La biometría fue, sin lugar a dudas, la mayor crítica en torno al Galaxy S8. Ni el lector de huellas dactilares ni el futurista escáner de iris lograban ofrecer una buena experiencia de uso a los consumidores. Los males venían por diversos frentes: lugares inaccesibles, mediciones de distancias absurdas... El desastre biometrico era una realidad.

Un año más tarde, sin embargo, la situación parece haber cambiado por completo. El nuevo Galaxy S9 cuenta, por fin, con sistemas biométricos a la altura de su categoría, recalcando, una vez más, el grave error que la compañía cometió (dos veces) el año pasado.

El nuevo teléfono cuenta con un lector de huellas dactilares justo debajo de la cámara principal, un lugar mucho más propicio que en la versión anterior. Ya no es necesario estirar artificialmente para llegar hasta lugares remotos. La nueva ubicación es accesible y cómoda.

Samsung ha aprendido de sus errores.El Galaxy S9 también integra un nuevo sistema de desbloqueo inteligente que combina el escáner de iris con el sistema de desbloqueo facial tradicional. ¿Cómo funciona? Cuando es de día, el teléfono usa el desbloqueo facial para verificar la autenticidad del usuario. Cuando las condiciones lumínicas son adversas, el S9 activa automáticamente el escáner de iris (que si funciona en dichas condiciones) y desbloquea el teléfono.

En conjunto, el sistema de desbloqueo inteligente y la nueva ubicación del lector de huellas dactilares hacen que el mayor error del Galaxy S8 puedan considerarse historia. Samsung ha aprendido la lección.

Probamos el Samsung Galaxy S9 y Galaxy S9+: evolución sin revolución

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