Citando nuevas pruebas de que estas criaturas no solo son muy inteligentes sino que también forman parte integral de los ecosistemas costeros, los científicos solicitan a las naciones, la empresa privada y al mundo académico que detengan la financiación y los incentivos arancelarios para el cultivo de pulpos.

Antiético e insostenible

Los autores afirman que el cultivo del pulpo es contraproducente desde una perspectiva de sostenibilidad ambiental, ya que no solo exigiría que el pulpo estuviera en ambientes restrictivos, sino que también utilizaría enormes cantidades de mariscos y otros peces para alimentarlos, presionando aún más las reservas alimenticias marinas, cada vez más reducidas.

El equipo resalta que los pulpos son criaturas que, además de distinguirse por ser muy inteligentes y curiosas, exhiben una sorprendente complejidad cognitiva y de comportamiento, y parecen ser capaces de experimentar dolor y sufrimiento, por lo que su cultivo en masa resultaría en la muerte de un alto porcentaje de las criaturas enjauladas, debido al estrés.

Se estima que el consumo mundial de pulpo sobrepasa las 350.000 toneladas al año, y factores como la sobrepesca y una cada vez más creciente demanda, impulsan los precios al alza. Como resultado, el incentivo para cultivar los cefalópodos está aumentando, al igual que las inversiones en el sector.

Oportunidad de inversión

Como explica la investigadora Jennifer Jacquet, profesora en la Universidad de Nueva York y parte del equipo de científicos que hace señalamiento:

>“Dados los crecientes mercados gourmet y el aumento de los precios de los pulpos, algunas personas han recurrido a la idea de la acuicultura como una forma de ganar dinero y regularizar la inevitable variabilidad en el suministro de pulpos capturados en la naturaleza. Estas personas observan que los pulpos crecen rápido y tienen una vida útil corta, generalmente de uno a dos años, características que los hacen potencialmente atractivos para su cultivo”.

Los pulpos exhiben una sorprendente complejidad cognitiva y de comportamiento, y parecen ser capaces de experimentar dolor y sufrimiento.
En consecuencia, señalan los investigadores, una serie de gobiernos, universidades y empresas privadas han invertido recientemente importantes recursos en el cultivo de pulpos en tanques terrestres, corrales de redes en el océano abierto y granjas donde los pulpos silvestres se crían en cautiverio.

Los investigadores esperan que si esta opción se vuele una práctica, la sociedad sepa reconocer las consecuencias que se derivan del cultivo en masa de estos animales, y en respuesta se desaliente el consumo de pulpos cultivados.

Aunque apelar a la conciencia de los consumidores puede ser un factor favorable, lo más deseable sería que entes gubernamentales, empresas privadas e instituciones académicas dejen de invertir en proyectos ecológicamente insostenibles y éticamente incorrectos, como lo es el cultivo de pulpos.

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