En 1831, un joven inglés subió a bordo del bergantín Beagle para trabajar como naturalista, catalogando las especies animales y vegetales que encontrarían a los largo de sus cinco años de viaje. Se trataba de Charles Darwin y ni él ni el resto de la tripulación imaginaban entonces lo que aquel trayecto supondría para la historia de la ciencia.

Durante el tiempo que permaneció en el barco el naturalista recogió toda la información que después daría lugar a su obra más famosa, sobre el origen de las especies. Pero si hay un suceso conocido de aquel entonces es cómo descubrió que los picos de los pinzones evolucionaban para adaptarse a la alimentación de cada especie. Desde entonces, el pico de estos alegres pajarillos de las islas Galápagos se ha convertido en todo un clásico de la biología, que vuelve a estar en el punto de mira de los científicos, aunque esta vez por una razón un tanto más triste.

El secreto de los pinzones que inspiró a Darwin

Un parásito poco romántico

Este estudio, publicado en Proceeding of the Royal Society B por investigadores de la Universidad de Adelaide, en Australia, y la Universidad de California, analiza cómo han influenciado el canto de los pinzones las malformaciones producidas por un parásito, llamado Philornis downsi.

Se trata de una mosca que, al parecer, se introdujo accidentalmente en las islas hace sesenta años, por lo que aún no había afectado a los pinzones cuando Darwin estudió sus picos. Se sabe que sus larvas se alimentan de la sangre y los tejidos de los pinzones en desarrollo, llegando a causar la muerte del 55% de los polluelos a los que infectan. Pero también dejan huella en los que sobreviven, ya que provocan una serie de malformaciones en sus picos y las fosas nasales, que quedan agrandadas y en algunas ocasiones bloqueadas por alguna larva que no logró salir.

Estas malformaciones se pueden dar a diferentes niveles, por lo que afectan la alimentación o el canto de los pájaros de formas muy distintas. Y es precisamente en este último ámbito en el que se centraron los investigadores. El canto característico de las diferentes especies es esencial para que los machos puedan atraer a las hembras y aparearse con ellas, de modo que las alteraciones en el pico podrían causar graves problemas en este aspecto. Para comprobarlo, se centraron en los reclamos de varias especies: el pinzón de árbol pequeño (Camarhynchus parvulus), el pinzón de árbol mediano (Camarhynchus pauper) y algunos híbridos formados por la mezcla de especies.

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Al analizar su canto, comprobaron que los machos de C.parvulus y C.pauper con las fosas nasales agrandadas generaban canciones con variaciones vocales y frecuencias máximas más bajas, dando lugar a melodías muy diferentes a las que entonan en condiciones normales. Como resultado, atraen la atención de menos hembras y tienen más complicado lograr aparearse. Resulta diferente el caso de los híbridos, ya que no tienen un canto tan concreto.

De hecho, los peor parados son los machos de C. pauper, ya que esta especie tiene una melodía muy característica, de modo que las variaciones les impiden aparearse con hembras de su especie. Al contrario, pueden terminar haciéndolo con otras, dando lugar a un aumento en las tasas de hibridación. Esto, según explican los autores del estudio, podría provocar también el desenlace de un proceso de especiación inversa, por el que dos especies claramente definidas terminan entrelazándose en una sola.

En la actualidad Philornis downsi se considera la mayor amenaza para las aves de las Galápagos por la mortalidad que representa. Sin embargo, su sombra es mucho más alargada. Tanto como para hacer retroceder parte de aquel mecanismo evolutivo que tanto llamó la atención de Darwin.

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