Algunas personas piensan que en colegios e institutos se imparten asignaturas de primera y de segunda, pues algunas de ellas “no sirven” para que el niño en cuestión pueda desenvolverse en su vida como adulto del futuro. Una de las materias consideradas como menos importantes es la música. Tanto, que hasta no hace mucho era bastante frecuente que en los centros educativos fuese impartida por educadores con otras especialidades; que, lógicamente, no podían enseñarla correctamente.

Algo similar ocurre en Estados Unidos, donde las extraescolares relacionadas con la música suelen recibir menos financiación que otras dirigidos al apoyo en asignaturas como las matemáticas o la lengua. Como resultado, se contrata a menos profesores, no se puede invertir en material y, además, tampoco pueden ofertarse muchas plazas. Con el fin de mostrar que esta no es la decisión más acertada, la Asociación Estadounidense de Psicología ha llevado a cabo un estudio en el que se demuestra que los alumnos de secundaria que reciben algún curso relacionado con la música tienen mejores puntuaciones en lengua, matemáticas y otras ciencias.

Las ventajas de ser músico

Para la realización de este estudio sus autores recopilaron datos de 112.000 estudiantes canadienses de grado 10º, 11º o 12º, equivalentes a 4º de la ESO, 1º de Bachillerato y 2º de Bachillerato en España. De todos ellos, al menos un 13% participaban en actividades musicales de banda de concierto, piano de conservatorio, orquesta, banda de jazz, coro de conciertos o jazz vocal.

Al analizar sus resultados académicos, se comprobó que aquellos que habían estudiado música durante muchos años tenían un nivel equivalente a un curso superior al de sus compañeros no músicos, especialmente en matemáticas, ciencia e inglés, que podría compararse con nuestra asignatura de lengua castellana, al ser el inglés la lengua oficial de la Columbia Británica, en la que se recogieron los datos.

La relación de amor-odio de Einstein con la fama

No es la primera vez que la música se vincula con las matemáticas y la física. De hecho, suele decirse que cuando Albert Einstein se atrancaba resolviendo un problema se sentaba al piano para tratar de solucionarlo a base de acordes. El propio Pitágoras ya trabajó relacionando ambas disciplinas, llegando a dividir las matemáticas en cuatro ramas: la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Y es que las notas musicales pueden verse como números que se agrupan en figuras de diferente duración, formando melodías cuyo ritmo va marcado por compases. Un compás de cuatro por cuatro se llena completamente con una redonda, pero también con dos blancas, cuatro negras u ocho corcheas. La blanca tiene la mitad de duración que la redonda, la negra la mitad que la blanca y la corchea la mitad que la negra. La semicorchea, como su propio nombre indica, equivale a media corchea, pero no es la más pequeña, pues una fusa supone media semicorchea, pero también es igual a dos semifusas. Para pensar en todo esto rápidamente, a la vez que se interpreta un tema, es necesario disponer de buenas dotes matemáticas, que luego pueden aplicarse a nivel académico.

Pero en este caso van más allá de las matemáticas, señalando también las ciencias y la lengua. En general, los autores del estudio apuntan a que aprender música requiere habilidades que pueden ser de gran utilidad para estas asignaturas. Para empezar, los músicos suelen ensayar muchas horas, desarrollando una gran capacidad de concentración y sacrificio, que no solo les servirá en el colegio, sino también en su día a día, y más tarde en su etapa laboral. Además, los chicos que tocan en bandas u orquestas son muy competentes en el trabajo en equipo, al tener que adaptarse al resto de instrumentos del grupo. También ayuda el desarrollo de habilidades como la coordinación ojo-mano-mente o, simplemente, la capacidad para escuchar, aparte de oír.

Los efectos de la música en nuestro cuerpo según la ciencia

Todo esto, según explican en el estudio, resultó ser aún más intenso en chicos que acudían a actividades instrumentales, en comparación con los que solo cantaban, que también tuvieron mejor puntuación, pero no con una diferencia tan marcada.

En definitiva, la música no es ni mucho menos una asignatura de segunda y aprenderla puede ayudar a un niño a desarrollar grandes capacidades que le serán útiles durante toda su vida. Eso sin contar que interpretando música podrán vivir millones de vidas y reproducir miles de emociones. Eso es, cuando menos, todo un regalo para ellos.

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