia del sector. Actualmente además de Netflix, HBO, Amazon Prime Video, Rakuten Wuaki o Movistar Lite en España, está planeado el lanzamiento de Disney Plus y Apple TV+. Y, además, NBC planea lanzar su propio sistema de streaming; Warner también (que a su vez posee HBO), y en Estados Unidos hay servicios como CBS All Access y Hulu que en gran medida se emiten en América Latina y España a través de acuerdos con terceros.

Pero ciñéndonos de nuevo a la referencia de Netflix, el empuje hacia delante por la aparición de nuevos actores es incesante. La plataforma ha pasado de tener un 25% de producciones propias en su catálogo a un 51% en 2018. Una respuesta provocada en gran medida por la apertura de Disney Plus privará al resto de plataformas de productos tan universales como Star Wars, el UCM, Pixar y por supuesto cualquier producto propio de Disney Studios. Un desierto en algunos de sus productos más potentes que Netflix ha empezado a repoblar con numerosas producciones propias.

Netflix, HBO, Apple TV+, Disney y subiendo: la guerra de las plataformas de ‘streaming’

La gran pregunta no obstante es ver, cuando toda esta oferta se concrete y el usuario tenga que elegir entre Netflix, HBO, Prime Video y hasta una decena de plataformas, en cuál va a invertir su dinero y cuánto se quiere gastar. Una elección donde jugará un papel preponderante el catálogo, y que seguramente haga que el pastel del vídeo en streaming se reparta cada vez más, veremos hasta qué punto para ser rentable para algunos actores.

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