La absoluta mayoría de los seres humanos soñamos cuando estamos dormidos, especialmente durante la fase REM. A pesar de lo cotidiano que es este fenómeno, lo cierto es que todavía no sabemos con certeza por qué tenemos sueños y cuál es su papel en el ser humano. El sueño, ese arte poético involuntario (como lo denominaba el filósofo Kant), es una realidad distorsionada y caótica que surge a partir de la información que captan nuestros sentidos, de nuestros recuerdos y de las experiencias a lo largo de nuestra vida, especialmente de aquellas más recientes.

De la misma forma que nuestros sentidos (la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto, entre otros) influyen en la construcción de nuestro esquema mental del mundo exterior,  también determinan nuestra imaginación y nuestros sueños. Pero ¿qué ocurre cuando uno de esos sentidos no existe? ¿Cómo sueñan las personas ciegas, que carecen del sentido de la vista?

En realidad, la forma en la que sueñan los ciegos es muy diferente según un dato clave: cuál fue el momento en el que se quedaron ciegos. Si las personas perdieron la visión antes de la etapa crítica de 5-7 años de edad o nacieron ciegos, son incapaces de tener sueños con experiencias visuales. Esto se refleja, por un lado, en las propias explicaciones de los ciegos: declaran no ver imágenes durante los sueños. Por otro lado, durante la fase REM, que se caracteriza por la presencia de movimientos oculares rápidos, los ciegos muestran muchos menos movimientos rápidos de sus ojos que las personas que pueden ver.

Un detalle curioso sobre los ciegos que no son capaces de ver imágenes en sueños es que, a pesar de ello, sí que pueden recordar el sueño y representarlo gráficamente, con la precisión y complejidad de las personas que sí que ven. En otras palabras, no tienen experiencias visuales pero si pueden explicar los sueños gráficamente más tarde.

¿Es posible programar siendo ciego?

Las personas que se quedaron ciegas después de los 5-7 años de edad sí que manifiestan sueños con visiones, aunque puede ser una habilidad que se pierda con el tiempo. Es decir, conforme más tiempo lleve ciega una persona, menor frecuencia de experiencias visuales experimentará. En ese sentido, es muy importante la fuerza de los recuerdos con experiencias visuales que tengan las personas ciegas procedentes de aquellas épocas en las que sí veían. En teoría, mientras persistan esos recuerdos visuales, los ciegos pueden seguir "viendo" en sus sueños durante toda la vida. Además, el grado de ceguera también influye. Así, las personas que no tienen una ceguera total pueden visualizar sombras, formas o flashes en sus sueños, dependiendo de los detalles que son capaces de percibir cuando están despiertos.

Como es lógico, tanto los ciegos de nacimiento o tempranos como los que perdieron la vista de forma tardía se centran más en las experiencias por otros sentidos durante los sueños, como también les ocurre en la vida diaria. En ese sentido, un estudio publicado en 2014 en la revista Sleep Medicine comparaba el tipo de experiencias en los sueños según si las personas podían ver, eran ciegas de nacimiento o se habían quedado ciegas de forma tardía. Los resultados ofrecieron resultados muy diferentes entre los tres grupos.

Así,  durante el transcurso del experimento y entre las personas ciegas de nacimiento, el 26 % informaba de tener experiencias como saborear durante el sueño, el 40 % experimentaban olores, el 67 % sensaciones de tacto y el 93 % de sonido. Ninguno de ellos informó de experiencias visuales, En cambio, en el grupo de personas que podían ver, sólo el 7 % recordaba experiencias de sabor, el 15 %  experiencias olfativas, un 45 %  experiencias de tacto, un 64 % informaba de experiencias auditivas y el 100 % de experiencias visuales. Las personas que se quedaron ciegas de forma tardía reflejaban experiencias intermedias entre las personas ciegas de nacimiento y aquellas que podían ver.

A pesar de estas diferencias, la mayor parte del contenido de los sueños no es muy diferente entre las personas ciegas y las que no lo son. Así, por ejemplo, el número de interacciones sociales, de fracasos y de éxitos era similar entre ambos grupos. Tampoco había diferencias entre las emociones y las excentricidades que existían en los sueños. Sin embargo, sí que existe un detalle muy diferente en el contenido de los sueños y de ciegos y no ciegos: las personas ciegas de nacimiento tienen cuatro veces más probabilidades (25 %) de experimentar pesadillas que las personas con la vista conservada  (6 %) y las personas con ceguera tardía (7 %).

¿A qué se debe este fenómeno? Muchas de las pesadillas de los ciegos se centran en sus principales angustias y miedos que se dan a la hora de desplazarse de un lado a otro durante la vida diaria: perderse, ser atropellados, extraviar a su perro guía, caerse en una alcantarilla... Según especulan los investigadores, que los ciegos tengan estas pesadillas podría deberse a que, en realidad, son simulaciones inofensivas de amenazas, que les ayudan a prepararse para los peligros de la vida real. Precisamente debido al mayor porcentaje de pesadillas que sufren las personas ciegas de nacimiento, su calidad del sueño también es peor. Y es que no sólo los sentidos determinan el contenido de nuestros sueños, también influyen nuestros temores.

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