black mirror temporada 4

Netflix

Black Mirror, la serie de televisión antológica creada por el británico Charlie Brooker (Dead set: Muerte en directo) en 2011, ya parece una cita obligatoria para los seriéfilos de todo el mundo. No debe extrañarnos, pues no cabe duda de que ocuparse de lo temible que pueden llegar a ser determinados usos de la tecnología moderna posiblemente cercana, de lo más verosímil en la mayoría de los episodios, la de los distintos aparatitos que consumen nuestro tiempo a diario, resulta un planteamiento atrayente. Y **ahora se estrenan en Netflix los seis capítulos de la cuarta temporada, en la que los personajes femeninos son los que llevan la voz cantante.

El primero, “USS Callister” (4x01), realizado por el inglés Toby Haynes (Jonathan Strange y Mr. Norrell) y con las actuaciones de Jesse Plemons (Black Mass) como Robert Daley, Cristin Milioti (El lobo de Wall Street) interpretando a Nanette Cole o Jimmi Simpson (House of Cards, Westworld) poniendo el rostro para James Walton, ofrece un trasunto de la saga de Star Trek (Gene Roddenberry, desde 1966), le da una gran vuelva de tuerca a las experiencias inmersivas de los videojuegos de realidad virtual, siguiendo un poco el camino iniciado por la entretenida película animada ¡Rompe Ralph! (Rich Moore, 2012), regresa al mundillo del curioso “Playtest” (3x02) y recoge ciertos detalles turbadores de una de las historias de “White Christmas”. Y, siendo de lo más interesante, al igual que ocurre con el logrado “San Junipero” (3x04), traiciona el espíritu desolador de Black Mirror.

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El siguiente episodio, “Arkangel” (4x02), dirigido por la actriz estadounidense Jodie Foster (El silencio de los corderos), puede considerarse una especie de revisitación de algunos elementos que ya vimos en el magnífico “The Entire History of You” (1x03) y el irregular “White Christmas” (2x04), con el protagonismo esforzado de Rosemarie DeWitt (La La Land) como Marie, Brenna Harding (The Turning) en la piel de Sara y Owen Teague (It) encarnando a Trick, y con un final de estallido que se gesta con precisión pero sin la capacidad de conmocionarnos en absoluto pese a que aplica todo su empeño en lograrlo.

El australiano John Hillcoat (La carretera) ha dirigido la intriga criminal de “Crocodile” (4x03), que podría haber sido firmada la escritora texana Patricia Highsmith si hubiesen decidido profundizar mejor en los procesos psicológicos de Mia Nolan, a la que da vida Andrea Riseborough (Bridman), acompañada por Kiran Sonia Sawar (Murdered by My Father) o Andrew Gower (Outlander). Este capítulo insiste de otro modo en conceptos que se manejan durante “The Entire History of You” y “Arkangel”, y es con claridad el que más aprovecha visualmente los lugares en los que se ha rodado, de la fría Islandia, y deja una impresión a la altura de la propuesta de la serie.

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El atractivo drama romántico de ciencia ficción que es “Hang the DJ” (4x04), acometido por el neoyorkino Timothy Van Patten (Los Soprano, Boardwalk Empire), trae a la memoria el episodio “Matchmaker” (1x01) de Dimension 404 (Desmond Dolly, Will Campos, Dan Johnson y David Welch, desde 2017) en más de un sentido, y la historia de Amy y Frank, interpretados con habilidad por Georgina Campbell (Rey Arturo: La leyenda de Excalibur) y Joe Cole (Peaky Blinders), sólo en sus últimos minutos alcanza su verdadera magnitud, repitiendo ideas de “USS Callister” y, como este, alejándose de la amargura esencial de la serie pero en un territorio más neutro, no del todo optimista.

El británico David Slade (Hard Candy) se ha ocupado de dirigir “Metalhead” (4x05), que narra una persecución apocalíptica e implacable en pos de la Bella de Maxine Peake (La teoría del todo), que remite a la saga de Terminator (James Cameron, desde 1984), que no nos brinda mucho más que una fotografía diferente en blanco y negro y que cumple con la esencia de Black Mirror. Y por último, “Black Museum” (4x06), elaborado por el escocés Colm McCarthy (Melanie, the Girl with All the Gifts) con las interpretaciones de Douglas Hodge (Robin Hood) como Rolo Haynes y de Letitia Wright (Black Panther) en el papel de la turista, propone tres historias sobre la conciencia personal y las percepciones sensoriales con un nexo común, como sucedía en “White Christmas”, que no maravillan demasiado y, además, se pasan también por el forro la antología devastadora que pretendía ser Black Mirror.

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