Como muchas naciones ya han reconocido, la inteligencia artificial se está convirtiendo en la tecnología más importante (en cuanto al progreso y las mejoras en calidad de vida que potencialmente puede causar) en la historia de la humanidad. Dada su naturaleza interdisciplinaria, la IA se encuentra en todos lados: automóviles autónomos, software de diagnóstico médico, de reconocimiento facial, automatización industrial, videojuegos, etc.
El interés generalizado por tal tecnología resulta obvio. Actualmente Estados Unidos es el líder indiscutible mundial en innovación de IA. Tomando en cuenta este hecho, el Gobierno Chino está determinado en acabar con el reinado estadounidense.
Han estructurado un ambicioso plan a largo plazo para lograr su objetivo, consiste de tres pasos: primero plantean ponerse al corriente con los desarrollos mundiales en IA para el 2020. Esto significa construir la infraestructura científica necesaria para ponerse a la par con los mayores contendientes globales. Para el 2025 esperan ser responsables de los avances más importantes. Finalmente, en el año 2030 serán los nuevos líderes mundiales, destronando a los norteamericanos.
Debido al carácter autoritario del Gobierno Chino, los líderes políticos tienen el poder de involucrarse directamente en el desarrollo tecnológico, realizando subsidios en sectores clave y motivando la inversión hacia empresas nacionales, excluyendo poco a poco a las extranjeras. En el mes de enero, el Gobierno anunció que invertiría dos mil millones de dólares en un parque industrial de IA en Beijing. Tendrá capacidad para alojar cuatrocientas compañías que se concentrarán en desarrollar productos y servicios en computación en la nube, big data, bio-reconocimiento y aprendizaje de máquina.
El uso de IA ya se está volviendo costumbre en el país asiático: desde el encarcelamiento de criminales usando software de reconocimiento facial, hasta sistemas de pago que usan reconocimiento biométrico para verificar con exactitud la identidad del cliente. La aceptación social de este tipo de tecnologías en un país tan inmenso como China significa una ventaja enorme sobre los demás países que luchan por adquirir un poderío en el mundo de la IA.
Para perfeccionar sus procedimientos, las IAs necesitan datos, la mayor cantidad posible para ir sumando efectividad en distintas tareas. Como en China apenas existen escasos controles de privacidad, esta tecnología tiene campo libre para adquirir información acerca de los individuos que habitan la nación asiática.
El Gobierno incluso ha llegado a proveer directamente a las compañías tecnológicas con fotos de identificación de sus ciudadanos. Ellas han servido como datos esenciales para la maquinaria de vigilancia del régimen, purificada con talento del sector privado.
En cuanto a la inversión tecnológica, por primera vez China ha superado a los Estados Unidos. Un estudio de CB Insights afirma que, de los quince mil doscientos millones de dólares invertidos en start-ups de IA durante el año 2017 globalmente, cuarenta y siete por ciento llegó a manos de empresas chinas, con treinta y ocho por ciento para las americanas. De la misma manera, el número de start-ups por país, estadística que los Estados Unidos dominaba con ventaja amplia, ha empezado a igualarse con el surgimiento masivo de empresas chinas.
Los chinos tampoco se quedan atrás en el terreno académico: en el 2015 China produjo cincuenta por ciento más trabajos de investigación sobre IA que Estados Unidos. Lo único que escasea en China con respecto al ámbito de la IA son investigadores. Tanto el Gobierno como el sector privado están creando todo tipo de programas y becas para atraer el talento necesario para convertirse en la potencia dominante mundial que desean ser.
Por su parte también están promoviendo enseñar a los niños a codificar desde la escuela primaria, con enfoque principal en la IA. Esto constituye otra ventaja más en la carrera por alcanzar el dominio mundial, ya que los chinos estarán aprendiendo estas habilidades esenciales más temprano de lo que lo harían en otras naciones.
Jeffrey Ding, estudiante del Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford, se encarga de estudiar la industria naciente china de IA. Publicó un análisis profundo de los planes gubernamentales para potenciar el desarrollo de tal tecnología. Su perspectiva general del esfuerzo es la siguiente:
"Creo que esta es la primera área tecnológica en que China tiene una verdadera posibilidad para establecer las reglas del juego. Lo más interesante es la profundidad de pensamiento, las ideas frescas de los legisladores, institutos de investigación y compañías de tecnología. El plan excede en gran medida lo que esperaba cuando comencé mi análisis".
A fin de cuentas, el esfuerzo chino parece tener altas posibilidades de éxito. Sin embargo, el plan no se desarrollará en un vacío. La titánica ambición del país asiático podría motivar a otras potencias a emprender proyectos similares. Por el momento, Estados Unidos no parece reaccionar; pero mientras el dominio chino se expande, quizá podamos presenciar una "carrera tecnológica", similar a la "carrera espacial" de los años sesentas entre los norteamericanos y los soviéticos por el control del espacio. China ya está moviendo sus fichas, es el turno de las demás potencias de responder al reto.