El tiempo pasa muy rápido y parece que hace más de un año que la batalla por el alquiler de vehículos en las calles de Madrid empezase. Después llegaron la bicis, las motos y más intentos de compañías de carsharing por aterrizar en la capital.

Fue en diciembre de 2015 cuando el concepto de carsharing se hizo realidad en las calles de la capital con la irrupción de Car2Go, propiedad del gigante alemán Daimler, sólo hubo que esperar a diciembre de 2016 para que la competencia se diese cuenta del filón que suponía gestionar un negocio de alquiler por minutos. La versión de Citroën cortesía del Grupo PSA gestionada por el consorcio entre Eysa y Free2Move se hacía realidad. Con una ventaja: Emov cubriría más zonas que la versión de Daimler abriendo el rango de operaciones fuera de la almendra central de la capital. Todo un riesgo teniendo en cuenta que el volumen de vehículos no distaba demasiado del ofrecido por la primera compañía.

Los inicios de Emov en Madrid: “Ni tenemos noticias de los taxistas ni esperamos tenerlas»

Abriendo nuevas fronteras en la ciudad, mucho superiores a las de su competencia directa, con 600 vehículos circulando y 160.000 usuarios en su primer año de operaciones cierran su primer balance anual. Algo más que Car2Go, que controla unos 123.000 usuarios a fecha de noviembre de este año, que cuenta con 500 modelos de Smart circulando dentro de la M-30.

Dentro de esta batalla, ahora también se les une otro competidor. Por un lado, Respiro, que llevando más tiempo que los dos gigantes internacionales en España se ha propuesto para 2018 aumentar sus operaciones fuera del rango de la almendra central. Y ahora se une a la fiesta lo que ya se anunció en agosto de este año: la versión de Renault y Ferrovial. Llamado Zity, esta versión cuenta con 380 modelos con un modelo de negocio similar a Emov: más allá del centro de Madrid.

Los problemas persisten

Pese al incremento de los usuarios, tanto de Car2Go como de Emov, los problemas vinculados al coche en el centro de la capital siguen siendo los mismos que hace un año o dos. Ciertamente, la contaminación por emisión de CO2 se reduce con el uso de vehículos eléctricos al 100%, pero la congestión por tráfico en el centro de la ciudad sigue siendo la misma que hace dos añoS. Sumándose el factor de que más vehículos circulan por la capital y que, por tanto, optan por las limitadas ofertas de estacionamiento en las calles de la ciudad.

El free-floating relegado, de momento, a la cola de las prioridades para Barcelona

Por otro lado, queda el tema de la expansión a otra de las geografía más pobladas de España. La pregunta recurrente para todos los servicios de carsharing es la de cuándo llegarán a Barcelona; igualmente congestionada por el volumen de tráfico. ¿El problema? La normativa de aparcamiento regulado impide la entrada de cualquier tipo de experiencia de coche compartido eléctrico. Hasta la reforma de dicha gestión, nadie podrá explotar el negocio en Barcelona.

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