Gracias a descubrimientos tan importantes como las vacunas, la penicilina o un gran número de tratamientos frente a enfermedades de todo tipo, la edad media que puede alcanzar el ser humano hoy en día es mucho más grande que hace no demasiados años. Sin embargo, con el tiempo también hemos desarrollado hábitos muy nocivos para la salud, que compiten con todas esas técnicas, restándole algunos años a la esperanza de vida.

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Por eso, es importante poner en perspectiva ambos factores y calcular cómo influyen a nuestra supervivencia, de modo que entendamos cuáles deberíamos dejar a un lado si queremos vivir con salud muchos años. Con el fin de dar cifras exactas sobre este tema, un equipo de investigadores de la Universidad de Washington acaba de publicar en The Lancet un estudio en el que se analiza cómo cambiará la esperanza de vida de un total de 195 países, de aquí a 2040. Además, también se estudian cuáles son los factores que intervienen en la modificación de esta cifra, tanto positiva como negativamente.

Estamos a tiempo de cambiar

Los autores de este estudio han elaborado una serie de predicciones basadas en las tendencias sanitarias actuales de cada país. Para ello, han tenido en cuenta factores sociales, como la educación o los ingresos per cápita, pero también han valorado hábitos que interfieren directamente en la salud, como la dieta, el consumo de alcohol o el tabaquismo.

En general, los resultados son muy mejorables, con una reducción de esperanza de vida en 87 de los países analizados y un aumento de un año o más en solo 57. Además, si bien algunos países han aumentado notablemente su esperanza de vida, la posición que ocupan en el ranking ha bajado varias posiciones.

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Este es el caso de países como Estados Unidos, donde han pasado de una esperanza de 78’7 años en 2016 a otra de 79’8 en 2040, pero han bajado del puesto 43 al 64. Similar es el caso de México, que ha pasado de 76’1 a 78’3 años, pero ha descendido dieciocho lugares, del 69 al 87.

Tienen mejores noticias otras naciones, como China, que ha pasado de 76,3 años a 81’9, lo que le ha supuesto una gran escalada, del puesto 68 al 39. En cuanto a España, sin duda es una de las más afortunadas, pues ha pasado de ser la cuarta del ranking en 2016, con una esperanza de vida de 82’9 años, a liderarlo en 2040, con 85’8.

La economía influye, pero no tanto

Por lo general, un país con mejores ingresos podrá acceder mejor, tanto a los servicios sanitarios como a una dieta adecuada. Por eso, algunos países, como Palestina, han sufrido una gran caída en la clasificación, del puesto 114 al 152 en su caso. Sin embargo, también algunos países con ingresos altos han bajado notablemente, como Canadá, que ha pasado del puesto 17 al 27 o Noruega, que ha descendido del 12 al 20.

En cuanto a los factores sanitarios que influyen en los resultados, los autores apuntan principalmente a seis: presión arterial alta, índice de masa corporal alto, azúcar en sangre elevada, consumo de alcohol, tabaquismo o contaminación en el aire.

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Salvo que estén asociados a enfermedades de nacimiento, todos estos factores podrían controlarse, mejorando estas cifras. De hecho, según el estudio, también se observa un aumento en la tendencia hacia muertes por enfermedades no transmisibles, como el ictus, la diabetes, el alzhéimer, la cardiopatía isquémica, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, el cáncer de pulmón o las patologías asociadas a la obesidad.

Las cifras son preocupantes, pero estamos a tiempo de solucionarlo. De hecho, según ha declarado en un comunicado el autor principal del estudio, Kyle Foreman, el futuro de la salud mundial no está predeterminado y hay una amplia gama de trayectorias posibles. Que se estanque o avancen depende de cómo aborden los sistemas sanitarios de cada país los factores clave; pero, por supuesto, también depende de cómo lo afronte cada individuo por separado. Nuestra esperanza de vivir más años y que nuestros descendientes también lo hagan está en juego.

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