Se ha ido a los 76 años de edad después de casi medio siglo llenando el papel maché de viñetas críticas con la sociedad, la política, la ciencia, la situación de la mujer o, incluso, la tecnología. Antonio Fraguas de Pablo, más conocido por Forges desde que empezase a trabajar en 1964 en Pueblo para terminar en El País con sus últimas viñetas, ha conseguido ganarse el cariño de cientos de seguidores con su referencia a la evolución de la sociedad desde el franquismo o sus personajes míticos: un matrimonio medio español con Concha y Mariano retratando el día a día de cualquier familia, sus inolvidables náufragos, Romerales y, por supuesto, Cosma y Blasa.

No solo creador de imágenes plagadas de un alto trasfondo político y social, Forges es el ilustre creador de palabras que, años más tarde y habiéndose implantado en el léxico de la sociedad, fueron incluidas en el diccionario. Muslamen o bocata llegaron a la vida de las personas de forma natural mucho antes de que se pudiesen usar redes sociales.

Crítico con el ciudadano que, a ojos cerrados, ha creído todo lo que le contaban. Más así teniendo en cuenta las circunstancias políticas, económicas y sociales del país en los últimos años.

Forges sacó su lado más crítico en los peores años de la crisis económica en España y puso sobre la mesa cuestiones que, años atrás, no había salido a la luz. Investigación, inversión en ciencia, precariedad de los trabajadores del sector fueron algunos de los puntos fuertes del humorista, poniendo el mundo de la investigación en España en boca de todos sus seguidores siempre desde el humor y el respeto por un sector altamente maltratado por la inversión pública.

¿Una crítica a la evolución de la sociedad? Forges, a través de sus entrañables trogloditas, también intento criticar el devenir del país. Con estos personajes manifestaba una realidad, de forma sutil: pese a todos los avances científicos y sociales, la realidad es que el ser humano sigue estando muy atrás en la realidad del mundo actual.

La actualidad científica también marcaba una de las mayores pautas para el autor. ¿Su mayor éxito? A través de uno de los matrimonios más famosos de España puso la cuestión del descubrimiento del bosón de Higgs a nivel usuario. Cuestiones que, hoy en día, siguen causando muchas dudas.

Para Forges, la obsesión de los españoles por las cuestiones del clima también suponía un tema recurrente. "El invierno más frío del siglo", "ola de frío". Cualquier concepto era útil, especialmente cuando con el paso del tiempo, el hecho de que la sección metereológica en los telediarios ocupa casi más tiempo que la de nacional. Para él, si Cosma y Blasa sabían de isobaras, cualquiera podía.

Tras la ciencia: la tecnología. Comentaba Forges que “a mí la tecnología no me da miedo y creo que es una de las ventajas que tenemos en la búsqueda de la libertad”. Más cerca de la filosofía que del humor, dibujó una manera de ver el cambio que ha vivido el ser humano respecto a los avances tecnológicos, pero que sin embargo, algunos de ellos han hecho que perdamos cierta libertad.

Y, por supuesto, la mujer y su lucha por la igualdad. Un hecho que no podía faltar en su histórico.

Abordó, incluso, cuestiones morales de alto nivel.

Lo que está claro es que el mundo de la crítica con humor ha perdido a uno de sus mayores representantes. Humorista, casi filósofo, a través de dibujos que pasarán a la historia de la crítica social más entrañable y directa.

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