Se ha estrenado The Equalizer 2, la cuarta película en la que Denzel Washington actúa a las órdenes de Antoine Fuqua. Y hemos hablado con ellos sobre la misma.Ha llegado a la cartelera la película **The Equalizer 2 (2018), una rara avis tanto en la trayectoria de quien la ha dirigido, el estadounidense Antoine Fuqua** (Southpaw), **como del actor protagonista, su conocido y oscarizado compatriota Denzel Washington** (Philadelphia), pues se da la casualidad de que ninguno de los dos había participado antes en la secuela de alguna película con su especialidad particular en los veinte y los más de cuarenta años que llevan esto del largometraje respectivamente. El primer filme, The Equalizer (2014), era en teoría la adaptación a la gran pantalla de la serie homónima de Michael Sloan y Richard Lindheim (1985-1989), pero Fuqua ha tenido a bien matizar este asunto en la reciente entrevista que a la que se ha prestado en Madrid, al igual que Washington.
ANTOINE FUQUA
¿Qué te atrajo de esa serie lo suficiente como para, no sólo aceptar el proyecto de adaptarla a largometraje, sino también rodar luego una secuela?
Absolutamente nada. No he pensado ni lo más mínimo en la serie de los ochenta; creo que no he visto The Equalizer en televisión desde que era niño. Y puedes ponerle [a Washington] —porque podrías— en un Jaguar y vestirlo con una gabardina, pero ese no sería Denzel en absoluto [Risas]. Tengo una verdadera visión sobre The Equalizer y, mientras el protagonista sirva a la justicia y trate de ayudar a la gente, el ADN sigue siendo el mismo. Pero se podía descartar el resto para armar mi propia versión.
En cualquier caso, ha decidido volver a la historia de Robert McCall porque *en The Equalizer 2 “hay más emoción que en el primer filme” y “se puede conocer mejor” al personaje*, con la gran importancia de una relación como la que desarrolla con el joven Miles Whittaker (Ashton Sanders), y “siempre había querido rodar una tormenta” como la que vemos en la película, aunque “es complicado lidiar con los elementos y es una aventura por lo que uno no puede controlar”, y en el caso específico de su nuevo filme, no tuvieron más remedio que aguardar a que se pusiese el sol, limitándoles mucho las horas que disponían para rodar, y a que llegase la temporada de frío y que las olas del Atlántico fuesen de mayor envergadura, debieron servirse de diez motores a reacción para simular el viento huracanado y apropiarse de un pueblecito entero porque no se podían arriesgar a que ningún habitante se hiciese daño. “Todo se ralentiza mucho”, asegura Fuqua. “Tienes que hacerlo poco a poco. Como dice el dicho, para comerte un elefante, debes que ir parte por parte”.
**Después de haber trabajado ambos en cuatro filmes —Día de entrenamiento (2001) y Los siete magníficos (2016) además del díptico sobre McCall—**, Fuqua valora su colaboración con Washington diecisiete años después del primero como “fantástica, construida sobre la confianza mutua, la amistad y el trabajo duro”, pues una de las cualidades más sobresalientes del actor es “su compromiso” con las obras en las que ha involucrado, “su concentración, su generosidad con los otros intérpretes y su enorme talento”. Y, en cuanto a su propio estatus como director en Hollywood, considera que ahora “está en una mejor posición para elegir los proyectos que lleva a cabo”, pero “no olvida que uno es tan bueno como su último filme, especialmente en Hollywood, que tiene la memoria muy corta”, por lo que “hay que trabajar tan duro como si uno no hubiese hecho nada antes”, que es precisamente “el entendimiento” ideal que ha conseguido con Washington desde su primera película juntos.
DENZEL WASHINGTON
¿Qué tiene Robert McCall para que escogieses interpretarle en la primera ocasión y ahora una vez más?
Me lo propusieron, y no fue por nada que tuviese relación con él, en cualquier caso: leí el guion y quise hacerlo. Reacciono así positiva o negativamente, me gusta el personaje o no, pero todo tiene que ver con qué hay en las páginas del guion. Creo que es un territorio nuevo para mí porque no tenía experiencias previas sobre las condiciones para realizar una secuela, y fue tan sencillo como leer el guion y comprobar si era bueno o no lo era, si se trataba de una buena historia o no.
Tanto es así que, cuando se le pregunta si le gustaría volver a encarnar a algún otro personaje de su carrera, responde de la siguiente forma: “No lo sé; tendría que leer antes el guion”, riendo por la obviedad de su coherencia. Si bien asegura no estar pendiente de su pasado sino de las proposiciones cinematográficas que le pueda traer el futuro. Por ejemplo, la nueva versión de Scarface —tras las homónimas de Howard Hawks (1932), cuya inspiración se encuentra en la vida delictiva de Al Capone, y Brian de Palma (1983)— que quiere realizar el mismo Fuqua con Washington. Pero él insiste: “No sé nada del asunto; tendría que leer el guion. Creo que es un deseo de Antoine”, al que considera “muy talentoso” y con el que ha trabajado a gusto y hasta ha conseguido un Oscar por su interpretación de Alonzo Harris en Día de entrenamiento, aunque niega que su compañerismo haya derivado en un bromance ni tras cuatro colaboraciones; “si acaso, un workmance”.
Por otra parte, sostiene que los componentes éticos de los filmes en los que participa no son razón para que le atraigan: “*Me preocupa la palabra educar. Yo no voy al cine para que me eduquen, voy a que me entretengan*. Creo que, si educas demasiado en una película, espantas al público”. De todas maneras, como director sí ha abordado temas muy serios: “Antwone Fisher [2002] tocaba un aspecto muy delicado, El gran debate [2007] es histórica, y Fences [2016], un clásico teatral... Yo no sabría dirigir una película como The Equalizer 2”.
La película se toma su tiempo para gestar el conflicto principal y las motivaciones de los personajes. Teniendo en cuenta que lo que le atrae es el guion, ¿considera que las películas de acción o los thrillers deberían desarrollar más esa parte antes que lanzarse directamente a por el espectáculo?
No soy quién para decir cómo deben funcionar las películas en ese sentido pero, pensando en veinte años atrás, cuando empecé a hacer filmes de acción centrados en un personaje con Tony Scott, como Man on Fire [2004], tenían conflictos interiores además de la realidad con la que lidiaban. Hacer acción sin profundizar en los personajes no me interesa, y Tony lo sabía; y encontramos la clase de historias correcta para contar. No soy un actor de género, pero The Equalizer 2 es una película de acción orientada a los personajes.
Y precisamente para las escenas elaboradas de acción se tuvo que preparar las coreografías a lo largo de dos meses en Los Ángeles antes de ir a rodarlas en Boston, donde se ambienta el filme. Unas coreografías de las que, **cuando empezó su ya larga carrera en el cine, no se encargaban los actores afroamericanos porque “todos eran cómicos, como Richard Pryor o Eddie Murphy” y “no había filmes de 1.000 millones de dólares en taquilla como Black Panther** [Ryan Coogler, 2018]”. De manera que no hay más remedio que decir que el negocio ha cambiado para bien en esa cuestión.