Desde hace tiempo es común escuchar sobre el preocupante uso de los smartphones y otros dispositivos móviles en la vida diaria y cómo este hábito ha mermado las relaciones personales o simplemente las han transformado. Por ejemplo, es común estar en una reunión, de cualquier tipo, y ver cómo una u otra persona, sino es que todas o nosotros mismos, sacan el móvil para revisar sus notificaciones, chatear o postear algo.

Esta doble vida, la virtual y la real se suceden a la par, muchas veces afectando a la última. En diversas áreas se ha abordado este tema y en otras se han tenido que tomar medidas especiales para evitar el uso de dispositivos en ciertas situaciones, como al conducir, en la escuela o en el trabajo. Son muchas las cosas que podemos comentar al respecto pero esta situación bien puede ser comparada, curiosamente, con un fenómeno que se dio en Inglaterra de la época Victoriana.

Los fabulosos caleidoscopios

En el lejano año de 1816 el caleidoscopio fue creado por Sir David Brewster, un científico, inventor y naturalista escocés, quien realizó investigaciones en el campo de la óptica, fue miembro de la Royal Society y otras importantes academias, además de ser una autoridad en la descripción y clasificación científica por lo que su apellido se designó para designar una abreviatura taxonómica.

Brewster realizó el caleidoscopio con base en sus observaciones e investigaciones en óptica. En 1817 patentó su invento pero, al parecer, no quedó protegido contra la construcción de estos mecanismos por terceros. La historia le jugaría una mala pasada pues los caleidoscopios causarían furor en la época y prácticamente todo mundo tenía uno, sin embargo, nuestro inventor no se benefició económicamente de esto.

Aunque en la actualidad vemos al caleidoscopio como un juguete, Brewster no lo hizo con esa intención sino que lo construyó a partir de sus estudios sobre la reflexión entre dos espejos, y su intención era apoyar sus observaciones con el instrumento. Además, los materiales con los que se fabricaban no eran propios de juguetes, sino materiales como latón, madera, piel y otros que dieran al dispositivo un aire distinguido.

Así pues, la historia escribiría otro cuento muy distinto al que Brewster pensó para su invento. El caleidoscopio sería bautizado en 1819 como "el invento y descubrimiento más importante de nuestro tiempo", y, aunque esto suena halagador para cualquier inventor, ya vimos que el furor por estos mecanismos no lo benefició.

La fiebre del caleidoscopio fue documentado por varios medios y, como es de esperarse, también se hicieron bandos: los usuarios, los que no tenían caleidoscopios, los que criticaban a todos, así como los oportunistas, quienes rentaban sus dispositivos a aquellos que no tenían para que disfrutaran de las infinitas formas que aparecían ante el asombro de todos.

Distintos tiempos, distintos dispositivos, mismos problemas

En la ilustración anterior podemos ver un cartón de la época titulada "Human Nonsese" ("Tonterías humanas"). En ella se encuentra a un hombre que está a punto de sufrir un accidente con otro que va inmerso en la observación de su caleidoscopio. ¿Qué diferencia podemos encontrar si lo comparamos con el uso de dispositivos móviles hoy en día? En esencia, ninguna.

Un artículo de 1818, recogido por Atlas Obscura describió el fenómeno del caleidoscopio de la siguiente forma:

¡Estamos en desesperación! Nos vemos a nosotros mismos, arrojados a la sombra, al fondo, por un invento recién descubierto que todos usan, en lugar de estudiar el telescopio, el microscopio o el periscopio, todo el mundo quiere hacer nada más que ... usar el caleidoscopio. Sin duda, esto es muy malo! Todos los chicos de la calle miran su caleidoscopio, aunque se golpeen la cabeza contra la pared.

¿Suena familiar? Lo es. Lo curioso es que el fenómeno de distraernos hasta el punto de absorbernos y olvidarnos del entorno con los más diversos dispositivos es el mismo. La historia nos da la razón con este ejemplo y otros a través de la historia en donde existe la tendencia de mantener la mente ocupada, entretenida o sedada por reflejos de colores con los más modernos dispositivos.

La extraña historia de los ‘fidget spinners’

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