Según las últimas revisiones de la ONU, la población mundial ha ascendido desde los 910 millones de habitantes a principios del siglo XIX, hasta los más de 7.000 millones en los últimos años. Este incremente en el número de personas que viven en la tierra debe corresponderse también con un aumento en los recursos dedicados a la alimentación mundial. Sin embargo, ambos aumentos no son proporcionales y el reparto no es equitativo; ya que, mientras que las zonas más favorecidas del planeta derrochan toneladas de comida, en otras partes con menos recursos niños y mayores siguen muriéndose de hambre o de enfermedades debidas a una mala alimentación.

Por eso, Bayer ha organizado desde 2013 la cumbre mundial Youth Ag Summit, en la que se invita a jóvenes de todo el mundo a lanzar sus propias propuestas para tratar de cumplir el objetivo “Hambre cero”, establecido por la ONU. Este año, la organización del evento, que se celebrará en Brasilia del 4 al 6 de noviembre, ha recibido 2.800 candidaturas procedentes de 100 países diferentes, de las que finalmente se han seleccionado 100 delegados, de 45 naciones. Las propuestas enviadas por cada país han sido valoradas por un jurado interno, que en el caso de España ha estado constituido por la doctora en bioquímica, investigadora y divulgadora científica Rosa Porcel, la periodista de la Razón Ana Garrido, la directora de Asuntos Reglamentarios de Bayer Crop Science Mar Blas y la community manager de la misma empresa, Carolina Alemany. Finalmente serán dos los jóvenes que representarán a España en la cumbre: Irene Rodríguez Navarro y Alex Artiach.

Bayer

Dos grandes proyectos

La primera propuesta será la de Irene Rodríguez Navarro, de 20 años. La joven opta por reducir la desigualdad en el acceso a los alimentos y fomentar el consumo responsable entre la población española. Para ello, propone poner a disposición de las personas sin hogar y sin recursos máquinas expendedoras con la comida sobrante y en buen estado que, de forma diaria, se desperdicia en los restaurantes, hospitales y escuelas.

La idea, según explica la chica a Hipertextual, surgió en su grupo scout, cuando un conjunto de niños y niñas se reunió para tratar los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos por Naciones Unidas. “Después de comentarlos y debatir sobre ellos, planteamos que nos propusieran soluciones al problema que cada uno considerara”, recuerda. “Tras todo esto, cuando acabamos la actividad, continué pensando en cómo podríamos hacer para disminuir el hambre, aunque fuera en mi ciudad. Y así, se me ocurrió la idea”.

Irene estudia biotecnología en la Universidad Politécnica de Valencia, por lo que es también muy consciente de lo necesaria que es la ciencia en general, y la biotecnología en particular, para lograr reducir el hambre en el mundo. “Un planeta que quiere evolucionar, que quiere seguir desarrollándose y creciendo, necesita alimentar, y cada vez más, a muchas personas. Para poder desarrollarse es imprescindible la ciencia”, cuenta la joven. “Una de las soluciones que ya se conocen y más cercanas tenemos es el uso de Organismos Modificados Genéticamente (OGM). Creo que es la solución más viable ahora mismo a la falta de alimento.”. Añade también que, en su opinión, si estos no se utilizan lo suficiente es porque hay mucha desinformación al respecto, que genera un miedo desmedido en la población. “Se escriben muchas falacias sobre ellos y eso hace que la población les tenga miedo y los rechace”.

YouTube video

Junto a ella viajará a Brasil Alex Artiach, un barcelonés de 25 años, graduado en Economía y Política, que actualmente cursa un máster en Gestión Pública en la Universidad de Beijing. En su caso, confía en el Big Data para monitorizar los cultivos y fomentar la agricultura de precisión. El joven catalán alaba los beneficios que está teniendo la transformación digital de la agricultura en los países más desarrollados, pero recuerda que los pequeños agricultores, habitantes de países en desarrollo, no disponen de acceso a estas nuevas tecnologías, por lo que, a falta de información precisa, utilizan tipos y cantidades no adecuadas de productos fertilizantes en sus cosechas. Por eso, propone la creación de una plataforma colaborativa que involucre a distintos actores clave del sector agroalimentario con el objetivo de facilitar el acceso a las nuevas tecnologías de precisión a todos los agricultores del mundo en situación de vulnerabilidad.

En su caso, la idea surgió cuando se le presentó un caso de estudio en una competición de innovación. “En pocas horas, mis compañeros y yo conseguimos desarrollar una propuesta de valor con la que salimos muy convencidos tras mezclar la experiencia en estrategia de producto de una ingeniera inglesa, los conocimientos en innovación social de una emprendedora india, el saber-hacer digital de un programador boliviano y mi experiencia en el sector micro-financiero en Marruecos”, narra a este medio. “Nunca pensamos llevar este proyecto a cabo tras concluir aquel programa, por lo que la posibilidad de participar en el Youth Ag Summit de Bayer en Brasil supone una nueva oportunidad para desempolvar aquello en lo que trabajamos. Como ya dijo en su momento el bueno de Steve Jobs, una idea sin ejecución no vale la pena.”

