Desde que en 2012 Disney compró la productora Lucasfilm comenzó a desarrollar diversos títulos para la franquicia. Uno de ellos, Rogue One: Una historia de Star Wars, fue estrenado en diciembre de 2016, y, a pesar de que una parte del público se decepcionó, la otra encontró una entrega dramática y memorable, sí, descarada en aprovechar la nostalgia y la oportunidad de hacerse de ganancias millonarias, pero al fin una historia con un interesante formato de tragedia griega, es decir, en donde el sacrificio y la muerte son una redención.

Lo cierto es que al paso de los años y de las distintas declaraciones de los implicados resulta complejo entender cómo es que la cinta salió bastante bien librada, sobre todo si tomamos en cuenta que tuvo muchos elementos para convertirse un completo desastre. Recientemente Chris Weitz, guionista de Rogue One, declaró en el podcast Happy Cat Confused que la historia fue escrita a muchas manos y reescrita varias veces. Dijo que al menos Tony Gilroy, Christopher McQuarrie, Scott Burns y David Arndt escribieron para la cinta. De hecho el papel de Gilroy parece que fue decisivo en el proyecto pues en 2017 él declaró que Rogue One tenía "serios, serios problemas".

Los magníficos «huevos de pascua» de Rogue One: Una historia de Star Wars

En el mismo programa Weitz da crédito a Gareth Edwards por poner orden en la cinta y compilar la participación de tantas manos en el guion; también de que lo apoyó en la idea que finalmente se convertiría en la marca de Rogue One: la muerte de sus personajes principales. Weitz dijo que este hecho fue decisivo para "transmitir la verdadera seriedad de la guerra civil galáctica". Ambos pensaron que los directivos de Disney jamás lo autorizarían aunque, como sabemos, lo hicieron.

Con lo anterior también nos queda mucho más que claro por qué la película tuvo una enorme cantidad de reshoots. Tan solo en los tráilers encontramos 46 escenas que no aparecen en el corte final, en su momento se dijo se trataba de cuestiones de marketing pero ahora comenzamos a comprender cuanto material —y de cuantas manos— se tuvo que trabajar para que funcionara como un todo. La buena noticia es que funcionó.