Apple presentó ayer el nuevo iPad Pro y los nuevos MacBook Air. Con los precios al alza en ambas líneas de dispositivos y equiparados para según qué configuraciones, se deja entrever un problema para Apple que hasta ahora no estaba tan presente. No tenemos muy claro –tampoco Apple– si el iPad es un ordenador o no. Apple lo compara continuamente con los fabricantes de ordenadores tradicionales, y en su web también hace alguna que otra alusión en este sentido, pero aunque pueda parecer que la línea entre ambos cada vez es más difusa, la realidad es que todavía estamos lejos de ese futuro que se nos anticipó en 2010.

iPad Pro: primeras impresiones de la evolución del tablet de Apple

A día de hoy es innegable que, en términos de hardware, el iPad está muy por encima de la mayor parte de los ordenadores del mercado. De hecho, también es muy superior a algunas consolas de la actual generación, como la PS4 de base o de la reciente Xbox One S. Aquí es donde se produce un extraño fenómeno: a pesar de ser más potente, más portable y durable que los mencionados ordenadores y consolas, todavía no puede competir con ellas. Ni posibilidades de trabajo ni como consola.

Seamos sinceros: el iPad es solvente en muchas situaciones, mucho más el Pro, pero su software sigue lastrando el abanico de oportunidades que puede llegar a alcanzar para el usuario medio. Por mucho que haya evolucionado iOS, la tierra prometida que venía a sustituir al PC tradicional se ha quedado en poco más que una demostración brutal de lo que Apple es capaz de producir en términos de diseño, potencia y hardware.

A día de hoy, por mucho que nos pese, el iPad Pro sigue siendo un coche de carreras utilizado para moverse entre atascos: te soluciona el problema de ir del punto A al punto B, pero de una forma muy poco eficiente. Es en este punto, con niveles de precio y portabilidad muy cerca del Mac, cuando la línea debería estar más difuminada con el paso del tiempo. Y lo cierto es que va en sentido contrario.

Nuevo MacBook Air: primeras impresiones

La llegada de Photoshop y aplicaciones profesionales son, sin duda, una buena noticia para el dispositivo. Pero es un asunto que Apple ha dejado en manos de los desarrolladores. Lo que es lo mismo que decir que Apple se ha olvidado del talento para encomiarse a la suerte. Como hace un año, incluso dos, tenemos una de cal y otra de arena: aplicaciones potentisimas con un hardware muy por encima de un PC tradicional enfocado a un nicho de usuarios extremadamente reducido.

Nadie quiere macOS en el iPad, pero es una realidad que en 2018 iOS sigue sin estar a la altura de un equipo profesional que puede presumir de tener el mejor hardware del mercado. Paradójicamente, el software es el mayor lastre de Apple para el iPad. Si bien compartir ciertas características con el móvil es una buena noticia, empieza a ser urgente un mayor nivel de diferenciación entre los dispositivos iOS de la compañía, porque evolución por delante, el iPad no deja de ser un iPhone grande.

Tal y como estamos, no hay una sola acción, aplicación o solución que el iPad pueda hacer pero el iPhone no; más allá de las oportunidades que ofrece una mayor pantalla para hacer aplicaciones más completas. En cualquier caso, sobre el papel no deja de ser una versión grande de lo que ya tenemos.

Llegados a este punto, con A12X, con una pantalla de ese nivel y unos componentes que no encuentras en un PC del mismo precio, es el momento para que Apple ponga al día el software de su tablet. Y, ya de paso, eleve la máquina a un nivel lo suficientemente alto como para difuminar de una vez por todas la línea con el PC y con el Mac.

¿Cuál es la fórmula correcta? Ni la sabemos, ni la deberíamos conjurar nosotros. Al fin y al cabo, ese es el trabajo de Apple. Pero, quizás, fijarse algo más en el Mac y menos es el iPhone sea un primer paso para que el iPad pueda competir con un equipo portátil o de escritorio. Eso ayudaría, al menos, a cambiar la percepción que tiene el consumidor de que una máquina con A12X y 1TB de SSD de 2.000 euros no deja de ser un iPhone grande.

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