La transformación digital de la agricultura: de la azada al smartphone

Fruto de aquel proyecto, Alex recalca la importancia de la colaboración, tanto entre diferentes disciplinas como diferentes gobiernos y empresas. “No existe ninguna organización - ya sea pública, privada o gubernamental - que tenga plenas capacidades para erradicar por sí sola problemas de tal magnitud como el hambre en el mundo, el cambio climático o la contaminación de nuestros océanos”, aclara. “Estas macro-tareas requieren una colaboración multilateral que facilite el desempeño mediante el intercambio de información, habilidades, fondos y tecnologías”.

Sin embargo, no es fácil que esto pueda llevarse a cabo y es ahí donde entra en juego la formación universitaria del joven. “La colaboración entre diferentes entidades del tamaño de multinacionales y gobiernos suele traer conflictos de interés o de prioridades, estorbando así cualquier desarrollo proactivo. Por ese motivo, es esencial localizar aquellos nichos en los que se visualizan colaboraciones sanas para así empoderar con legislación e inversión a aquellos actores que las lleven a cabo”.

YouTube video

Hacia el ‘hambre cero’

Lograr el “hambre cero” es el segundo de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible, a través de los cuales la ONU propone adoptar medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que todas las personas gocen de paz y prosperidad.

El reto es lograr estos objetivos antes de 2030, por lo cual deben proponerse la mayor cantidad posible de iniciativas, a través de encuentros como el que se celebrará en Brasil en noviembre. Ahora bien, ¿es el segundo un objetivo viable?

“Se necesita más”, opina Alex Artiach. “Queda poco tiempo y el bienestar nutricional de la población mundial en general es un problema sistémico. No basta con donaciones o reducir el excedente alimentario, hay que atacar el problema desde la raíz”. Esto, según el joven economista, supone fijarse en cuestiones que en principio no parecen tener ninguna relación con el hambre, como pueden ser el acceso a energías renovables, la desigualdad de género en zonas rurales de países en desarrollo o el consumo y producción sostenibles.

La constante pérdida y desperdicio de alimentos a nivel mundial

Por su parte, Irene Rodríguez opina que los objetivos propuestos por la ONU son muy ambiciosos y que necesitan de la colaboración de todos los países del mundo y sus ciudadanos para poder conseguirse. “Creo que el ser humano y, por tanto, los distintos países deben dejar de lado sus diferencias y el egoísmo para poder trabajar en aquello que realmente el planeta necesita, en este caso, acabar con el hambre. Si los distintos países son capaces de hacer esto, creo que sí podremos lograr este objetivo”.

A pesar de considerarlo un objetivo complicado, ambos esperan optimistas la llegada de la cumbre en la que podrán lanzar sus propuestas y colaborar con otros jóvenes con inquietudes similares. “Yo que he crecido en zona urbana, en un país desarrollado como España, no sé nada sobre la práctica de agricultura y mucho menos sobre la situación de agricultores en zonas como la India, México o Malawi”, argumenta Alex. “De ningún modo sería capaz de sacar esto adelante sin la colaboración de expertos del sector agrónomo, agricultores y trabajadores sociales con amplia experiencia contextual. Es por ello que pienso aprovechar la oportunidad única que me brinda Bayer para viajar hasta Brasil, no solo para presentar esta idea ante un público interesado, sino también para aprender sobre un sector que desconozco y relacionarme con expertos cuyos recursos y conocimientos podrían ayudarnos a sacar esta bonita idea adelante”.

Que no haya alimentos para toda la población y otros mitos sobre el hambre en el mundo

También Irene se siente muy afortunada por poder representar a España en este proyecto: “Para mí poder participar en la 4º edición de Youth Ag Summit es una oportunidad para demostrar que las jóvenes y los jóvenes de todos los países podemos trabajar de forma conjunta para mejorar el mundo en el que vivimos. Me parece fascinante que haya tanta gente en este planeta con ganas de hacer las cosas bien y ayudar a los demás”. Además, cuenta con aprovechar para conocer personas, culturas y formas de pensar muy distintas. “Sé que haber sido seleccionada me va a permitir crecer como científica, pero sobre todo como persona”.

Para ambos será todo un reto, pero con una meta maravillosa, como bien recuerda Alex. “Con objetivos como estos, vale la pena salir de nuestra zona de confort”.

Desde luego, podemos estar muy orgullosos de los dos jóvenes que nos representarán en esta cumbre, cuyo fin no puede ser más encomiable.

Recibe cada mañana nuestra newsletter. Una guía para entender lo que importa en relación con la tecnología, la ciencia y la cultura digital.

Procesando...
¡Listo! Ya estás suscrito

También en Hipertextual: