El mes de septiembre tiene ciertas similitudes con enero en lo que a nuevos propósitos se refiere. Con la vuelta al cole y el trabajo llega el momento de decidir qué hábitos queremos implantar en nuestro día a día, estrenando una rutina un poquito diferente a la anterior.

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Del mismo modo que ocurre con el nuevo año, uno de los propósitos estrella es la dieta, en todas sus vertientes. Por lo general, el objetivo de implantar cambios en la alimentación suele ser la pérdida de peso, aunque algunas dietas concretas se utilizan también con otros fines. Este es el caso de la dieta cetogénica, una rutina alimentaria que en los últimos años ha dado mucho que hablar por sus aplicaciones neurológicas. Lo cierto es que muchos estudios apuntan hacia su utilidad en el tratamiento de ciertas enfermedades, como la epilepsia, pero también existe mucha mitología con algo menos de fundamento científico. Entonces, ¿realmente tiene alguna utilidad? Según para qué.

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¿Qué es la dieta cetogénica y para qué sirve?

La dieta cetogénica es aquella en la que el consumo de carbohidratos se reduce a menos de un 5-10% de la ingesta calórica diaria de una persona. Por el contrario, se aumenta el consumo de grasas. De hecho, otra definición de la dieta establece que se deben tomar 4 gramos de grasas por cada gramo de carbohidratos y proteínas combinados. De cualquier modo, esta proporción puede modificarse según las necesidades de la persona en cuestión.

Debe quedar claro que estas grasas han de ser en su mayoría insaturadas, como las que contienen alimentos como el aguacate, el salmón, las nueces y algunas semillas. Ahora bien, ¿cómo conseguimos reducir el peso de esta forma?

En condiciones normales, la mayor parte de la energía utilizada por el organismo procede de los carbohidratos. Sin embargo, cuando estos escasean, comienza un nuevo proceso, llamado cetosis, en el que se procede a la degradación de las reservas de grasa, obteniendo unas sustancias, llamadas cuerpos cetónicos, que se utilizan como fuente de energía. De este modo, la grasa tiende a acumularse menos, con la consiguiente pérdida de peso que eso supone.

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Aplicaciones neurológicas

Hasta aquí no parece muy diferente a cualquier otra dieta. Sin embargo, la inducción de cetosis no se utiliza solo para la pérdida de peso. De hecho, en los últimos años ha cobrado una gran importancia por sus aplicaciones a nivel neurológico, especialmente en el tratamiento de la epilepsia.

En realidad, ya se comenzó a hablar de esta aplicación durante los años 20; aunque, más tarde, con la llegada de los fármacos antiepilépticos, empezó a caer en el olvido. Sin embargo, poco después volvió a la práctica clínica, después de que se descubriera su potencial para tratar a pacientes epilépticos fármaco-resistentes. Como consecuencia, aumentó el número de estudios dedicados a analizar los efectos antiepilépticos de esta dieta. Uno de los más recientes, publicado el pasado mes de mayo en Neuropharmacology, revisaba los hallazgos más recientes en torno a la faceta anticonvulsiva y neuroprotectora de la cetosis. En él, se concluye que tales aplicaciones se deben a varios factores. Por un lado, los cuerpos cetónicos inducen cambios en el equilibrio y la liberación de neurotransmisores. Por otro, también modifican la polaridad de la membrana de las neuronas. Se conoce que durante las convulsiones aumenta la excitabilidad neuronal, por lo que estos cambios disminuirían este síntoma de la epilepsia.

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Los buenos resultados de los estudios han llevado a que el uso de esta dieta sea ya una realidad en la práctica clínica. Así se lo ha hecho saber a Hipertextual Sergio Calderón, enfermero y dietista-nutricionista en el Hospital La Fe, de Valencia.

"En la unidad de nutrición infantil de La Fe tratamos con algunos casos de niños con esta patología. El tratamiento es conjunto con neurología, pediatras y dietistas-nutricionistas. También hay que decir que es una dieta complicada de llevar y no es sencillo para los niños y las familias adaptarse. Por eso es tan importante la educación alimentaria".

Además, Calderón aseguró que hay casos complicados en los que la dieta no funciona tan bien como se esperaba, por lo que no siempre resulta eficaz.

Consecuencias sobre la microbiota

Otras de las teorías estudiadas acerca de la función de la dieta cetogénica sobre la epilepsia es la de modificar la microbiota intestinal del individuo. Entre los estudios que describen esta hipótesis, destaca uno publicado recientemente en Cell. En él, un equipo de investigadores de la Universidad de California analizó cómo afecta disminuir la proporción de carbohidratos en la dieta a la flora intestinal de un grupo de ratones de laboratorio.

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De este modo, comprobaron que se incrementaban los niveles de algunas bacterias, especialmente Akkermansia muciniphila y Parabacteroides. Como consecuencia, disminuían notablemente las convulsiones asociadas a la epilepsia. Además, descubrieron que si estos microorganismos se administraban a los animales, independientemente de la dieta, también se obtenía una mejora en la enfermedad. Esto indicaría que, si se reproducen los resultados en humanos, estas bacterias concretas podrían ser el centro de futuros tratamientos.

Más allá de la epilepsia

Un caso muy diferente es el de otras aplicaciones neurológicas de esta dieta, de las que se ha hablado últimamente. Por un lado, existen estudios que analizan su papel en la mejora de patologías asociadas a la inflamación cerebral. Entre los investigadores que han estudiado este tema, se encuentra el equipo de Raymond Swanson y Ethan Weiss, ambos de la Universidad de San Francisco.

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Sus estudios más recientes se han centrado en el efecto de esta dieta en ratones con apoplejía. Por el momento, sus resultados han sido muy buenos, ya que han conseguido suprimir los genes inflamatorios, mejorando los síntomas del accidente cerebro vascular. Sin embargo, según sus declaraciones a Phys, solo han obtenido este tipo de resultados en ratones de laboratorio, por lo que no podrían extrapolarse a humanos hasta que se lleven a cabo ensayos clínicos revisados por pares.

Por otro lado, en internet circulan cientos de historias de personas que aseguran haber obtenido muchos beneficios extra a la pérdida de peso a través de la dieta cetogénica, desde más energía hasta una notable mejora de la memoria. Pero, ¿tiene esto algún sentido?

Según Luis Cabañas, nutricionista de la clínica Aleris, todo esto no tendría por qué ser una consecuencia de la dieta en sí, sino más bien del bienestar generado por comer bien. Por ejemplo, como ha explicado por correo electrónico a este medio, desayunar aguacate y nueces genera más beneficios a la salud que tomar cereales de desayuno. En ese caso se recurriría a las grasas en vez de a los carbohidratos, pero la base del asunto sería estar comiendo adecuadamente.

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Efectos perjudiciales

La dieta cetogénica es una de las que más reparos suelen provocar entre la población a la hora de decidir mantenerla. Una de las causas de este problema es la confusión entre los términos cetosis y cetoacidosis; algo que, según Luis Cabañas, es un error muy habitual.

La cetoacidosis es una consecuencia de la cetosis, que se da cuando los cuerpos cetónicos se acumulan en la sangre, acidificándola. Para que esto no ocurra, durante las primeras semanas el cuerpo expulsa los cuerpos cetónicos que no se están utilizando a través de la orina. El problema viene cuando alguien tiene algún trastorno renal que dificulte el proceso de filtrado de la sangre, dando lugar a consecuencias muy perjudiciales, como edema cerebral, fallo renal o trastornos cardíacos. También deben prestar atención a esta posibilidad los pacientes diabéticos, por lo que no se recomienda que lleven a cabo este tipo de dietas.

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Por lo demás, alguien que no padezca diabetes y tenga unos riñones sanos no debe preocuparse por esta posibilidad. Sin embargo, esto no quiere decir que esta dieta no pueda tener efectos adversos. Se sabe que, si se mantiene durante un periodo de tiempo largo, se pueden producir síntomas como pérdida de peso (no siempre ese es el objetivo), problemas gastrointestinales o aumento transitorio de lípidos. Normalmente, esto se puede solucionar ajustando las proporciones de grasas y carbohidratos; pero, como es lógico, debe encargarse de ello un profesional.

Por eso, antes de llevar a cabo tanto esta como cualquier otra dieta, es muy importante consultar a médicos o nutricionistas. De cualquier modo, como también ha explicado Cabañas, si el objetivo no es otro que llevar una vida sana y perder algo de peso, el primer paso es aprender a leer las etiquetas y reconocer qué alimentos son más saludables. Una vez finalizada esta lección, ya se podría plantear alguna dieta con un fin concreto. Pero, sobre todo, no se debe tratar de correr antes de caminar.

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