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Prometía ser una de las inversiones en compañías tecnológicas de la historia, llamémoslo startup si se quiere, y la realidad es que las previsiones se han cumplido con todas las letras. Uber, la compañía tecnológica por excelencia, por fin ha cerrado su gran ronda de financiación por valor de 10.000 millones de dólares con SoftBank a la cabeza.

Arianna Huffington, miembro del equipo directivo de la compañía, ya venía avisando de lo inminente de la operación; a finales de octubre, y en varias entrevistas, ya explicaba que las próximas semanas iban a ser muy importantes. Dicho y hecho. Y lo cierto es que era algo que desde que Dara Khosrowshahi ocupase el puesto de CEO de Uber tenía los días contados. El nuevo líder, sustituyendo a un polémico Kalanik, tenía reservadas varias sillas en la junta directiva para un nuevo y gran socio. Relegando a un segundo plano por la batalla legal contra Alphabet en Estados Unidos en el caso del robo de patentes y la pérdida de la licencia de operaciones en Londres, además de las diferencias con algunos de sus empleados en la capital británica, la nueva ronda era esencial. Y por una razón muy importante: la carrera para que Uber ocupe su puesto en los mercados públicos ya ha empezado -Dara aproximaba este momento en los dos próximos años-, pero antes había que resolver unas cuentas pendientes.

En cualquier caso, la llamada oferta más grande de la historia por una startup ha sido aprobada por la junta de Uber. A través de este acuerdo, la tecnológica da entrada a través de una ampliación de capital Serie G de 1.000 millones de dólares a un grupo de compañías. Liderando la operación se encuentra SoftBank, seguido de Dragoneer y General Atlantic, TPG, Tiger Global, DST Global y la compañía china Tencent Holdings, ha explicado Uber en un comunicado. Por otro lado, el acuerdo, cuyas negociaciones se han extendido a lo largo de semanas, también añade una compra de acciones en el mercado secundario por valor de 9.000 millones de dólares. Los vendedores de las mismas serán, en su mayoría, empleados de la compañía que tendrán de plazo hasta el 28 de noviembre para poner a disposición de los compradores sus paquetes de acciones. De no llegarse al mínimo exigido, la realidad es que la oferta del año podría caer en saco roto.

Con esto, una vez se cierre la operación, el consorcio de empresas liderado por SoftBank alcanzaría el 14% de la propiedad de Uber. Y lo que es más importante, la tecnológica tendría un valor de mercado de 70.000 millones de dólares; muy goloso para el momento en el que decida salir a cotizar, puesto que la posible venta de la misma ya quedó en el olvido. Además, según explica un portavoz de la compañía, también es importante el crecimiento geográfico de la entidad:

"Hemos llegado a un acuerdo con un consorcio liderado por SoftBank y Dragoneer sobre una posible inversión. Creemos que este acuerdo es un fuerte voto de confianza en el potencial a largo plazo de Uber. Al cierre, ayudará a alimentar nuestras inversiones en tecnología y nuestra expansión continua en el país y en el extranjero, al tiempo que fortalece nuestro gobierno corporativo".

El acuerdo, firmado hace escasas horas, también incluye cambios en la junta de Uber, que irían acordes a la nueva política de conducta de la compañía. Cuestión que también se ha tratado en el acuerdo con SoftBank. Uno de los miembros, Benchmark, mantenía una demanda abierta contra la entidad japonesa, así como con Kalanick, por considerar que ciertos posicionamientos habían perjudicado los ingresos de los inversores. El nuevo pacto obliga a Benchmark a dejar a un lado a SoftBank de forma indefinida y aplazar, de momento, la que mantiene contra el fundador.

Con todo, si todos los pasos intermedios que se necesitan para cerrar la operación concluyen de forma efectiva, y si Kalanick da su visto bueno (y de momento parece que no habrá problemas), este podría convertirse en algo más que un multimillonario.

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