La historia de España está repleta de personas cuyas vidas bien podrían haber sido protagonistas de la más taquillera de las películas. Uno de estos personajes fue María Teresa Toral, una química y farmacéutica madrileña, de cuyo nacimiento se cumplen hoy 108 años.

Su vida fue interesante por su trabajo como científica, pero también por su arrojo a la hora de utilizar todas las herramientas de las que disponía para luchar por España en una de sus épocas más oscuras. Esta es una historia en la que se mezclan el arte, la ciencia, la valentía de una mujer y el interés de personajes de todo el mundo porque no se pusiera un fin prematuro a su vida. Afortunadamente lo lograron.

Explosivos del laboratorio a las trincheras

María Teresa nació el 20 de mayo de 1911, en el seno de una familia acomodada. Como cualquier señorita de buena posición, recibió una educación basada principalmente en el arte, desde la música hasta la pintura y la literatura. Destacó notablemente en todas ellas, pero poco a poco comenzó a sentirse también atraída por la química, especialmente a raíz de que su padre compartiera con ella el arte del revelado fotográfico.

Al comunicar a su familia que quería dedicarse a la ciencia, estos intentaron orientarla hacia algo más práctico, como la farmacia. Ella quería investigar, pero también complacerles, por lo que finalmente terminó estudiando ambas carreras: química y farmacia.

A pesar de disponer de la titulación de farmacéutica, no le atraía la idea de trabajar en uno de estos establecimientos, por lo que al finalizar sus estudios comenzó a trabajar como investigadora, junto a Enrique Moles, quien por entonces estaba considerado como uno de los mejores químicos de España. Juntos trabajaron codo a codo en el área de la determinación de los pesos atómicos de los diferentes elementos, utilizando para ello dispositivos de vidrio fabricados por ella misma. Destacó también por ser una de las personas de su laboratorio que más publicaciones tenía en revistas de impacto, siendo este uno de los hechos que la llevaron a conseguir una beca para realizar una estancia de investigación en Reino Unido.

La aurora española de 1938 que fue camuflada por el resplandor de las bombas

Sin embargo, nunca llegó a disponer de tal honor, pues al estallar la Guerra Civil decidió que su lugar seguía en España. Por aquel entonces, el Instituto Nacional de Física y Química, en el que trabajaba, pasó a ser utilizado por los republicanos con fines militares. Sus ideas coincidían con las de este bando, por lo que se quedó y comenzó a colaborar en la sección de explosivos, dirigida precisamente por su mentor, Enrique Moles. Esta tarea llegó a calar muy profundamente en ella, después de que uno de los explosivos con los que trabajaba le impactara en la cara, dejándole serias cicatrices, que consiguió hacer desaparecer casi por completo después de varias operaciones de cirugía estética.

Ni siquiera aquel incidente la hizo abandonar su tarea, en la que permaneció hasta junio de 1939, cuando fue detenida por la policía franquista, que la sometió a un interrogatorio de ocho días, tras el cual fue condenada a doce años de prisión en la cárcel de Las Ventas. Allí se encargó de la enfermería y la farmacia y además trabajó ayudando a las madres con sus hijos y enseñando inglés a las reclusas. Dos años después de entrar allí, un indulto general le permitió salir en libertad condicional, con el requisito de acudir regularmente a comisaría.
Su nueva situación no le permitía seguir investigando, por lo que aceptó el traspaso de una farmacia, en la que despachaba medicamentos, pero también organizaba reuniones clandestinas antifascistas.

Segunda condena

Son bien conocidos los métodos empleados por la policía franquista para “hacer cantar” a sus detenidos. Por eso, no es extraño que varios reos terminaran contando dónde se realizaban aquellas asambleas secretas, provocando la segunda detención de María Teresa.

En esta segunda ocasión las consecuencias se presentaban peores. Durante su propio interrogatorio emplearon tal violencia contra ella que, según el artículo sobre la científica publicado por Soledad Machado en el proyecto Ciencia de Acogida, tardó varios días en recuperarse de las heridas que le propinaron.

Pero no solo el interrogatorio fue más duro que el anterior. También pretendía serlo el castigo, pues se barajaba condenarla a muerte.

Su caso fue extendiéndose por todo el mundo, llegando a aparecer incluso en medios de comunicación como New York Times, en el que se publicó una carta a Franco, en la que se le pedía que no ejecutara a la que por aquel entonces ya se conocía como la “Lise Meitner española”. Haciendo inicialmente caso omiso a todos estos ruegos, el juicio se celebró diecinueve meses después de la detención de María Teresa. Pero lo que pocos esperaban es que se presentaran en él Ève e Irene, las dos hijas de Marie y Pierre Curie. Se había cumplido ya más de una década desde que Irene se hiciera con el premio Nobel de química y Ève no era científica, pero sí una reputada escritora y periodista, muy valorada en todo el mundo, especialmente por sus reportajes de guerra.

La historia olvidada de las científicas depuradas por el franquismo

Todo esto hizo que su presencia en el juicio hiciera temer al gobierno español por la posibilidad de perder apoyos extranjeros, por lo que finalmente María Teresa fue condenada solamente a dos años de prisión, que cumplió en el penal de Segovia.

Pasado este tiempo, decidió que había llegado el momento de salir de España, así que se exilió a México, donde trabajó como investigadora y profesora en su Universidad Nacional Autónoma. Sin embargo, si hay una faceta por la que es conocida en este país es sin duda su labor como artista grabadora. A día de hoy, muchas de las obras que realizó por aquel entonces se exponen en varios museos, tanto de Estados Unidos, como de Europa.

En México pudo tener la vida que se le negaba en España, país al que volvió pocos antes de su muerte, que tuvo lugar en 1994. Así termina la historia de una mujer de película. Una científica con el corazón dividido entre el arte y la química, que hubiese dado hasta la vida por conseguir que en su país no dejase de haber libertad. El día de la Mujer y la Niña en la ciencia solemos recordar a grandes mujeres, como Marie Curie, Rosalind Franklin o Hipatia de Alejandría. Pero en España también tuvimos grandes figuras cuya historia no debería borrarse jamás. Tenemos a María Teresa Toral y a muchísimas otras más.

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